"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

jueves, 6 de junio de 2013

La deuda privada es la importante

En la revista ROKE (Review Of Keynesian Economy, de libre acceso) hay un artículo de Laurence Seidman que explica en pocas paginas lo que significa hoy el keynesianismo.

Lo divertido es que hay un punto de encuentro entre austericismo y keynesianismo cuando ambos recomiendan bajar los impuestos. Claro que los primeros lo hacen por razones permanentes, mientras que para los segundos es una táctica a cierto plazo para aumentar la demanda. Es más, los liberales no reconocen ninguna efectividad, si no es la negativa, a la política monetaria. Keynes decía que la política monetaria era lo primero que hacer en caso de grave hundimiento de lao mercados, pero que la Trampa de la Liquidez anulaba su efectividad, porque la gente no se endeudaría para invertir y emplear si no ve que la demanda vaya a recuperar su nivel anterior a la crisis. Un empresario no aprovecharía la caída de los tipos de interés para ampliar la producción, si su volumen de ventas se está contrayendo.

Entonces, dice Laurence Seidman, la política fiscal adquiere un papel especial porque el multiplicador del gasto ha aumentado mucho en tiemps de recesión. así como en tiempos de empleo, un estímulo fiscal sería perjudicial, en tiempos de gran inutilización de recursos, tendría un gran efecto. No necesariamente un aumento del gasto, sino también una rebaja de impuestos, especialmente en los agentes más productivos.

¿Por qué una rebaja de impuestos puede incentivar a alguien a endeudarse en invertir si la bajada de los tipos de interés no lo ha hecho? Porque, aunque bajen los tipos de interés a cero, sigue siendo un aumento de la deuda ya de por sí elevada heredada de la crisis; en cambio, si además de eso se le ofrece, sine die, una bajada de los impuestos, eso es un aumento del margen de ganancia sin aumento de deuda, lo que puede ser decisivo para valorar el rendimiento de una inversión en comparación con su coste.

En otras palabras, por motivos similares, aunque en contextos teóricos bien distintos, los austéricos y los keynesianos pregonan lo mismo: que bajar los impuestos selectivamente es bueno.

Retomemos la descripción que desde Irving Fisher hasta Minsky, pasando por Keynes, se ha hecho del periodo de crisis tras un burbuja. Los agentes tienen una gran carga de deuda que se queda en descubierto por la caída de los activos que las cubrían. Su desconfianza está en máximos. Se ven impelidos a ahorrar para hacer frente al súbito descuadre de sus balances. Eso contrae la economía y el empleo a través del mulriplocasor negativo. El Banco Central lanza una política de restablecer la confianza en la banca y de bajar los tipos de interés, lo cual indudablemente frena la caída libre de la producción y los mercados financieros.

Pero las deudas no se van a normalizar en muchos años si no se hace nada más. Han caído los tipos de interés, pero también ha caído la producción, el empleo, y la renta disponible. De esa renta se destina una proporción mayor al ahorro para hacer frente a las deudas. Eso supone un peso duradero para la economía. Lo que debe hacer el gobierno es absorber parte de esas deudas privadas a través de una política de bajada de impuestos que aumente la renta disponible y de ésta quede un margen mayor para gastar. Eso implica aumentar el déficit y la deuda del estado, a cambio de reducir la del sector privado. Esto tiene sentido si los tipos de interés han bajado tanto como lo desea el Banco Central. Mientras el gobierno pueda endeudarse a tipos inferiores al crecimiento del PIBN, la deuda será sostenible.

Observese que no se trata de una asunción directa de deuda, sino de facilitar la economía productiva a través de incentivos, cuyo coste financiero le sale mucho más barato al gobierno que a los particulares. Lo mismo se puede decir respecto a la salvación de la banca (que no es lo mismo que salvar a los banqueros).

Este es el esquema teórico de respuesta a una crisis financiera en la que la marejada ha dejado a todos con una posición neta deudora que no se disolverá en años si el banco central y el gobierno se sientan sobre sus manos y deciden que la austeridad de todos, incluso del gobierno, es lo mejor para recuperarse cuanto antes, como se ha dictaminado y ejecutado en Europa.

La deuda importante, la que impide la recuperación, es la privada. Si se dictamina que es la del gobierno y que éste es el que debe reducirla, la deuda privada tardará mucho más en normalizarse. Se ha demostrado que en contracción económica el multiplicador fiscal negarivo es mucho más potente que en crecimiento. Los esfuerzos del gobierno español para reducir el déficit al mandato de la UE ha retrasado el desendeudamiento de familias y empresas, que apenas ha variado desde el principio de la crisis (es más, dada la desaparición de empresas y el aumento del paro, el peso de la deuda pesa cada vez más en menos personas activas).

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