Páginas

DECADENCIA DE OCCIDENTE

viernes, 28 de septiembre de 2012

Memoria de daños y perjuicios

Un curioso articulo de GillianTett en el FT sobre la economía y las elecciones. Se suele decir, cuando un político recibe un revés, "es la economía estúpido", para remarcar el peso de la economía en el ánimo de los electores. Sin embargo, Tett dice que el baremo no es el PIB, la inflacion, o el paro, con lo importantes que son, sino el animo que flota en las familias que han pasado por lo peor en la crisis: los propietarios individuales de casas. 5 años después de la crisis, ese animo no e especialmente alto, pese a la reducciones deudas hipotecarias, en parte gracias al sistema americano -con la entrega de la casa cubres la hipoteca- y en parte por las ayudas recibidas del Estado por los más asfixiados.

Pero es que las crisis no dejan secuelas fácilmente borrarles de la mente: en las encuestas a los propietarios se ve claramente el deterioro de la confianza. No confían en que el trabajo que tiene ahora sea duradero, y no quieren saber nada de endeudarse de nuevo para comprar una casa. De modo que, en ese sector, no les digan que la inflacion es baja, que el PIB ha remontado, o que el paro ha bajado. Ellos no están para bromas -por mucho que estén mejor que nosotros.

Esto demuestra que los miedos a que una política expansiva renueve la fuerzas de la especulación son cuanto menos exageradas. Pasará mucho tiempo antes de que vuelva a desarrollarse un boom inmobiliario, por lo menos no antes de que se olvide en la memoria colectiva los desastres de del último. Y estos miedos, dice Gillian Tett, van a influir en las elecciones. No se sabe para que lado.

Más importante aun: van a influir mucho tiempo en la demanda y la actividad. Animal Spirits keynesianos, recuerdan? La economía no es simétrica. Mo remonta a la miSma velocidad que cae. Lo digo como un factor a tener en cuenta para los miedosos que piensan con frenillo, y que la inflacion es una amenaza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ponga Ud. lo que quiera, Muestre su airada y justa indignación, su santa Ira, pero respete un mínimo sentido del decoro. Tenga en cuenta que las opiniones son libres, los sentimientos ofendidos dignos de reparo, pero serán tanto más respetados cuanto su expresión esté más alejada de lo vulgar.