Este año, los alumnos han preparado un programa de lo más completo. Entre otros temas, los ponentes discutirán sobre las relaciones de la UE con Rusia, Europa como líder de la era espacial, políticas migratorias, ciudades sostenibles y, cómo no, "El futuro de Europa: adhesiones y secesiones", a propósito del Brexit. La lista de conferenciantes españoles resulta sorprendente. Además del corresponsal Carlos Franganillo y del presidente de Acciona, José Manuel Entrecanales, están invitados Luis Cueto, sobrino de Carmena y coordinador general de Alcaldía del Ayuntamiento de Madrid; la ya embarazadísima Ada Colau (sí, en Harvard, donde el curso cuesta 60.000 euros) y Artur Mas. Es previsible que el anterior presidente de Cataluña (así lo presentan en la página web) intervenga en el apartado dedicado a las secesiones y adhesiones dentro de la UE. Lo hará obviando, como ya ha hecho el independentismo en otras ocasiones, que la secesión de Cataluña y la adhesión a Europa son excluyentes y el cúmulo de ilegalidades que amparó el 9-N. Sloterdijk dice que han dejado que los circos romanos se invistan de academias. Más grave podría ser que las universidades (y siempre excluimos a los departamentos de ciencias) sean circo, que no cabaré.
"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James
miércoles, 22 de febrero de 2017
España en Harvard
¿España debe imitar a Alemania?
Las metáforas, como los fundadores de religiones han sabido siempre, resultan decisivas para dar forma a las percepciones de la realidad que luego interioriza el público. Y con Alemania ha cuajado la imagen, ahora convertida en lugar común periodístico, de la locomotora. Pero, en realidad, a lo que más se parece la economía germana en el contexto europeo es a una aspiradora, no a un locomotora. Las locomotoras tiran de los vagones que las preceden; las aspiradoras, en cambio, absorben cuanto hay a su alrededor, dejando el más impoluto de los vacíos como única tarjeta de visita. Así las cosas, el éxito de Alemania se asienta en el fracaso de los demás. Algo que no ocurriría si los europeos comerciásemos de modo muy intenso con el resto del mundo, tal como el relato popular sobre la globalización quiere dar a entender. Pero eso, simplemente, no ocurre. Los europeos comerciamos de forma preferente con otros europeos. Somos un universo bastante más cerrado y autosuficiente de lo que se cree. España, por ejemplo, destina el 66% de sus exportaciones a los demás países de la Unión Europea. Y en eso no suponemos excepción alguna, sino que nos movemos dentro de la norma comunitaria. En cualquier caso, la alternativa de crecer exportando fuera de la Unión Europea, que no otro es el objetivo que inspira la política económica de Bruselas y Berlín, resulta tan inviable como lo anterior. Y por una razón similar. Las estrategias de desarrollo de Brasil, Rusia, India y China, los célebres BRIC, que junto a los emergentes de Asia serían los mercados potenciales de esa expansión europea, pasan por idéntico principio rector: exportar a Occidente. Todos ellos, sin excepción conocida, ansían exportar, no importar. Quieren vender, no comprar.
martes, 21 de febrero de 2017
Matemático: el freno migratorio contraerá el PIB.
Se vive más tranquilo fuera de Twitter
"A Samanta, acomodada y famosa, sus hijos le hacen perder calidad de vida. Animo Samanta, tus hijos te querrán igual".
"@HeroBaby @samantavillar Cuando no queréis ofender a alguien ridiculizáis su mensaje y le decís que sus hijos le querrán a pesar de ello?"
"Nuestro ánimo nunca fue ofenderte. Te deseamos lo mejor. ¡Felicidades por tu maternidad, Samanta!"
La misma Samanta les dedica un Twitt "enternecedor":¡Tarde, muy tarde para rectificar, "sinverguenzas", responde la cohorte de twitteros. Hala, a machacar a la puta empresa engañadora.
