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DECADENCIA DE OCCIDENTE

domingo, 1 de mayo de 2016

Sobre la guerra

Del Conde Kessler, 1915:

Esa noche cené solo en el hotel Hungaria y comencé a reflexionar sobre el acontecer bélico en esta pausa en la que, por primera vez desde hacía siete meses, me liberaba de la presencia cotidiana de la guerra en mi vida . La guerra es un estado al que desgraciadamente uno se termina por acostumbrar. En la guerra se entablan relaciones con tanta intensidad y espontaneidad como sólo se dan en la primera juventud (Schoeler, Below). En la vida diaria, sobre todo en medio del fuego, tememos la muerte, como el niño en el teatro teme la caída del telón. ¿Por qué? El confuso y algo iluso miedo a la muerte, se le desentraña a uno poco a poco en la guerra. Uno acaba embotándose paulatinamente ante los proyectiles y la muerte. Y, cosa paradójica, con tanta mayor intensidad se ama entonces la vida: los amigos, la naturaleza, la belleza. La guerra me ha enseñado a amar y admirar muchísimo más a ese hombre, que ella me ha mostrado en todo su terror y maldad, en su grandeza y ternura. Me lo ha mostrado como animal y Dios. En la guerra está permitido todo lo que conduce a un fin. Pero, precisamente por eso, ¿cómo hay que someterse a tales imperativos?

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