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DECADENCIA DE OCCIDENTE

domingo, 29 de agosto de 2021

El dinero

Lo que más me gusta de la economía es la teoría y la política monetaria. Llevamos más de diez años, desde 2008, que hemos comprobado la importancia crucial del dinero. No siempre fue así, pues hubo un tiempo de triunfo del keynesianismo, en los años 1950-60, que los economistas keynesianos (prácticamente todos) de USA, con Galbraith a la cabeza,  propagaban que la única política importante era la fiscal. La monetaria, cero relevancia. Eso les llevó a un galimatías cada vez más complejo que acabo en el fracaso del seudo keynesianismo americano - aunque la guerra de Vietnam hizo mucho por dar la puntilla y arruinar al país. 
Tuvo que venir Friedman en los setenta para poner en el centro del modelo el dinero, y arrinconar la política fiscal por las muchas fricciones que suponía. 
Sin embargo, Keynes fue un innovador en la teoría del dinero, que hasta entonces se había considerado un mero instrumento de intercambio de bienes. Keynes demostró que era un activo poseedor de valor, y que la gente, los inversores sobre todo, estaban pendientes de comparar su patrimonio con la liquidez; es decir, tenían mucho cuidado con la la liquidez de sus activos, y cualquier súbita inquietud por ese aspecto podía desatar la preferencia por la liquidez y la liquidación de activos, que se derrumbaban de precio. Eso ha sido muy visible en la última década. 
De modo que hubo un tiempo que los bancos centrales no tenía el protagonismo que tienen ahora. Los keynesianos americanos se equivocaron por despreciar las capacidades financieras de Keynes, no solo por su experiencia bolsista,  sino por la profundidad de su análisis. Si en algún punto destrozó a sus predecesores fue en éste. El dinero no es algo neutral que pasa por la economía “sin romperla ni mancharla”, como asumían los clásicos, de manera que era como un velo que ayudaba sin incordiar. El dinero, todo lo contrario, puede tener influencia en los mercados, y satisface una demanda social que no sólo es instrumental. Cuando la demanda de dinero cambia, puede afectar no sólo al nivel general de precios, sino también a los precios relativos, eso que no comprenden los libertarios, que creen que los previos relativos son los que estarían vigentes si no hubiera dinero y hubiera trueque. Bendita ingenuidad.

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