Hola @HeroBaby Por que metéis aceite de palma en vuestros productos, con la baja calidad nutricional y el perjuicio al ambiente? Gracias
domingo, 19 de febrero de 2017
El dólar no caerá. Subirá y mucho
Bajo el título "La calma que precede a la tormenta", Nicolás tiene un magnífico artículo. Debe leerse para saber las directrices que podemos esperar en este año. Sin embargo, discrepo en un punto. Creo que el dólar no se va a caer, todo lo contrario. Creo que las políticas anunciadas por Trump, si se aplican al pie de la letra, tienen que hacer subir al dólar... ante lo que no se sabe cómo reaccionará, aparte de cabrearse. Lo he explicado en mi último artículo, "Desmontando a Trump". Si Trump ejerce de proteccionista, y además se dedica a repatriar capitales, el efecto neto es una mejora de la balanza comercial y un gran entrada de capitales, lo que hará subir al dólar.
Otro motivo es que da el gran impulso prometido a La inversión pública, el tipo de interés subirá, y eso también haría subir el dólar.
Impepinable si no arbitra algo en contra, y la verdad, Trump tiene la pinta de ser un arbitirsta de cuidado.
Por ejemplo, puede obligar a la FED a intervenir en el mercado de divisas "al estilo de China", comprando divisas y vendiendo dólares que aumentaría su oferta y bajaría su cotización. ¿Lo hará? puedee hacerlo, pues como en todos los paises del mundo, la política cambiaria depende del gobierno (ídem en el euro: la política cambiaria no depende del BCE sino del ECOFIN Y del Consejo). Le creo capaz. Sería un desataré -inflación- pero es capaz
La verdad es que Trump no ha tenido en cuenta la reacción del resto de mundo, gobiernos o mercados, a sus propuestas confusas y o contradictorias. Una subida del dólar, como una subida del tipo de interés, sería viento de frente, y eso sin contar la respuesta del resto del mundo a sus medidas "tocacojones". En fin, un año incierto con riesgos marginale "talebianos", como dice Niko.
(Dios, no permitas que me meta a hacer pronósticos tan concretos. Suelen fallar siempre)
La corrosión del Estado español
sábado, 18 de febrero de 2017
Desmontando a Trump. ¿Fin del imperio americano?
Día en el gimnasio
Keynes en la URSS
He first visited Russia in 1925 (accompanied by his St Petersburg-born wife) as the University of Cambridge representative at the bicentenary celebrations of the Academy of Sciences in Leningrad. This was at the height of the Politburo power struggle that followed Lenin’s death. ‘Red Russia holds too much which is detestable,’ he reported. ‘I am not ready for a creed which does not care how much it destroys the liberty and security of daily life, which uses deliberately the weapons of persecution, destruction and international strife. How can I admire a policy which finds a characteristic expression in spending millions to suborn spies in every family and group at home, and to stir up trouble abroad?’ He was dismayed by the sovereign power of an ideology that seemed to him merely stupid. ‘How can I accept a doctrine which sets up as its bible, above and beyond criticism, an obsolete economic textbook which I know to be not only scientifically erroneous but without interest or application in the modern world?’ He loathed Soviet Russia’s destruction of individual initiative, educational excellence and personal distinction. ‘How can I adopt a creed which, preferring the mud to the fish, exalts the boorish proletariat above the bourgeois and the intelligentsia who, with whatever faults, are the quality in life and surely carry the seeds of all human advancement? Even if we need a religion, how can we find it in the turbid rubbish of the Red bookshops?’ Everything in Soviet orthodoxy was a violent affront to the ideals that inspired Keynes.In 1928 the two Keyneses revisited Russia. ‘We enjoyed the ballet and the opera … but came back very depressed about the Bolshies,’ Keynes reported to Ottoline Morrell. ‘It is impossible to remember, until one gets in the country, how mad they are.’ The vandalism of the communist economic system, in which doctrinal purity mattered more than making things work, left him aghast. ‘Offered to us as a means of improving the economic situation, it is an insult to our intelligence,’ he wrote in 1934. ‘But offered as a means of making the economic situation worse, that is its subtle, its almost irresistible, attraction.’ He saw communism not as a reaction against the nineteenth-century failure to organize optimal economic output, but as a reaction against agreeable prosperity. ‘It is a protest against the emptiness of economic welfare, an appeal to the ascetic in us all … When Cambridge undergraduates take their inevitable trip to Bolshiedom, are they disillusioned when they find it all dreadfully uncomfortable? Of course not. That is what they are looking for.’ The free-thinking, free-speaking meetings of the Apostles had begun to be marred by young Communist party members parroting party doctrines.* Until then practical politics had been beneath discussion on the hearth-rug. The young communists’ despoliation of a sacred Cambridge totem made Keynes condemn Das Kapital as he did the Koran. ‘I know that many people, not all of whom are idiots, find it a sort of Rock of Ages,’ he said to Bernard Shaw of Marx’s monumental work. Yet its motivating ideas seemed redundant, otiose and barren in the twentieth century. ‘How’, he asked Shaw, ‘could either of these books carry fire and sword round half the world? It beats me.’ 32 Socialism, too, seemed an irrational creed for any Apostle of Keynes’s generation. There was no appeal for him in Sidney Webb’s promised nirvana where the population would be bureaucratized and dutiful under governmental controls. ‘You will have some small office no doubt,’ Webb promised (or threatened) Virginia Woolf. ‘My wife & I always say that a Railway Guard is the most enviable of men. He has authority, & is responsible to a government. That should be the state of each one of us.’Nothing was more alien to Keynes’s outlook. Individual initiative was to him humane: it enriched character, personal fulfilment, the arts, scholarship, benefactions as well as enterprise. Capitalist individualism was an outlet for masculine aggression and a safety-valve on the will to dominate. ‘Dangerous human proclivities can be canalized into comparatively harmless channels by the existence of opportunity for money-making and private wealth, which, if they cannot be satisfied in this way, may find their outlet in cruelty, the reckless pursuit of personal power and authority, and other forms of self-aggrandizement,’ Keynes judged in 1936. ‘It is better that a man should tyrannize over his bank balance than over his fellow-citizens; and while the former is sometimes denounced as being but a means to the latter, sometimes at least it is an alternative’.
viernes, 17 de febrero de 2017
Trump, ¿muñeco en manos de Putin?
The story so far: A foreign dictator intervened on behalf of a U.S. presidential candidate — and that candidate won. Close associates of the new president were in contact with the dictator’s espionage officials during the campaign, and his national security adviser was forced out over improper calls to that country’s ambassador — but not until the press reported it; the president learned about his actions weeks earlier, but took no action.
Put it this way: I’ve been seeing comparisons between the emerging information on the Trump-Putin connection and the Watergate affair, which brought down a previous president. But while the potential scandal here is far worse than Watergate — Richard Nixon was sinister and scary, but nobody imagined that he might be taking instructions from a foreign power — it’s very hard to imagine today’s Republicans standing up for the Constitution the way their predecessors did.
It’s not a constitutional crisis — yet. But Donald Trump is facing a clear crisis of legitimacy. His popular-vote-losing win was already suspect given the F.B.I.’s last-minute intervention on his behalf. Now we know that even as the F.B.I. was creating the false appearance of scandal around his opponent, it was sitting on evidence suggesting alarmingly close relations between Mr. Trump’s campaign and Russia. And nothing he has done since the inauguration allays fears that he is in effect a Putin puppet.
How can a leader under such a cloud send American soldiers to die? How can he be granted the right to shape the Supreme Court for a generation?
jueves, 16 de febrero de 2017
Las manipulaciones en la contabilidad del PIB
Primero: En 2016, hasta noviembre, Hacienda ha recaudado 173.175 millones frente a los 168.486 del año 2015. Ahora bien, este año habéis aplicado un adelanto a cuenta del impuesto de sociedades de unos 8.000 millones, por lo que la conclusión del informe es que los ingresos tributarios… ¡han caído en 2016 respecto a 2015!
Segundo: El índice de consumo de energía eléctrica de las empresas ha caído un 0,9% en 2016 respecto a 2015. El consumo aparente de cemento ha caído en 352.000 toneladas en 2016. No es posible crecer si estos indicadores decrecen.
