"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

martes, 26 de mayo de 2020

Los Austriacos, los otros, y la deflación

Durante la gran Depresión de 1929-33, hubo un debate entre un lado y otro de la Economía sobre la deflación que se desencadenó, que llevó los índices de precios a caer más del 20% anual. Por un lado, la economía dominante, en la que se incluye a Irving Fisher de Yale hasta Keynes, en Cambridge, la caída del nivel de precios era un fenómeno monetario al que había que contrarrestar mediante una política monetaria pro reflacionista, que mantuviera estable el nivel de gasto nominal, pues si no la caída de precios causaría más contracción real. 
Por el contrario, la Escuela Austriaca se destacó por decir que la deflación era un depurativo eficaz (la teoría del liquidacionismo), pues las empresas sólidas siempre sobrevivirían y solo desaparecerían las malas que, de todos modos, iban a quebrar. Un ejercicio, por tanto, de quitar grasa innecesaria y perjudicial que libraría recursos para los eficientes. 
La Reserva Federal, maniatada por el patrón oro, siguió esta última línea, y permitió que subieran los tipos de interés reales al caer la oferta monetaria disponible. David Glasner tiene un artículo sobre este error de los Austriacos - aunque según él éstos conservan algunas virtudes que merecerían ser visitadas por los no Austriacos. Cito ahora los párrafos de Glasner más centrados en la deflación del 29, 

Chancellor cita la desconfianza sobre el uso de agregados estadísticos e índices de precios como un factor en la desastrosa advertencia de política de Hayek contra las medidas anti-deflacionarias o reflacionarias durante la Gran Depresión.

Su desconfianza en los índices de precios puso a los economistas austríacos en conflicto con la opinión económica dominante durante la década de 1920. En ese momento, había un consenso general entre los principales economistas, que iban desde Irving Fisher en Yale a Keynes en Cambridge, de que la política monetaria debía apuntar a ofrecer un nivel de precios estable y, en particular, tratar de evitar cualquier disminución de los precios (deflación). Hayek, quien a principios de la década había pasado un tiempo en la Universidad de Nueva York estudiando política monetaria y en 1927 se convirtió en el primer director del Instituto Austriaco para la Investigación del Ciclo de Negocios, argumentó que la política de estabilización de precios estaba equivocada. Hayek escribió que era natural que las mejoras en la productividad condujeran a precios más bajos y que cualquier resistencia a este movimiento (a veces descrito como "buena deflación") tendría consecuencias económicas perjudiciales.

Es decir, para Hayek la deflación era un efecto del aumento de la productividad, que permitía competir a más bajos precios, y cualquier intento de evitarlo sería perjudicial. Pero, 

El argumento de que la deflación derivada de la expansión económica y el aumento de la productividad es normal y deseable no es lo que llevó a Hayek y a los austriacos a perderse en la Gran Depresión; fue su incapacidad para darse cuenta de que la deflación que desencadenó la Gran Depresión fue un fenómeno monetario causado por un mal funcionamiento del patrón oro internacional. Además, la propia teoría del ciclo económico de Hayek afirmaba explícitamente que una política monetaria neutral (estable) debería apuntar a mantener constante el flujo del gasto total y los ingresos en términos nominales, mientras que su consejo de política de acoger la deflación significaba una tasa rápidamente decreciente del gasto total. El consejo de política de Hayek fue un inexcusable error de juicio, que, para su crédito, sí reconoció después del hecho, aunque muchos, tal vez la mayoría, los austriacos se han negado a seguirlo hasta ese punto.

Ahora están claros los efectos de la deflación, aunque todavía hay quien los discute. La deflación es una caída del nivel general de precios - algo en que Hayek no creía. Esa caída tiene efectos letales sobre los beneficios de las empresas, pues los salarios nominales jamas van a disponer de información suficiente para aceptar un ajuste a la baja proporcional a la caída de precios. Además, la caída del conjunto de éstos impide el ajuste de precios relativos, que es en lo que se basa la eficiencia de una economía. 
Finalmente, la deflación arrastra un pesimismo que hace a la gente preferir dinero líquido sobre cualquier activo, lo que lleva al derrumbe de los mercados de activos. 
Pero fue sobre todo el patrón oro vigente lo que guió la actuación de la FED en una dirección contractiva, lo cual, través del sistema, se contagió  a todo el mundo. Todos los países pertenecientes al club oro cayeron en una deflación y Recesión agudas. Gran Bretaña, que había decidido reingresar en 1925 a un absurdo tipo de paridad de la preguerra, por razones de prestigio, sufrió una contracción especialmente grave. Sólo cuando en 1931 decidió abandonarlo, la economía mostró signos de vida.  
(He tratado esta época en mi post “Inglaterra, Churchill y el Patrón Oro”.)
Los que más claro tienen lo que es la deflación son los americanos, no en balde conocieron los primeros una deflación de verdad, y superior después que la salida del $ del Patrón oro dictada por Roosevelt y su devaluación permitió tomar un camino reflacionista que dio un gran empujón a la economía... aunque ya fue tarde para evitar la II Gran Guerra. Al menos sus economistas de algunas universidades lo tienen bien estudiado. Bernanke es un ejemplo de máximo experto llamado a ser presidente de la FED.
Se toma por sabido que fue el gasto de guerra el que sacó las economías de la depresión. Pero antes, desde 1933 al 37, hubo un rebrote económico provocado por una política monetaria adecuada.

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