"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

domingo, 4 de junio de 2017

El fanatismo y la democracia

En YouTube, la solemne declaración de Macron contra la salida de Trump del llamado "Acuerdo de París". 
Un perfecto ejemplo de político sometido al dogma de CO2 = Calentamiento. Un dogma. Si no lo fuera, habrían sido capaces de medir con precisión cuánta cantidad de CO2 hace falta para producir un aumento de X grados de temperatura. Nada. No sabemos ni siquiera la función - si es lineal, si es no lineal, qué forma tiene, sus parámetros, etc - que liga estas dos variables (Rodríguez Herrera). Hace quince años decían que el mar iba a subir su nivel en 15 metros. Vamos a los diques de Holanda y ¿cuantos cm, no metros, ha subido el mar? (E García Sáez).
El tono solemne y pomposo de Macron me decepciona. Nuestros hijos y el planeta. Pero eso es una metáfora literaria, sensiblera, construida sobre una posible Falacia. Ninguna alusión a los niños de Africa que dejan de comer y morirán antes porque tendrán menos alimentos, dado el enorme coste de la aplicación del Acuerdo de París. Esto no es una metáfora. Cuanto más sube el coste de producir algo, menos recursos hay para producir otra cosa. 
Estos son los mismos que impiden que los alimentos transgénicos, que podrían aumentar exponencialmente la base nutricional mundial, traspasen fronteras; se mete miedo a base de historias inventadas sobre efectos inexistentes de dichos nuevos alimentos, que ciertamente son más naturales que los que comemos ahora, llenos de abonos y pesticidas. El grupo de presión más eficaz que impide que los niños de África tengan acceso a su salvación es Green Peace, cuyo prestigio inmerecido es protegido por los políticos como Macron, que desde hoy podemos llamar el fanático. Porque es claro que no es un cínico que no cree en nada. Es claro que el es creyente. Como lo serán la mayoría de los demás políticos europeos, convencidos y comprometidos con sus errores. 
Vivimos de leyendas y mitos. Leyendas y mitos que aúnan voluntades. La obligación de los políticos debería ser desvelar lo que hay detrás, no ponerese en manos de organizaciones interesadas porque viven muy bien de ello, como Green Peace. Y la clase periodística, ¿para qué hablar? Son los encargados de difundir su evangelio, la "Buena Nueva" que, casualmente, es catastrofista, como lo era el Evangelio de Cristo, que anunciaba el fin del mundo inminente. El Evangelio te anunciaba un fin inminente del mundo material y el pase a una Nueva Vida, perdurable y feliz, después de un juicio terrorifico que seleccionaría a los pocos salvables. 
Estos nuevos evangelios  sólo te ofrecen luchar sin fin contra objetivos contradictorios, tras de los cuales no hay un fin, sino nuevas catástrofes mientras este mundo no se corrija. La verdad es que el marxismo, por lo menos, te ofrecía al final del camino el paraíso en la Tierra para los trabajadores, una vez las ratas capitalistas fueran exterminadas. Cuando se descubrió lo que había detrás del mundo comunista, las penalidades sin fin, el atraso y las tiranías, muchos no quisieron creerlo. Quisieron seguir creyendo en la Fe marxista, o al menos en la "Lucha". Pero ahora el objetivo es confuso. Los medios son inexplicables. Mejor que algunos, los niños africanos por ejemplo, sufran un poco más para que siga "avanzando" el Acuerdo de París, de escasa utilidad por otra parte, como han denunciado muchos. Mejor seguir explotando estos mitos, que al fin y al cabo generan impuestos que van a pagar cosas inútiles o perjudiciales, que suben el coste de vivir en nuestros países, por la mala gestión de los recursos energéticos. 
Por eso he sicho "Trump tiene razón". Por eso he dicho que como toda religión, exige sus sacrificios humanos, aunque obviamente sería indigerible que fueran como los sacrificios de los Incas, a plena luz del sol. El marxismo también exigía millones de sacrificados, hasta de los que tenían manchas de tinta en las manos porque sabían escribir, y eso era un signo de señoritismo en Camboya para los Jemeres Rojos. Es paradójico que el marxismo, que dijo que la religión era el opio del pueblo, se convirtiera en al primera religión materialista, que daría origen a las actuales. 


2 comentarios:

Enrique dijo...

Excelente! Es refrescante que haya voces que hablen con honestidad y sin miedo sobre esta dictadura ideológica de la izquierda.

Recuerdo que hacía el 2005 trabajando en temas de impacto medioambiental,no había consenso alguno entre los científicos en este tema. Hoy se estigmatiza al que esté en contra (desde la famosa cruza socialista de Al Gore).

La derecha acomplejada hasta que ha venido el "Jesús Gil o Florentino" americano y ha dicho lo que nadie se atrevía a decir.

www.MiguelNavascues.com dijo...

Así es. Trump es un loco, pero ha dicho la verdad.