Tercero: . El valor de las exportaciones más alto de 2015 fue el del mes de julio, con 23.508 millones de euros. En todo 2016, España no ha sido capaz de superar esa cifra. Además, en el acumulado de 2016 sólo habéis pasado de 230.081 millones a 233.794 millones, es decir, un crecimiento del 1,6%, y en ningún caso en línea con el 3,2% del PIB.
Cuarto: Las ventas de las grandes empresas crecieron en 2016 un 2,4%, mientras que en 2015 lo hicieron el 5%. Esto quiere decir que están creciendo a un ritmo de algo menos de la mitad que el año anterior.
Quinto: La matriculación de vehículos creció en 2016 un 9,2% frente al 20% que lo hizo en 2015. Eso es menos de la mitad. Y si tomamos los datos de vehículos industriales, sólo creció un 8,5% en 2016, que comparado al 38,5% que creció en 2015…
Si el PIB en 2015 creció un 3,2%, y todos estos indicadores de actividad en 2016, de alta correlación con el PIB, están creciendo a valores inferiores, o incluso a la mitad, no es posible que el PIB del 2016 haya crecido un 3,2%,.
Por lo tanto, la deuda no es el 100% del PIB. Al PIB oficial, la deuda total sin recortes del PDE es del 141% de PIB. Ahora bien, si corregimos el PIB por la sobrevaloración probable del 17%, la deuda debería ser del 170% / PIB.
Las manipulaciones en las cifras de deuda
miércoles, 15 de febrero de 2017
El Caso Banco de España. Inspectores versus altos cargos
Segundo correo:El informe alerta: “Los ingresos serán menores que los costes por mucha cuenta de resultados que pinten con beneficio” y que el grupo no es viable e insiste que la única solución es la venta del banco a una entidad independiente, a ser posible, extranjera, que se haga cargo de la deuda de Bankia. Las refinanciaciones en el mercado mayorista ascendían a 120.000 millones de euros, más del 12% del PIB español, una cuantía que sólo una entidad muy solvente podía garantizar.Pero además, recuerda que Casaus incluyó en su informe que “la salida a bolsa con un banco doble [BFA-Bankia] es el primer paso para nacionalizar las pérdidas, algo injusto y contrario a lo que nos pide la norma (velar por un uso eficiente de los recursos públicos)”.
Dije que no lo diría más… ¿o sí? Pero lo digo: este grupo NO ES VIABLE”… “En caso contrario se acabará malvendiendo el banco cotizado por un lado y el FROB tendrá que hacerse cargo del banco no cotizado, por el otro, con un coste por el contribuyente de en torno a 15.000 millones de euros frente a la opción de coste cero para el contribuyente que supondría que el grupo fuera comprado hoy por una entidad potente y solvente.
Cuarto correo:“total ausencia” de rentabilidad como el “mayor problema”; y el problema de liquidez como “la principal amenaza”: “Bankia ha recibido ayudas públicas directas o indirectas a largo plazo por más de 23.000 millones de euros (…) Pongamos estos 23.000 millones de euros en relación con los 33.000 millones de euros de emisiones de Bankia que vencen entre 2011 y 2012 y llegaremos a la conclusión de que Bankia ha podido afrontar una gran parte de los vencimientos en los últimos tres años gracias a las ayudas públicas directas o indirectas del Estado español”.
A la vista de esta pequeña muestra de la opinión técnica de la inspección, frente a la lenidad de los más altos cargos de la inspección y del BdE, se ve claramente cuál es la sustancia del problema: intrusismo de un criterio que no es técnico en la decisión de permitir la salida al mercado de las acciones trufadas de agujeros de Bankia. Es decir, criterios políticos.Este correo añade una demoledora advertencia sobre el Gobierno interno del grupo, de los que (entre otras cosas) informa: "un consejo muy politizado y poco profesional; continúan los mismos gestores que han llevado a las entidades a solicitar ayudas públicas; desacreditados en el mercado”.
