"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

miércoles, 12 de febrero de 2020

España y los americanos. Bienvenido mister Marshall

Supongo que está claro que ayer, cuando comentaba el estado de satisfacción de los americanos con su economía, estaba claro que no quería hacer comparaciones con España ni Europa. Lo que estaba era hurgando en la retorcida visión que tenemos en España de EEUU, y de paso de Occidente, al que mentalmente me temo que no acabamos de digerir. 
Porque es imposible, o un oximoron, declarase pro occidental y odiar a EEUU. Por ahí iban mis argumentos. 
EEUU es bastante odiado en Europa, por cierto, si excluimos a Gran Bretaña. Pero si Europa existe como existe hoy en día, con la EU y toda la parafernalia, es gracias en buena parte a EEUU, que ayudó a la Europa liberal a ganar la I y II Guerras Mundiales a Alemania, la del Káiser y la de Hitler, y a la reconstrucción posterior con el plan Marshall. 
Sin EEUU, ambas guerras se hubieran decantado por el otro bando, me temo. Así que es posible, no sé si probable, que ahora estaríamos todos levantando el brazo a la manera hitler-musoliniana-franquista. ¿Y la guerra fría? No hay más que pensar cómo se vio esa guerra en España: contra los americanos, pese al casi nulo comunismo en España.
La participación de EEUU en la II Gran Guerra se debió, además de los crasos errores de Hitler, al encabezonamiento de un personaje de esos que salen una vez cada mil años en la Historia: Churchill, que primero decidió resistir con gran heroísmo a la invasión frustrada de la Isla - heroísmo que supo contagiar como nadie a sus ciudadanos, con una capacidad de liderazgo sublime - y segundo esperó pacientemente que EEUU, difícil de convencer, entrará en la guerra gracias al bombardeo de Pearl Harbour, que le permitió a Roosevelt declarar la guerra a Japón y por ende a Alemania, su aliada. Fue entonces cuando Churchill se convenció que podían ganar y que ganarían.
Los errores de Hitler fueron decisivos. Cuando tenia a Europa y Oriente Medio bajo su bota, se le ocurrió atacar a Rusia, lo cual ya estaba escrito, por cierto, en su Mein Kampf, por lo que Stalin no tuvo excusa para desdeñar los avisos de Churchill de lo siguiente significativos movimientos de tropas hacia la frontera rusa. Movimientos, por cierto, que sufrieron un retraso de tres meses decisivos en la derrota alemana en Rusia, pues les retrasó la llegada a Moscú hasta octubre, y llegó el invierno que derrotó a Hitler como a Napoleón un siglo antes. 
Este retraso se debió, en parte, al empecinamiento de Churchill de ayudar a Grecia y a Yugoslavia contra la agresión de los germanos, lo que obligó a éstos a a mandar tropas al sur y retrasar el ataque a Rusia. El invierno ruso dio tiempo a reconstituir el ejército ruso, decapitado por el loco Stalin en 1939 en sus alucinantes purgas. 
La entrada de EEUU fue providencial por la aportación de hombres y material a una guerra en la que eran remisos a meterse por el amplio anticomunismo de su población, que había impedido y frenado la voluntad de Roosevelt de ayudar antes a la casi derrotada Inglaterra. Entrar de aliado con Rusia comunista era peliagudo de vender políticamente, y si Roosevelt no hubiera ganado sus terceras elecciones - por primera vez en la historia -, es muy posible que la historia de la guerra hubiera transcurrido por otras sendas. Los avatares son tan decisivos o más que la voluntad de los actores.
Roosevelt se entendió bien y confió en Churchill y viceversa. Eso fue un factor decisivo, como lo fue la capacidad de liderazgo de ambos, sobre todo de Churchill, que aguantó durante casi dos años la terrible batalla de Inglaterra, de bombardeos casi continuos hasta que Hitler se rindió a la evidencia de que iba a ser difícil invadirla, y la batalla de Atlántico, en la que los submarinos alemanes hicieron mella en la Armada inglesa, pese a su superioridad.
La mala prensa de que ‘goza’ EEUU en España, y no menos en Europa, es del mismo tenor con la que se odiaba al Imperio Español en su máximo esplendor, pese a su influencia en costumbre y cultura, como hoy se puede decir de EEUU. Pero el rencor es el resorte más fácil de disparar para los políticos, y a los americanos se les endilga cualquier culpa que venga bien. Contra ese rencor a nuestro principal aliado, esa distopía que padecemos, es a lo que me refería ayer. 
EEUU es un país democrático, donde vive gente normal, del que podemos además aprender muchas cosas, y, lo siento, sin el que no podemos vivir como estado ni como europeos, como se comprobó en la guerra fría.
Pero lo que más me sorprende es el antiamericanismo de sujetos de la izquierda como Zapatero (se quedó sentado al paso de la bandera americana, una falta de torpeza indescriptible), y Sánchez. Más que nada porque el anti americanismo tiene una raíz inequívocamente franquista, como ha habido repetidas pruebas en la historia. Franco se hizo americano cuando los vencedores de la Segunda Guerra Mundial fueron ellos, no antes, y siempre reservó un rencor, él y los suyos, a EEUU muy patente. Para él eran los masones. Por eso me extraña que esta izquierda anti franquista que va a hacer delictivo la apología del franquismo, sea tan anti Americana. Pues de algún modo tienen razón, porque ese anti americanismo pertenece a la España más profunda. 
Total, que uno no sabe dónde colocarse. 

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