Algunos creen que podría ser la inversión pública salvadora (modelo Keynes) que tirara del resto de la economía. Eso exigiría una condición sine qua non que en este caso no se da: que la inversión en nuevas energías no sea sustitutiva de la inversión pública y privada generadora de riqueza y empleo.
Es decir, para que fuera eficiente económicamente, tendría que ser compatible con otras inversiones productivas. Pero, al menos al principio, hay un efecto sustitución ineludible, porque muchas industrias tendrán que adaptarse a un encarecimiento de la energía que usan y cambiar de equipo de capital, lo que elevará el coste de la inversión, lo cual hace casi imposible que está inversión pública sea un despegue de la inversión privada (que es lo que propugna el modelo Keynes). Los gobiernos tendrán que ayudar en el proceso de sustitución, lo que supone poner dinero, lo que supone más deuda, ergo más impuestos. Aquí el Keynes que hay que consultar es el de "Las consecuencias económicas de La Paz", no el de la "Teoría General", pues lo que se presenta es una brusca reducción de recursos productivos disponibles.
Si no existe energía productiva, la financiación será vía deuda pública e impuestos, lo que es inverosímil en la situación actual de la haciendas públicas. ¿No podría ser una inversión que tirara de la inversión privada? Eso es muy bonito, pero dentro del euro, no veo a Alemania financiando a España inversiones de este tipo, a la vez que exige reducción del déficit. Tendría que ser a pesar del déficit actual. Es decir, si es dudoso que funcione en un país sin limitaciones financieras, más dudoso aún en el contexto del euro.
En Francis Fukuyama vemos un excelente análisis político de la Cumbre que se avecina sobre el Cambio Climático. Hasta ahora, las cumbres, hasta la anterior, de Copenhague, en 2009, han sido fracasados sin paliativos. No es de extrañar, cuando van contra toda lógica elemental. Si se hubieran cumplido los compromisos de Tokio y Copenhague, la crisis económica hubiera sido mucho peor.
En París, tendremos a un solo grupo de países convencidos de suicidarse en nombre de una teoría mal pergeñada y no contrastada, que es la UE. Pero, como dice Fukuyama, no es por razones éticas, sino porque sus gobiernos están tan comprometidos con la nueva religión, que desean transferir al resto del mundo desarrollado -EEUU en definitiva-, el sobrecoste que implica la lucha contra este fantasma, rentable solo en votos.
Pero EEUU, ¿afortunadamente? no quiere, y no puede políticamente, comprometer tantos recursos como le sugiere Europa en la quijotesca aventura. El Senado ha prometido que no aprobará lo que firme Obama. Es el problema de la democracia americana, que realmente hay separación de poderes.
En cuanto a los países pobres, es cínico, abusivo, y además inútil, pedirles que cedan algo de su precario bienestar a cambio de que limpien su aire. Para que lo hicieran habría que ofrecerles mucho dinero a cambio, dinero que no existe, como es obvio. Ni en la cumbre de Copenhague, en que se hizo un acuerdo de este tipo - CO2 a cambio de pasta- funcionó, porque el dinero no llegó. Y no llegó porque los países ricos son más ricos que los no ricos, pero hay pobres y gente en paro, además de tener un horizonte sombrío de su financiación del bienestar.
Coincido con Fukuyama en que lo más esperanzador es lo que está haciendo Bill Gates: formar un grupo potente financieramente para investigar, que es por donde deberían haber comenzado. Se han perdido décadas en politiqueo.
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