El Banco de España ante lo que será el caso Banco de España
martes, 14 de febrero de 2017
El caso Bankia. Perdón, el caso Banco de España
lunes, 13 de febrero de 2017
El bucle melancólico del Yo
"En política, esto se conoce como el síndrome de «nuestros muchachos no murieron en vano». En 1915, Italia entró en la Primera Guerra Mundial al lado de las potencias de la Entente. El objetivo declarado de Italia era «liberar» Trento y Trieste, dos territorios «italianos» que el Imperio austrohúngaro conservaba como propios «injustamente». Los políticos italianos pronunciaron discursos incendiarios en el Parlamento en los que juraban reparaciones históricas y prometían un retorno a las glorias de la antigua Roma. Centenares de miles de reclutas italianos se dirigieron al frente gritando «¡ Por Trento y Trieste!». Creían que sería un paseo. Pero en absoluto lo fue. El ejército austrohúngaro tenía una fuerte línea defensiva a lo largo del río Isonzo. Los italianos se lanzaron contra ella en 11 sangrientas batallas que les reportaron a lo sumo algunos kilómetros, y nunca consiguieron asegurar un avance. En la primera batalla perdieron a 15.000 hombres. En la segunda, a 40.000. En la tercera, a 60.000. Así continuó la cosa durante más de dos terribles años hasta el undécimo combate, cuando los austríacos contraatacaron: en la batalla de Caporreto derrotaron completamente a los italianos y los hicieron retroceder casi hasta las puertas de Venecia. La gloriosa aventura se convirtió en un baño de sangre. Al final de la guerra, casi 700.000 soldados italianos habían muerto y más de un millón habían resultado heridos. Después de perder la primera batalla de Isonzo, los políticos italianos tenían dos opciones. Podían admitir su error y firmar un tratado de paz. Austria-Hungría no tenía reclamaciones contra Italia, y habría firmado de buen grado un tratado de paz porque estaba atareada luchando por su supervivencia contra los rusos, mucho más fuertes. Pero ¿cómo podían los políticos dirigirse a los padres, viudas e hijos de los 15.000 soldados italianos muertos y decirles: «Lo sentimos, ha habido un error. Esperamos que no se lo tomen a mal, pero su Giovanni murió en vano, al igual que su Marco»? Alternativamente, podían decir: «¡ Giovanni y Marco fueron héroes! Murieron por que Trieste fuera italiana y nos aseguraremos de que no hayan muerto en vano. ¡Seguiremos luchando hasta que la victoria sea nuestra!». No es de sorprender que los políticos prefirieran la segunda opción. Así, se empeñaron en una segunda batalla y perdieron a otros 40.000 hombres. Los políticos decidieron de nuevo que sería mejor seguir luchando, porque «nuestros muchachos no murieron en vano»."Pero no se puede culpar solo a los políticos. También las masas apoyaban la guerra. Y cuando después de la guerra Italia no recuperó los territorios que reclamaba, la democracia italiana puso al frente a Benito Mussolini y a sus fascistas, que prometieron que obtendrían para Italia una compensación adecuada por todos los sacrificios que había hecho. Aunque para un político es difícil decir a unos padres que su hijo no murió por una buena causa, es mucho más difícil para unos padres decírselo a sí mismos…, y más duro aún para las víctimas. Un soldado mutilado que hubiera perdido las piernas preferiría decirse: «¡ Me sacrifiqué por la gloria de la eterna nación italiana!» que: «Perdí las piernas porque fui lo bastante estúpido para creer a unos políticos egocéntricos». Es mucho más fácil vivir con la fantasía, porque la fantasía da sentido al sufrimiento."
