DESTROZONAS
SALVANDO las distancias, las protestas que ha levantado Pablo Iglesias en el PSOE al presentarse como socialdemócrata me recuerdan las que provocaban los etarras cuando se definían como «izquierda abertzale». Los abertzales, decían los progres, no pueden ser
de izquierdas, y lo ha repetido hace unos días esa lumbrera llamada Pedro Sánchez, sin darse por enterado de que, ya en 1994, los socialistas del País Vasco, encabezados entonces por Ramón Jáuregui, cambiaron de murga e invitaron a Herri Batasuna a integrarse en la Casa Común de la Izquierda, vale decir en el PSOE, por entender que la izquierda abertzale era más de izquierda que abertzale.
Aquí, en España, el primero que tuvo redaños en reclamar para sí el marbete de socialdemócrata fue Dionisio Ridruejo, con su segunda banda juvenil (los Pablo Martí Zaro, Ignacio Sotelo, Miguel SánchezMazas…), pero mucho más con la tercera (la de los
Lasuén Sancho, Chueca Goitia, Benet Goitia y otros Goitias). A mí me explicó el proyecto de convertir esa tercera banda en un partido socialdemócrata Antonio García López, su futuro secretario general, una noche de 1970, en un pasillo del expreso MadridSevilla, y me invitó seguidamente a afiliarme, porque, a pesar de tanto Goitia, necesitaban un vasco autóctono, como cualquier partido que se precie de español.
Para la izquierda entonces clandestina, los de Ridruejo eran todos de la CIA. Socialdemócrata fue sinónimo estricto de esbirro imperialista en la jerga progre hasta que Felipe González reivindicó el título en 1979. Desde entonces se puso de moda, como equivalente sobrevenido de antifranquista democrático, una rarísima especie bajo el franquismo que crecería desmesuradamente en los años ochenta. Xabier Arzalluz dijo haberlo sido desde su juventud berlinesa, e incluso Iñaki Esnaola, dirigente de HB, declaró a Hans
Magnus Enzensberger que su organización era un partido inspirado en la socialdemocracia sueca. Uno de los maestros reconocidos por Pablo Iglesias Turrión, el nacionalcomunista Jorge Verstrynge, ha definido al mentor político de sus años mozos, Manuel Fraga Iribarne, como un socialdemócrata bajo camuflaje conservador. De modo que, como poco, el asunto no está ni medio claro, y las aportaciones eruditas de los intérpretes canónicos del felipismo (la apelación al «equilibrio presupuestario escandinavo», por ejemplo) no las entiende ni Pedro Sánchez, que insiste en que él es el auténtico socialdemócrata de la película porque su padre fue socialista y su abuelo también. Así que la socialdemocracia es cuestión de genes. Y este tipo espera todavía ganar las elecciones.
La culpa, no se engañen los socialistas, la han tenido ellos y sus últimos dirigentes, que se han portado como las destrozonas del viejo carnaval madrileño,
disfrazándose de no se sabe qué y arreando escobazos frenéticos a todo lo que veían mantenerse en pie a su alrededor. Zapatero pretendió encarnar la socialdemocracia platónica mientras se proclamaba rojo y antiyanqui y convocaba a los fantasmas de la guerra civil. El resultado fue la insurrección de los resentidos, la marea populista que suscitó el PSOE, el 12 y 13 de marzo de 2004, al lanzar a sus huestes al asalto de las sedes del PP. Masas que se bolchevizarían definitivamente en 2010, cuando, urgido por la crisis, el gobierno socialista se replegó a la ortodoxia del «equilibrio presupuestario». Ahora, la izquierda mayoritaria sigue a unos payasos rojos, antiamericanos a la manera chavista y deseosos de convertir España en un videojuego donde puedan ganar la guerra civil de sus abuelitos. Y a todo eso Pablo Iglesias, como un Rodríguez Zapatero reversible, lo llama socialdemocracia.
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domingo, 12 de junio de 2016
Socialdemocracia a la española. Breve historia de un triste mito
Por Jon Juaristi, en el ABC.
3 comentarios:
Ponga Ud. lo que quiera, Muestre su airada y justa indignación, su santa Ira, pero respete un mínimo sentido del decoro. Tenga en cuenta que las opiniones son libres, los sentimientos ofendidos dignos de reparo, pero serán tanto más respetados cuanto su expresión esté más alejada de lo vulgar.
Buenos días:
ResponderEliminarme encanta su blog y coincido con usted en casi todos los diagnósticos economícos y sociales,me gustaría que comentara este pdf de la asociación IBE que viene en el articulo de hoy de Juan Laborda en vozpópuli
Lo estoy buscando... Y si me manda el lino...
ResponderEliminarAh, la carta de los inspectores... Estoy totalmente de acuerdo. El MUS es una patochada que no funciona no funcionará. En el viaje de la supervisión nacional al MUS se han pedido piezas. Luego parece que el r surtido final es menor calidad de inspección. La banca europea no está sana todavía. El consejero de estabilidad financiera del FMI, José Viñals, decía que un 30% d lps activos bancarios no son rentables.. Así la banca no pierde cumplir su papel social d financiar la economía.
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