"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

viernes, 23 de agosto de 2013

Se les ha ido la olla a los de izquierdas?

¿O la tienen agujereada desde siempre?

Sabido es que España es un país de izquierdas que resistió durante cuarenta años, valientemente, la dictadura franquista, con tácticas heroicas, es decir, de camuflaje con el asfalto, hasta el punto que el temible dictador murió en la cama. Por eso desde entonces la razón moral la tiene la izquierda, a la que sumisamente nos doblegamos todos. Por fin, gracias a Garzón, se declararon victoriosos de la guerra... Setenta años de haber concluido.

Es lo que explica la reacción contra Cristina Cifuentes y su accidente. Primero, se la da seguro por culpable, pues no es normal que un cargo público vaya en moto por Madrid. Si se ha pegado un castañazo contra un coche, seguro que la culpa es suya. Así, está más que justificado desearle la muerte o alegrase de que esté jodida. ¿No había sido la jefe policial que había impedido la toma del Congreso y había impedido algunos escraches? Pues eso, que se joda.

Después, una vez comprobado que no, hay que recurrir a la fina dialéctica del derecho a lo público, que dice que toda oferta de servicio debe ser pública, pero que mientras llega el paraíso cubano de Willy Toledo (que odia a muerte lo USEÑO pero se hace llamar Willy), si un alto cargo público de derechas tiene un accidente, debe ir a la sanidad privada. Que para eso es de derechas y rico. No sólo eso, sino que se organizan manifestaciones bajo su ventana para exigirle que "no ocupe" una instalación pública, como si ellos tuvieron el derecho administrativo único en base a un criterio harto peregrino de que la izquierda, aunque no esté en el poder, debería administrar todo lo que es público por derecho divino.

Todo ello aderezado con delicatessens como "para salvar la vida si te interesa venir a la pública, ¿eh?" Porque, ya se sabe, la pública es lo mejor por designio de Carlos Marx. Yo para salvar la vida me iria lo más lejos posible de un hospital público español, y si pudiera, me iría a EEUU.

No, no se les ha ido la olla a los de izquierdas. En España siempre han sido así. Han derrotado a Franco, ya saben, aunque han tenido que esperar 40 años agachaditos, sin rechistar, para poder decir las sandeces que dicen a pleno pulmón y sin miedo a ser represaliados. Porque, lo que es antes, bien callados estaban. Sólo berreaban en su casa.

Es el mismo instinto que - yo fui testigo- les llevó a decir, sin un ápice de rubor, que EEUU se mereció el ataque terrorista el 11-S. Yo estuve rodeado de universitarios que lo afirmaban con un brillo de gusto en los ojos. ¡Al fin parecían pensar, vienen los nuestros!

Lo malo es que no ha aprovechado para aprender algo, modernizarse, y darse cuenta que la izquierda democrática no es esos delirios salvajes que se han inventado.

Se trata de matar al cerdo capitalista, aunque el cerdo capitalista es el que que genera puestos de trabajo y rentas que financian los Servicios Públicos. Que yo sepa son los que crean y producen y venden el delicado material médico que hacen que un hospital público funcione. Y todo eso se compra con unos impuestos que son progresivos, que paga incluso Cifuentes, lo que ya anula todo argumento de querer anular su derecho a ir a un hospital público.

Pero no les ha interesado cambiar ese discurso decimonónico, es decir, marxista, anarcoide (el fin justificación los medios), brocha pringosa de la que siguen colgados y son incapaces de cambiar por otra. No se han movido ni un ápice a pesar de la renuncia al marxismo de Felipe González, gesto que no tuvo ninguna continuidad en sus sucesores. Así es imposible cerrar las distancias y tener un mínimo conseso básico para la gobernación del país. Que se den una vuelta por Holanda, Suecia, Dinamarca, y otros países gobernados por la izquierda civilizada, y comprueben cuanto les falta a ellos para poder llamarse así. Si el nacionalismo no tuviera el apoyo incondicional de la izquierda, España sería gobernable.

3 comentarios:

Pablo Bastida Baños dijo...

Es inevitable acordarse de la II República, ¿verdad? Aquella izquierda tenía de demócrata lo mismo que el camarada LLamazares, el señorito rojo Willy (es hijo de un cirujano y esto se ve que le causa algún tipo de complejo) y demás comecuras actuales. En España entrar en política es entrar en religión, con lo que eso tradicionalmente implica de intolerancia y cerrilismo. No se como serán en los paises nórdicos, sospecho que poco más que un lobby a favor de los intereses de funcionarios y jubilados, pero aquí la izquierda atrae por su cálido olor a establo; tantos cuerpos juntos, protegiéndose y dándose calor, y sobre todo, todos igualitos, sin sombra de duda, siempre en poder de la verdad, que para eso ellos son los portadores de la luz que guía al mundo: el "progreso".
Así llevan desde los tiempos de Carlos Marx. El "progreso" ya no es lo que era, ahora es algo así como "intervencionismo-estatismo-feminismo-verdismo-antiamericanismo-y unos cuantos ismos más" pero la idea es la misma, nosotros somos los dueños de la verdad, así que no hay que extrañarse de que surjan estos guardianes de la revolución, a los que les falta el canto de un duro para tomarse la justicia por su mano. Un amigo al que ví el mes pasado me contó que su hijo de 19 años tiene miedo de salir a la calle con su flamante camiseta de la selección española, y no vive en Mondragón precisamente sino... ¡en Madrid!, en Puerta de Hierro, para ser exactos. Cuando me contó esto pensé "¡joder Pablo! Que mal se está poniendo esto"

www.MiguelNavascues.com dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
www.MiguelNavascues.com dijo...

¡Joder Pablo! Qué bueno! Y sí, esto se está poniendo cada vez peor. La jauría alimentada por el rencor, es cada vez más grande.