domingo, 12 de febrero de 2017
A Marine le Pen no se la espera, pero no deja de ser un cisne negro
Rajoy, Pablo, Pedro
sábado, 11 de febrero de 2017
La búsqueda de la verdad es de nuestra civilización
La búsqueda desinteresada de la verdad tiene una larga historia. Y, su origen es previo a todas nuestras tradiciones teóricas y científicas, incluso la del pensamiento filosófico y político. A mi juicio, se remonta al momento en que Homero decidió cantar las hazañas de los troyanos tanto como las de los aqueos, y exaltar la gloria de Héctor, el enemigo derrotado, tanto como la gloria de Aquiles, el héroe del pueblo del poeta. Esto nunca había ocurrido hasta entonces. Y, ninguna otra civilización, ni siquiera la más esplendorosa, había sido capaz de contemplar con los mismos ojos a amigos y enemigos, la victoria y la derrota -las cuales desde Homero ya no son consideradas como norma fundamental para el juicio de los hombres aunque sean fundamentales para el destino de dichos hombres-. La imparcialidad homérica resuena a lo largo de la historia de la Grecia clásica, e inspira al primer gran narrador de la verdad factual, quien se convirtió en el padre de la historia: Heródoto. Este nos dice en las primeras frases de su relato que su objetivo es evitar que "los grandes y gloriosos hechos de los griegos y los bárbaros caigan en el olvido y pierdan su gloria". Aquí está la raíz de todo aquello que se denomina objetividad, esa curiosa pasión por la integridad intelectual a cualquier precio. Se trata de una pasión desconocida fuera de la civilización occidental, y sin ella jamás habría nacido ninguna ciencia."
viernes, 10 de febrero de 2017
Luis Linde justifica al Banco de España de MAFO
Cómo se enfrentó la crisis
La estrategia adoptada para hacer frente a la crisis buscaba evitar la quiebra en cadena de un buen número de instituciones financieras. Esa estrategia perseguía, utilizando recursos privados y públicos y cambios legales e institucionales, evitar la contaminación de todo el sector bancario español, haciendo posible su posterior reestructuración, eliminando el riesgo de que se produjera una crisis de confianza, tanto en los mercados como entre los depositantes.
Otra opción posible, la liquidación mediante concurso de acreedores de las entidades con problemas, habría tenido un efecto demoledor sobre la estabilidad del sistema financiero y habría supuesto la asunción de gran parte de las pérdidas por los depositantes, o por el contribuyente, en la medida en que el Estado hubiera cubierto esos depósitos, pues el importe que hubiera podido cubrir el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) en aquellos momentos habría quedado muy por debajo del total a compensar. Dejando aparte el caso de Lehman, que era un banco de inversión, en ningún país de los que se han enfrentado en los últimos años a una crisis bancaria se ha optado por dejar caer a los bancos que no pudieran hacer frente a la situación por sí solos.
En la estrategia adoptada primaron las soluciones privadas, mediante el saneamiento del balance de las entidades con sus propios recursos, a través de operaciones corporativas, acudiendo al propio sector a través del FGD y, solo en última instancia, mediante la inyección de fondos públicos —incluida la ayuda europea asociada al programa de asistencia financiera firmado en 2012—. No hay que olvidar que entre 2008 y 2013 las entidades de crédito españolas realizaron saneamientos por un total cercano a los 270.000 millones de euros, asumidos en su mayor parte por los accionistas de esas entidades. Hay que subrayar que los depósitos de clientes no sufrieron pérdida alguna.
También hay que recordar que, en nuestro caso, no se consideró una solución a la inglesa, a la alemana o a la holandesa, consistente en la inmediata nacionalización de las entidades en crisis, incluso entidades de gran tamaño. Aun así, el coste de la crisis en términos de recursos públicos, del que el Banco de España viene informando con detalle desde 2013, ha sido elevado, si bien, en términos de PIB se sitúa cerca del registrado en otros países de la zona euro.
El Banco de España 2008-2012
No tengo ninguna razón para pensar que el Banco de España no actuase en función del interés general y respetando la normativa vigente en cada momento. Pero esto no quiere decir, naturalmente, que acertase siempre, que adoptase siempre las decisiones óptimas, bien por insuficiencias propias, bien por restricciones políticas e institucionales —severas en el sector de cajas de ahorro—, bien por deficiencias de información en casos que después, cuando han podido ser estudiados con mejor información, han tenido derivaciones, judiciales o de otro orden. Pero creo que es obligado distinguir entre insuficiencias o, incluso, errores, y actuaciones susceptibles de reproche legal.
En relación con la valoración que merece la transparencia del Banco de España como supervisor, una cuestión que no puede ser ignorada es el deber legal de confidencialidad —idéntico o muy parecido al que existe en el Mecanismo Único de Supervisión del BCE y el resto de los supervisores nacionales—, que no le permite ofrecer una explicación pública de sus actuaciones cuando afectan a entidades concretas.