¿Somos tan racionales como dice la definición común del hombre? ¿Somos tan sólo eso, racionalidad? nos consideramos superiores a los animales, y los bobos de los defensores de éstos pretenden demostrar en ellos una racionalidad humana para dignificarlos, qué paradoja. Creemos desde la Ilustración que la civilización es un camino hacia la plena racionalización, que con ella no habría conflictos, pues todos querríamos lo mismo y estaríamos de acuerdo en cómo alcanzarlo.
Se columpiaron los ilustrados. Sin embargo, seguimos tirando de su pozo, aunque el agua que salga de él contenga elementos tóxicos.
Los contiene por falta de vida. el pozo del racionalismo está falto de vida. Salen de ahí unos silogismos, unas figuras geométricas, un señor llamado Nash y su modelo, etc... Pero nada de eso da la felicidad. ¡Pero si eso no existe!, dirán escandalizados los de vuelo corto, los gallináceos..
Ya, puede, pero el deseo de felicidad sí. El deseo de felicidad es lo que tenemos todos, lo que nos une y desune, y lo peor es negarlo. Neguemos la felicidad, pero nunca podremos negar, sin engañarnos, el deseo incontenible de felicidad. Es más, lo sé por experiencia propia y ajena, sin esa ilusión de cada uno, aunque sea la ilusión diaria de llegar al final del día más o menos contentos con nosotros mismos, caemos en la tristeza y la depresion.
Es lo que tiene el ser llamado humano. Y, contra lo que creen los ilustrados de ayer y hoy, nuestros conceptos de felicidad difieren radicalmente, de unos a otros y de culturas a otras. La racionalidad no lleva a una uniformidad de objetivos, por el contrario, lleva irremediablemente a una racionalización ex post de los objetivos de cada uno, a una justificación de los actos humanos, sean buenos malos o monstruosos.
Nuestra base vital no es el raciocinio. nuestra base vital se compone de cosas inaprensibles, evanescentes, inconfesables a veces a nosotros mismos. Esas pasiones son a veces no compatibles con la sociedad, y la cultura y la tradición nos lleva a reprimirla en un gesto que aprendemos intuitivamente, de pequeños, cuando admitimos que nos digan lo que está bien y mal. Muchas veces sabemos las respuesta de antemano, como si un dios nos hubiera inscrito un primario código moral en el corazón: sin saber el porqué, sabemos que hay cosas que son malas, y lo que queremos al interrogar a nuestros padres es que nos lo confirmen.
Racionalizar estas cosas, darles justificación en base a una razón del tipo ¿por qué no, si no hace daño a nadie? es entrar en la pendiente socavadora que al final todo lo justifica.
Pero la fuente de felicidad e infelicidad está en lo inexplicable, y como sabían los griegos y sus mitos, una gran felicidad lleva a una infelicidad posterior aún mayor.
Dionisio, el dios del desenfreno incontenible, es enfrentado a Apolo, el dios de la armonía entre las potencias. Nietzche se acoje al primero, reivindica al primero en su propuesta de sociedad sin más ley que la del señor, la del fuerte, que no se niega el placer de los verdaderos señores de gozar haciendo daño. Como un niño perverso al que todo le es permitido.
Pero creo que también en nosotros hay potencias que impulsan a la empatía cono los demás, y que negarlas es absurdo, además de destructivo. Nietche las despreciaba. Pero la compasión, la amistad, el amor, el amor maternal, el instinto de familia, y todo eso que ahora se intenta destruir desde el poder, existe, y es la argamasa de a sociedad.
Esa complejidad interna, esa multitud de fuerzas contrapuestas, exige la idea de un ser superior que le dé un fundamento. Como Descartes, que basaba la capacidad de la razón para explicar el mundo en un dios, con mayor motivo el anhelo sin tasa del hombre exige un dios armonizador, sin el cual seríamos bárbaros nietzcheanos.
El mismo Freud reconocía en su "El Malestar de la Cultura", que la civilización dependía de la represión de determinados impulsos. Pero eso no se puede ordenar racionalmente, como pretendió la Ilustración, que fue un enojoso intento de imponer un sólo criterio para todo, lo que llevó a las dictaduras racionalistas que hemos padecido. si soltamos a Dionisio, al final
"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James
There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)
1 comentario:
En el saco de dioses, robaperas y pinchauvas, que a lo largo del tiempo los hombres han ido fabricando, ninguno tan cruel y despiadado como la Diosa Razon.
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