Aquí estoy, montando un puto mueble de IKEA. Bueno, ella, porque yo no pienso mover un puto dedo. Ya he aportado bastando recorriendo treinta km ida y ídem vuelta para ir a comprar el invento. Ella es así, coje la iPad, busca una mesita de noche, decide cual le gusta, y luego se mete en el coche y decide ir a IKEA que está a 30 putos km. Yo, de muy mala leche, por Of course: no he podido hacer mis 10 km de todos los días, los que me permiten estar de buen humor.
Y ahora, después de una excelente y ligera comida en el Laurel, oyendo las olitas de la playa a menos de veinte metros, y una copa de orujo para digerirla, además de un siesta para absorber bien el orujo, se pone a montar la puta mesita. Y encima me dice "joder Miguel", porque me niego a ayudarla. Yo esperaba que lo hiciera todo ella durante la siesta.
Es que sé positivamente que va a ser peor. Que si me pongo a ayudarla vamos a acabar discutiendo, y a mi me da mucho miedo salir en el telediario como supuesto culpable de violencia doméstica. Pero me cisco en IKEA. Me cisco en los anuncios de TV de IKEA, que dicen "la República independiente de tu Casa". Y un nabo. IKEA es para parejas jóvenes muy enamoradas, o para mí que lo han montado una asociación secreta de abogados "matrimoniales" es decir, de divorcios. Se forran y encima te hacen sentirte culpable. Pero yo no voy a picar, no señor. Me voy a a mantener firme, y si ella quiere ser la primera en agredir, que lo sea.
Levanto la mirada y la veo despatarrada en el suelo, sudando, reteniendo los tornillos, que parece que tienen patas y se escapan. Me desnabo. Pero a la vez tiemblo, porque la veo venir. Pero yo ya me he hecho 60 km ida y vuelta, he esperado en la puerta una hora con la perrita, ambos mortalmente aburridos, pero sabiendo los dos que no había otra. ¿Cómo se puede vivir haciendo 60 km y pagar una cosa que encima tienes que montar con unas instrucciones sádicas, que han hecho unos abogados matrimoniales? Hay que ser mujer para hacer eso, y hay que ser hombre para soportarlo.
La puta IKEA. Todos en peregrinación a IKEA, porque siempre está cerca del aeropuerto, la jodida IKEA, o sea, a tomar por c*.
La oigo hablar sola, como muy serena. Pura pose. Sé que si me meto en esa puta pelea, saldré escalfado. ¿Y si la ataco sexualmente y me hago perdonar todo? (No sė porque habría algo que perdonarme, pero bueno). Nein - me digo- después del placer vendría el zalameo y me vería buscando los putos tornillos y ella gritándome que soy un chapuzas.
Me imbuyo de pura ataraxia senequista, como un monje tibetano que ni ve ni oye. Esto acabará mal por culpa de la puta IKEA, del puto ex-nazi ese, me cago en sus muertos.
Y ahora, después de una excelente y ligera comida en el Laurel, oyendo las olitas de la playa a menos de veinte metros, y una copa de orujo para digerirla, además de un siesta para absorber bien el orujo, se pone a montar la puta mesita. Y encima me dice "joder Miguel", porque me niego a ayudarla. Yo esperaba que lo hiciera todo ella durante la siesta.
Es que sé positivamente que va a ser peor. Que si me pongo a ayudarla vamos a acabar discutiendo, y a mi me da mucho miedo salir en el telediario como supuesto culpable de violencia doméstica. Pero me cisco en IKEA. Me cisco en los anuncios de TV de IKEA, que dicen "la República independiente de tu Casa". Y un nabo. IKEA es para parejas jóvenes muy enamoradas, o para mí que lo han montado una asociación secreta de abogados "matrimoniales" es decir, de divorcios. Se forran y encima te hacen sentirte culpable. Pero yo no voy a picar, no señor. Me voy a a mantener firme, y si ella quiere ser la primera en agredir, que lo sea.
Levanto la mirada y la veo despatarrada en el suelo, sudando, reteniendo los tornillos, que parece que tienen patas y se escapan. Me desnabo. Pero a la vez tiemblo, porque la veo venir. Pero yo ya me he hecho 60 km ida y vuelta, he esperado en la puerta una hora con la perrita, ambos mortalmente aburridos, pero sabiendo los dos que no había otra. ¿Cómo se puede vivir haciendo 60 km y pagar una cosa que encima tienes que montar con unas instrucciones sádicas, que han hecho unos abogados matrimoniales? Hay que ser mujer para hacer eso, y hay que ser hombre para soportarlo.
La puta IKEA. Todos en peregrinación a IKEA, porque siempre está cerca del aeropuerto, la jodida IKEA, o sea, a tomar por c*.
La oigo hablar sola, como muy serena. Pura pose. Sé que si me meto en esa puta pelea, saldré escalfado. ¿Y si la ataco sexualmente y me hago perdonar todo? (No sė porque habría algo que perdonarme, pero bueno). Nein - me digo- después del placer vendría el zalameo y me vería buscando los putos tornillos y ella gritándome que soy un chapuzas.
Me imbuyo de pura ataraxia senequista, como un monje tibetano que ni ve ni oye. Esto acabará mal por culpa de la puta IKEA, del puto ex-nazi ese, me cago en sus muertos.
4 comentarios:
Jajajajajajajajajajajajajajajaja...hilarante!!!!! Cómo me identifico contigo Mike!
Mañana volvemos a IKEA a descambiar la mesa. Es defectuosa
Espero q no llegara la sangre al río con el mueble de marras jaja Creo q todos los hombres hemos sido víctimas de Idea antes o después jeje Saludos.
Antonio de Badajoz.
No llego la sangre al río... De milagro. Hoy, ¡otra vez! A descambiar... Operación relámpago sin incidencias.
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