"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

miércoles, 23 de enero de 2019

Todo es mentira. Los pasivos han ganado poder adquisitivo

Como se puede leer en un artículo de Luis Garicano - de la London School of Economics, y quizás futuro ministro de economía en España -, es absolutamente falso que las percepciones de pensionistas y gastos sanitarios hayan perdido poder adquisitivo. En sus propias palabras:

“El debate presupuestario en España está dominado por una imagen falsa de lo que ha sucedido en los últimos 10 años. Los españoles estamos convencidos de que los gobiernos han sido forzados por Bruselas a realizar profundísimos recortes. España ha sido víctima, según esta equivocada hipótesis, de un austericidio y para evitarlo hay que quitarse las ataduras con los nuevos Presupuestos.

“La realidad es muy diferente. El ajuste en España ha sido más suave que en los demás países. Durante la crisis, la Comisión Europea abrió un procedimiento de déficit excesivo contra un total de 26 países —solo Estonia y Suecia se libraron—. ¿Cuántos países quedan en el procedimiento? Solo uno: España.

Veámoslo en los datos. Comparado con el momento inicial de la crisis, el Reino Unido tiene ahora un nivel de gasto público per cápita solo un 3% superior (vean lo que supone una verdadera austeridad en el gráfico), los EEUU un 13% superior y España un 15% superior (excluyendo intereses), de acuerdo con el cálculo hecho en una entrada reciente en el blog económico NadaEsGratis por los economistas José E. Boscá, Rafael Doménech y Javier Ferri. En el Gráfico 1 se compara la evolución del gasto público corriente per cápita, neto de pago de intereses, en España, Estados unidos y Reino Unido, tomando como referencia el periodo 2007 como último año pre-crisis. Se aprecia claramente la reacción expansiva de la política fiscal en los primeros años de la crisis y la posterior corrección, que en España resulta especialmente evidente durante 2012, coincidiendo con el periodo más delicado de la crisis de deuda soberana. Llama la atención que, incluso en los momento más duros de la corrección del gasto público, éste se situó todavía un 10% por encima del observado en el último año de expansión. A finales de 2018, las previsiones de la Comisión Europea sugieren que el gasto público corriente per cápita (en términos reales) superará en más de un 15% el nivel anterior a la crisis, por encima de EE.UU. y Reino Unido.”

Gasto público  % per capita.(Gasto público corriente en términos reales y per cápita, excluyendo intereses, 2007-2018 (2007=100). Fuente: Elaboración propia a partir de AMECO, con las previsiones de otoño de 2018.j



Es decir, en el Reino Unido ha habido un verdadero ajuste fiscal, pero en EEUU y España, no. 
Ahora viene la segunda parte: ¿a donde ha ido ese desproporcionado aumento de gasto? 
Veamos lo que dice Garicano:

“A qué partidas se ha dirigido este fuerte aumento del gasto? Aunque las recientes manifestaciones hagan difícil creerlo, en primer lugar, a las pensiones. El pensionista medio tiene un poder de compra un cuarto (23%, para ser preciso) mayor a finales de 2018 que a finales de 2007. ¿Por qué? En gran parte porque las pensiones de los nuevos pensionistas son mucho más elevadas.

“En segundo lugar, el aumento del gasto se dirigió a pagar por el desempleo, que en los cuatro años peores de la crisis alcanzó los 30.000 millones de euros.

“En tercer lugar, se dirigió a mantener el gasto en sanidad y en educación. De acuerdo con los cálculos de Boscá, Doménech y Ferri, incluso en el momento peor de la crisis el gasto per cápita en sanidad y educación nunca fue menor que el de 2007, y ahora es un 8% superior.”

Todo esto significa que la realidad que hemos vivido, convulsionada por manifestaciones más o menos pacíficas de los grupos interesados, han sido manipuladas sobre la base de una gruesa mentira. Ni el gobierno anterior ni el actual han hecho el más mínimo esfuerzo para explicarlo a los españoles que pagan los impuestos. Probablemente las manifestaciones del taxi estarán igual de forzadas y manipuladas. Pero fíjense con qué miedo las autoridades se pasan la patata caliente de enfrentarse con las manifestaciones y poner coto a la violencia. 
Para sostener estas mentiras y no “enmendalla”, el gobierno se ha visto forzado a subir los impuestos, a pesar de lo cual la deuda pública neta sigue aumentando. 

