Hans Magnus Eznensberger
Quizá sea necesario recordar que todas las luchas que a lo largo del siglo XIX condujeron a la formación de los modernos Estados nacionales no eran simples reyertas irracionales. Quienes sólo piensan en el repugnante patetismo chovinista que las arropaba pasan por alto los logros constructivos del nacionalismo europeo de viejo cuño, que al fin y al cabo alumbró constituciones, liberó a los siervos, emancipó a los judíos, instauró el Estado de derecho e implantó el sufragio universal. Tales innovaciones no interesan en absoluto a las actuales bandas combatientes. A los nacionalistas de nuestros días sólo les mueve la fuerza destructiva que emana de las diferencias étnicas. El tan invocado derecho a la autodeterminación se reduce al derecho a determinar quiénes deben sobrevivir en determinado territorio y quiénes no. Sólo les guía el deseo de destruir todo tipo de «vida inservible». A los contendientes de las guerras civiles de Angola, Somalia o Camboya nada les resulta más indiferente que la suerte que puedan correr sus pretendidos hermanos de tribu; no les importa arruinarlos, bombardearlos, pasarlos por las armas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Ponga Ud. lo que quiera, Muestre su airada y justa indignación, su santa Ira, pero respete un mínimo sentido del decoro. Tenga en cuenta que las opiniones son libres, los sentimientos ofendidos dignos de reparo, pero serán tanto más respetados cuanto su expresión esté más alejada de lo vulgar.