Los movimientos en la oferta laboral no se suelen explicar claramente en función de la demanda. Las caídas de la población en edad de trabajar y en la participación de ésta en el mercado como buscadores activos de trabajo se suelen remitir a un caso de atrición del mercado laboral, en el que el factor determinante es el salario.
Es el análisis neoclásico: cada mercado sectorial se ajusta independientemente de los demás. El mercado de trabajo puede alcanzar el pleno empleo de los recursos -es decir, de la gente en edad de trabajar- a través del ajuste salarial. Si hay recursos no empleados, es culpa de lao trabajadores que no aceptan un salario que vaciaría el mercado.
Hay otros más moderados, como los neokeynesianos, que admiten cierta rigidez salarial que impide el pleno empleo a corto plazo, pero a largo plazo no hay barreras que impidan el ajuste. La confusión sobre el salario de equilibrio es sólo a corto plazo.
No sólo se trata de la oferta, mecachis. Incluso a largo plazo, hay deficiencia de la demanda que empeoran las condiciones de la oferta. En EEUU los salarios se han mantenido muy bajos. Los salarios reales se han contraído. Sin embargo, aunque la tasa de paro ha bajado, lo preocupante es que la oferta laboral se ha contraído rasicalmente. Incluso se están planteando si los efectos redistributivos que han soportado las rentas más bajas a favor de las más altas no es un consecuencia indeseable de las políticas liberales.
A nadie se le ha ocurrido al menos hacer políticas cruzadas de oferta y demanda, ésta apoyando a aquella. La política del BCE ha sido muy dura, y no simétrica para sus miembros. La política fiscal ha sido (¿necesariamente?) contractiva. Ambas juntas han potenciado ese factor contractivo. La políticas estructurales, no han tenido ningún éxito, aplastadas por el desplome de la demanda.
En todo caso, parace bastante ingenuo pretender que la ortodoxia del modelo neoclásico funciona en contextos de hundimiento de la demanda y la confianza. Hay un nivel de ya tasa de participación debida a factores estructurales, pero es evidente que la demanda tiene una influencia decisiva.
Es el análisis neoclásico: cada mercado sectorial se ajusta independientemente de los demás. El mercado de trabajo puede alcanzar el pleno empleo de los recursos -es decir, de la gente en edad de trabajar- a través del ajuste salarial. Si hay recursos no empleados, es culpa de lao trabajadores que no aceptan un salario que vaciaría el mercado.
Hay otros más moderados, como los neokeynesianos, que admiten cierta rigidez salarial que impide el pleno empleo a corto plazo, pero a largo plazo no hay barreras que impidan el ajuste. La confusión sobre el salario de equilibrio es sólo a corto plazo.
En el gráfico de arriba, que es la tasa de participación laboral (parte de la población en edad laboral que trabajan o buscan empleo) de varios países relevantes, vemos la diferene evolución de este indicador de participación laboral. Según la primera teoría, las subidas se deben exclusivamente a una desregulación del mercado, y las bajadas a una regulación excesiva del mercado.
Los países de líneas de trazos son los que han tenido una buena evolución de la tasa de participación a pesar de las recesiones y la crisis: Canadá (línea morada), Reino Unido (verde), Alemania (gris) y Francia (azul).
¿Qué tiene que ver estos países entre sí desde el punto de vista de la libertad de mercado? NADA. Son completamente distintos. RU es el menos regulado, Francia el que más, y en medio está Alemania que no obedece a la teoría clásica de libertad de contratación, sino a un modelo enraizado en su cultura corporativista.
Por otro lado, vean las líneas de caída de EEUU (naranja) y Japón, (rojo), dos países desregulados más que los otros, especialmente EEUU, y que sin embargo es donde más efecto contractivo sobre la participación han tenido sus crisis: la de 1990 en Japón y la de 2008 en EEUU.
Algo pasa aparte de lo que pase en el mercado laboral. ¿Será que este "algo" tiene que ver con la demanda? En todo caso no parece que la desregulación sea una panacea, al menos en algunos países. Esto de algodón e razón a la inquietud de Larry Summers sobre sí el panorama no sería el de Japón para los próximos años. Y razón en su conjetura de sí no se debe a unas política se demanda erróneas o simplemente mezquinas. Es decir, la oferta no determina la oferta. Quizás la demanda tiene algo que ver.
Veamos ahora en detalle España. En los dos gráficos siguientes represento la tasa de actividad del mercado español. Están en dos gráficos porque la serie del INE tiene una interrupción de 10 años (1995-2005), que no se han molestado en rellenar. Sin embargo eso no impide ver que:
La tasa de participación en España es muy baja comparada con otros países. De 1976 a 1985 sufre un recorte considerable, años en que la economía se estanca. En parte por las políticas antiinflacionistas de la transición, en parte por las subidas de lao precios es e las arterias primas. En 1987 se recupera la economía y la tasa de participación sube, aunque no se restablece el nivel previo a la transición.
En el periodo de 1995 a 2005, años del gobierno Aznar (no trato de resaltar sus méritos, como ahora veremos) la economía da un gran salto (no sólo la burbuja), y la tasa de participación sube nada menos que del 50% en que se había quedado en 1995 (final del primer gráfico) a un 47% con que empieza el año 2005 (comienzo del gráfico segundo). En esos años lo determinante es las devaluaciones de la peseta antes de entrar en el euro y los bajísimos tipo de interés que rigieron durante la primera época de éste. Como ven, la participación llega a alcanzar un espectacular 60%; a partir de la crisis pierde fuelle, pero se mantiene por encima de los años 2005.No sólo se trata de la oferta, mecachis. Incluso a largo plazo, hay deficiencia de la demanda que empeoran las condiciones de la oferta. En EEUU los salarios se han mantenido muy bajos. Los salarios reales se han contraído. Sin embargo, aunque la tasa de paro ha bajado, lo preocupante es que la oferta laboral se ha contraído rasicalmente. Incluso se están planteando si los efectos redistributivos que han soportado las rentas más bajas a favor de las más altas no es un consecuencia indeseable de las políticas liberales.
A nadie se le ha ocurrido al menos hacer políticas cruzadas de oferta y demanda, ésta apoyando a aquella. La política del BCE ha sido muy dura, y no simétrica para sus miembros. La política fiscal ha sido (¿necesariamente?) contractiva. Ambas juntas han potenciado ese factor contractivo. La políticas estructurales, no han tenido ningún éxito, aplastadas por el desplome de la demanda.
En todo caso, parace bastante ingenuo pretender que la ortodoxia del modelo neoclásico funciona en contextos de hundimiento de la demanda y la confianza. Hay un nivel de ya tasa de participación debida a factores estructurales, pero es evidente que la demanda tiene una influencia decisiva.
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