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DECADENCIA DE OCCIDENTE

lunes, 10 de diciembre de 2012

Dinero e información

El dinero es el medio con el que hacemos compras y que recibimos a cambio de nuestros servicios. Es obvio que el dinero debe ser lo más estable posible para que todos confíen en él sin tener que indagar quien es el emisor, si tiene crédito, etc. En suma, la información veraz sobre el dinero es fundamental para usarlo y recibirlo sin necesidad de pensar.

Los austéricos, mis amigos austéricos, han confundido la necesidad de razonable certeza con una serie de mecanismos que según ellos proporcionarían esa certeza.

Uno de esos mecanismos es la banca libre. Cada banco emitiría su propio billete. La competencia entre bancos haría que se esmerarán en no defraudar la confianza de los depositantes. Así, habría un mercado de billetes bancarios en los que según la información relevante, los billetes cotizarían con un descuento sobre el nominal. Según los austriacos (benditos sean) el descuento de los mejores bancos sería cero. En todo caso el descuento tendería a ser estable, de manera que la información sobre el valor real del banco y de sus pasivos sería disponible a bajo coste. Los bancos se comprometían con devolver en especie (oro, monedas de pleno contenido) el valor del depósito.

Leyendo a Gary Gorton, "Misunderstanding Financial Crises", este sistema funcionó de 1837 a 1863 en EEUU, y, ejem, no fue tal como piensan los austéricos. En realidad los billetes de bancos no tenían una cotización estable, ni siquiera coincidía en distintos lugares, y eso no les habilitaba para usarse con confianza: no todo el mundo aceptaba un billete del Banco "Planters Bank of Tennessee", por ejemplo. No eran tan líquidos los billetitos. Estabas, además, expuesto a que sí no eras oriundo no te devolvieran el oro depositado. Si, por ejemplo, eras extranjero. Y es que la asimetría e la información, es una cuestión de correlación de fuerzas... Vivas.

Por lo tanto, el coste de transacción en dinero era mayor que ahora, simplemente, porque había como 500 bancos cada uno con su billete estampado. Por lo tanto, era imposible que la información sobre el valor real de un billete circulara gratis. Eso hacía imposible saber de verdad qué ganancia tenías en una venta... Que podía ser una pérdida si resultaba que el billete bajaba de valor (y fluctuaban mucho). Y por otro lado, no funcionaba eso de la competencia: hubo una crisis de depositantes que se llevó por delante el sistema. Es que el hombre no es tan perfecto como lo pintan algunos.

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