“Las medidas de los PGE propuestas para 2019 solo buscan recaudar más para gastar más, sin reducir el déficit estructural. El déficit no solo es una pesada mochila sobre los hombros de las familias, también es una bomba de relojería aguardando una crisis para estallar. El Gobierno pone en riesgo a todos los españoles con nuevos compromisos de gasto que harán más difícil el ajuste futuro —una vez aumentados, las prestaciones y subsidios son muy difíciles de reducir—.”

Cuando España destaca por su deuda pública del 100% del PIB, y por una tasa de paro la más elevada del mundo, no se puede argumentar que esta política fiscal es una política keynesiana que se retroalimentación a sí misma, cuando el crecimiento inducido por el gasto fiscal cubre con suficiencia el aumento del déficit. Para que funciones una política de esta índole - que puede funcionar si miramos a Suecia - es absolutamente necesario ahorrar en los tiempos de auge, para cubrir y dejar en cero el déficit intertemporal, que es el que nos importa. 
Gastar en gastos de consumo por ceder a la presión de la calle no se puede llamar política keynesiana. Una cosa es hacer un esfuerzo para mantener el poder adquisitivo y la calidad de la oferta sanitaria, otra muy distinta es mentir a todo el mundo y, peligrosamente, fomentar la idea de que la presión es rentable, porque el país acaba, sino lo está ya, en manos de un gobierno débil dominado por los grupos de fuerza. Otra cosa muy distinta hubiera sido si el aumento de déficit y deuda hubiera ido dirigida a rebajar cargas fiscales que contraen o limitan la productividad, porque lo que necesita España es más empleados y más  por empleado. Esta propuesta, acompañada con una reforma estructural de la carga fiscal sobre el trabajo y, por transferencia, sobre la empresa, de las más altas del mundo, es lo que le falta imperiosamente a la economía española, caracterizada por su baja productividad, como se puede ver en el gráfico de renta per capita comparada: 





En el que aquí edito, se ve el PIB per capita de varios países desde 2002. España es el de línea punteada. Los valores a precios constantes están en dólares, lo que creo que no afecta a la reflexión. 
Lo primero que sobresale es la diferencia notable de nivel entre España y los demás. Esto me lleva a aquella frase estúpida y bochornosa de Zapatero en 2008, presumiendo de que iba a igualar a Francia y superar a Italia, ¿en qué? Sólo tendría sentido si fuera en renta per capita, y lo dijo justo antes de que estallara la crisis, que a diferencia de los demás países, nos hundió en un prolongado bache del que justo ahora nos hemos repuesto, recuperando el nivel de 2008 (parecido al de Italia).
Por lo tanto, otra cosa a reseñar es la diferencia notable de la crisis de España respecto a los demás países del gráfico, que pusieron proa a la salida mucho antes que España. 
En todo caso arrastramos un déficit permanente en nivel personal de renta, pese que en 1975, al morir el régimen anterior, nos las prometíamos muy felices con la democracia y sus efectos taumatúrgicos sobre la economía. ¿No estábamos todos tan cerca unos de otros en 1965? 
Pues sí, pero la brecha se ha ido agrandando, por variadas razones, la primera de las cuales es la productividad. La renta per capita es una medida aproximada, aunque no exacta, de la productividad (ésta es la cantidad de PIB por trabajador, la otra es la cantidad de PIB por población, pero es evidente que cuanto mayor sea la primera, más recursos hay para sostener un nivel de población).
La productividad, a su vez, depende de la innovación tecnológica, que aumenta el producto obtenido por trabajador, lo cual aumenta el Valor Añadido por empresa y, por ende, el beneficio y el salario. 
Mi reflexión es que el bache creciente es un fracaso de la economía española. Por mejor decir, de régimen institucional desarrollado desde la Constitución, que yo achaco personalmente al fracaso sin paliativos de las autonomías. Sé que hay muchos defensores, ¡todavía! de esta forma de sangría, y que tardarán años en cambiar. Pero me temo que mucho son chupóteros de una u otra forma de los miles de agujeros que hay en las tuberías del Estado. 

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