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DECADENCIA DE OCCIDENTE

sábado, 20 de enero de 2024

Turchin y las malas vibraciones

Me encuentro con este párrafo en la columna de Jorge Bustos de hoy
Vivimos en una comunidad política esquizoide, dividida, incomunicada. Podría coserse, pero el que manda acaba de incorporar su muro al ideario socialista, sustituyendo todo lo que había en él: ahora el único principio no sujeto a negociación y venta es el cordón sanitario al PP. Cada tribu abreva en noticias diferentes, se indigna por motivos opuestos, relativiza hechos objetivamente graves o aúlla por escándalos manifiestamente postizos. La conversación pública se atomiza, sorda al prójimo. Y una nación que ya no es capaz de sostener una sola conversación consigo misma no puede prevalecer.

Esto me hace recordar a Peter Turchin, con quien me he topado recientemente. Turchin practica una nueva rama de la historia: una historia que analiza tendencias históricas con la ayuda de modelos matemáticos. No es un mago de bola de cristal: él confiesa las limitaciones de su metodología, es poco pretencioso y afirma que no pueda más que predecir tendencias, no el momento exacto en que éstas van a chocar y acabar en crisis.
No he leído todavía su última publicación, 



pero los artículos que hablan de ella dicen cosas escalofriantes. Escalofriantes porque otros muchos analistas y observadores dicen algo parecido a lo que afirma Turchin.
Recojo algunos párrafos de los comentarios de Sergio del Molino (Ethic)

Antes de seguir hay que aclarar que Peter Turchin es un científico riguroso que trabaja en un campo pluridisciplinar aún nuevo, pero cada vez más aceptado entre historiadores, sociólogos, economistas y demás científicos sociales. La cliodinámica (por Clío, musa de la historia) utiliza grandes repertorios de datos históricos (registros demográficos, financieros, todo tipo de documentos cuantificables, etc.) y los mete en modelos matemáticos con algoritmos y ecuaciones para predecir el comportamiento de las sociedades complejas. A su manera, son augures informados, que aciertan mejor cuanto mayor es la calidad y la cantidad de los datos que procesan.”

Dice Turchin que las sociedades complejas (es decir, las organizadas en Estados, desde Mesopotamia hasta hoy) están sometidas a ciclos de unos doscientos años en los que se alternan períodos de estabilidad con períodos de turbulencia que se suceden cada cincuenta o sesenta años. Estados Unidos y el mundo occidental ha entrado en uno de esos períodos turbulentos, y la experiencia histórica dice que pronto estallará de algún modo.

Resumiendo la complejidad en un cuadro sinóptico, Turchin divide las sociedades en tres elementos: el Estado, las élites que controlan ese Estado y el pueblo. Cuando las élites y el pueblo mantienen un acuerdo que beneficia a ambos, la paz está asegurada, pero ese equilibrio es siempre inestable, y lo es aún más en las sociedades abiertas, libres y democráticas, pues también sabemos que la paz de las autocracias es la de los cementerios y de las cárceles: no hay voces alborotadoras porque las han acallado, no porque no haya motivos para alborotar. En una democracia, la agitación se expresa, y con ella, empieza la juerga.

Siempre ha sido difícil predecir el futuro. No es una ciencia, no se puede más que hacer comparaciones entre tiempos históricos diferentes y encontrar similitudes y diferencias cualitativas. Eso hicieron desde siempre los chamanes, como el brujo Nostradamus en la Edad Media, e historiadores (Arnold Thombee) o intelectuales (Oscar Spengler), que han buscado comportamientos de las sociedades más allá de la influencia los personajes eminentes, con más o menos fortuna. 
Pero aún sin acertar plenamente, han dejado resonancias de las que otros han recogido el testigo. El último en hacerlo es Turchin.
Turchin predijo en 2010, hace 14 años, que estos tiempos de hoy iban a ser difíciles, conflictivos y propensos a la polarización política, el último signo del posible estallido de una guerra. ¿Cuándo, dónde? Eso no lo pudo decir en 2010, pero hoy sí: en EEUU, 2024 será un año electoral, en un contexto de polarización y conflicto civil, escisión social, que augura que, gane uno u otro candidato, los perdedores no aceptarán el resultado y se sublevarán, como pasó en 1861 cuando Lincoln ganó las elecciones con la intención de liberar al a los negros. En 1865 estalló la guerra civil.
De todas maneras no hacen falta muchas matemáticas; basta con estudiar lo que pasó en los años treinta previos a la Segunda Guerra Mundial: insatisfacción, pobreza, hiperinflación... polarización y advenimiento de partidos políticos comunistas y su efecto, partidos fascistas (esto se lo debemos a Eichengreen). Al final, Guerra Mundial. El malestar y la insatisfacción crecientes las había predicho Keynes en su rechazo del Tratado de Paz de Paris, que decretó unos pagos de guerra a Alemania y sus aliados imposibles de cumplir. Por eso Alemania se vio inundada de hiperinflación y luego grave recesión, lo que desorientó tanto a la sociedad que ésta se echó en brazos de Hitler...
Hoy vivimos unas tendencias sociales corrosivas similares - cierto, aunque no iguales -. Pero las amenazas existen. Existe la desorientación, la entrega a nuevos grupos políticos radicales que reflejan la fragmentación moral de la sociedad, derivada en unas consignas sin fundamento, poliédricas, ofrecidas a la carta a una sociedad cada vez desorientada. Imposible formar así corrientes de opinión sensatas y estables. La polarización es el signo de nuestro tiempo. El malestar creciente por la caída económica, del empleo, y de la distribución son sus alimentos... y viceversa: la zafiedad creciente alimentan sin duda una economía precaria después de décadas de opulencia.
Esta es la base de Turchin, y debemos recibir su aportación como un avance sobre los anteriores intentos. No es que sus conclusiones fueran distintas, pero sí más intuitivas y menos rigurosas. Son como la culminación final de los intentos de leer en las estrellas, en las religiones y finalmente  en la historia, líneas de tendencias borrosas que Turchin las describe con mayor precisión. 

1 comentario:

  1. Gracias por compartir este descubrimiento. Me pongo a buscar cosas de Turchin.

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