"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

viernes, 30 de octubre de 2015

La prensa ecuánime. Ecuanimidad no es justicia

La prensa ha dejado de ser el perro ladrador del poder, y ha pasado a ser una cosa rara. Esa cosa rara se basa en actitudes, no en principios, que ya no se usan ni como careta de atrezzo. Leer los editoriales de los periódicos es ponerte de mala leche, por su equidistancia exquisita sometida, eso sí, a la escudería de quién le paga.
Arcadi Espada es un periodista sin banderas, y sin cortapisas. No hay melifluidad en sus artículos, ni ecuanimidad, que es la peor virtud de esa profesión. Muchas veces no estoy de acuerdo con él, pero sé inmediatamente por qué: porque lo que dice es meridianamente claro.
En "La última exculpación" crítica a El Mundo, su periódico, por decir las cosas en tono igualador , con una ecuanimidad que no gana adeptos, pero tampoco enemigos.
Como denuncia en el texto que reproduzco a continuación, uno de los trucos más fáciles de la ecuanimidad es atribuir a partidos gente que ya a concluido la ley un millón de veces, virtudes que no ellos mismos se atribuyen. Por ejemplo en El Mundo:
 

«El mandato que Junts pel Sí recibió de las urnas daría para defender sus posiciones desde el ordenamiento, pero nunca para imponerlas desde la quiebra de la legalidad.»

Una burda mentira, que permite al editorialista salvar el honor del periódico, que es la ecuanimidad.
Hace tiempo dije une ecuanimidad no es justicia, porque el hombre tiene que juzgar y valorar. A veces no tiene más remedio que repartir la razón, a veces. Pero coño, siempre no. ¿Qué sería de la justicia y de la sociedad si los jueces fueran estrictamente ecuánimes? Lean a Arcadi Espada,
 

Sería francamente interesante hacer la lista de los editoriales de la prensa socialdemócrata críticos con el presidente Artur Mas que no incluyan el nombre del presidente Rajoy y las críticas a su política. La retórica condón de nuestra prensa es una de sus características más destacadas. El editorial de hoy cumple con su obligación, pero ya con desgana formularia: al principio, y para sacarse el pie quebrado de encima cuanto antes. Por lo demás dice del presidente de la Generalidad, en fondo y forma, lo que debió decir hace tiempo, porque hace tiempo que Mas es lo que es y hace lo que hace. Al editorialista ya solo le falta desprenderse de la falacia hipócrita, tan de su naturaleza, que exculpa al pueblo de cualquier responsabilidad. Esta frase: «El mandato que Junts pel Sí recibió de las urnas daría para defender sus posiciones desde el ordenamiento, pero nunca para imponerlas desde la quiebra de la legalidad.»

No. Por desgracia, no. Porque Junts pel Sí acudió a las urnas con esta propuesta inequívoca:

«Una primera fase que comienza después del 27-S con una declaración del inicio del proceso de independencia, con la creación de las estructuras de Estado necesarias desde un gobierno de concentración y el inicio del proceso constituyente de base social y popular. Posteriormente se procederá a la proclamación de la independencia, que supondrá la desconexión respecto del ordenamiento jurídico español vigente, y a la aprobación de la ley de transitoriedad jurídica y de la ley del proceso constituyente.»

Si los partidos políticos, y en especial el gobierno de Rajoy, hubieran tenido el valor y el acierto de poner a los votantes frente a sus responsabilidades inequívocas, haciéndoles ver que en su mano estaba no ya decidir sobre la independencia, sino sobre la suspensión de la autonomía, es probable que el resultado político actual del proceso fuera otro. No era preciso reclutar el voto del terror gótico; bastaba con el del miedo real, funcionarial, democrático.

Frívola e irresponsablemente una mayoría de los votantes se ha decantado en Cataluña por la ilegalidad. Nadie les ha traicionado. Son ellos los que se han traicionado a sí mismos y ellos los que habrán de asumir la responsabilidad de las indeseables consecuencias.

Sí, es verdad, el pueblo, muchas veces, se condena a sí mismo. Por ser ecuánime, por perezoso, no quiere juzgar a los políticos y les dan virtudes que no tienen. A veces las sacan de los periódicos y la Tv, poderosa fuente de igualación de cosas opuestas. La ecuanimidad es lo ice hay detrás de la galaxia de que las elecciones son la democracia, falacia a la use recurren constantemente los catalanistas. No: ser elegido no te reviste automáticamente de usar del peor a tu antojo.
 
Otro ejercicio de ecuanimidad -seguimos hablando del periódico de David Jiménez, "el gran igualador"- es pedir a Rajoy que convoque también a Pablo Iglesias a la Moncloa para unir fuerzas contra la secesión. Rajoy rápidamente lo ha admitido. Para Rajoy, cuantos más estemos a su nivel de inanidad, mejor. Invitar a Pablo Iglesias a ponerle en la foto a la altura de los constitucionalistas -aparte de hacerle un inmenso favor para el 20-D-, no va a aportar nada contra los separatistas. Hombre, ¡pero si cinco de los suyos han votado la declaración de Forcadell! -como nos recuerda, en su columna a de hoy Jorge Bustos .Quien por otra parte, no viene a hablar más que de los mismo: la ecuanimidad.
 
España se va por el desagüe gracias a tanto melifluo incompetente, que no sabe hacer la O con un canuto y por eso no sabrían distinguir entre los buenos y los malos en una peli del Oeste.

 

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