La última vez que vivimos esto fue en los años setenta/ochenta, con las dos crisis del petróleo, lo que fue aprovechado por la escuela de Chicago para inventar una teoría errónea sobre las Expectativas Racionales, que asignaba a éstas el aumento de la inflación porque los agentes interpretaban “racionalmente” las políticas monetarias expansivas. Nunca hubo tal, sino restricciones de la oferta que aumentaban los costes y la inflación. (No quiero decir con esto que no hubiera expectativas, simplemente que distan de ser perfectas.)
Las restricciones de la oferta que estamos viviendo producen una presión al alza de los costes, con la correspondiente reducción de la oferta, que impulsa al alza la transmisión de costes a precios porque la demanda, en buena parte determinada los banco centrales y sus tipos de interés cero, es creciente. De ahí la indeterminación de éstos entre mantener su política expansiva o moderarla, porque no depende de ellos los problemas de la oferta.
Esto podría tener una vigencia corta, pero desgraciadamente los expertos pronostican una prolongación permanente de los problemas de suministros energéticos y otros bienes intermedios. Ergo, las tensiones de costes, los despidos y contracciones de la producción, se van a mantener, y la demanda será alta si los bancos centrales no revierten su política expansiva, cosa difícil de implementar sin grandes quebrantos en la propia esfera de la producción.
De ahí que vea un escenario probable de PIB a la baja e inflación al alza: estanflación.
En estos casos no puedes hacer un análisis de oferta y demanda simple.
Todo esto lo digo sin introducir ningún escenario de posible empeoramiento de la pandemia, que complicaría el análisis y el panorama enormemente, a peor claro.
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