En los años setenta estuvo muy de moda el canadiense McLughan, el que dejó esa sentencia que circuló de mano en mano, como una "falsa monea": "el medio es el mensaje". Quería decir, creo, que por mucho que se esfuerce un medio de comunicación en dar un mensaje, se ve supeditado por sus propios límites expresivos. el ejemplo típico es la TV; la TV nunca podrá ser, digamos, profunda, pues se lo impide su propia falta de alcance expresividad. de ahí el escepticismo sobre la mejora de cada uno de los medios, que se ajustan a lo que son -a lo qe se espera que sean- o fracasan sin remedio. Corolario: la televisión siempre tendrá un vuelo rasante en cuanto a calidad, si no es en transmisiones populares.
Esto de Maclughan, sin quizás él mismo saberlo, tiene su base en el Kantismo. Kant, en su ctrítica de la razón pura, decía que la realidad que percibimos no puede ir más allá de nuestros medios de percepción; y esos medios están, además, limitados al espacio y al tiempo, que es donde nos movemos vitalmente. Nuestra preconfiguración mental determina los límites con los que percibimos las cosas y los hechos, que Kant denominó "fenómenos", para distinguirlos de lo que realmente son "en sí". Lo que son realmente las cosas, lo ignoramos, pues las percibimos en los límites del espacio y el tiempo, que son condicionantes a priori en los que "colocamos" la vida alrededor. Lo que sean las cosas realmente lo llamó Kant "la cosa en sí", inaccesible, para distingurilo de mundo fenoménico con el que, modestamente, nos quedamos. Claro, la Inmensa mayoría no hace tan sutiles distinciones.
Todo este aparato, mucho más complejo -pues Kant era complejo-, se llevó a límites ilícitos por Shopenhauer y otros precursores del romaniticismo, que con "El mundo es mi representación", le dieron la vuelta a Kant y llevaron el subjetivismo al paroxismo. Todos podíamos ser autores de la realidad, puesto que la realidad no existía, era "mi represntación". Todos, en definitiva, podíamos hacernos nuestra propia película, y no soportar la de los demás. Se comprende su éxito inicial y su fracaso posterior.
Mclughan, un divulgador, tenía razón: el mensaje es el medio... o lo que asignamos nosotros a éste, cualquiera sabe. La gente se delecta con Gran Hermano y a lo mejor y todo saca conclusiones vitales valiosísimas, aparte del morbo (el gran adobo de la TV, seguro que Maclugahn lo sabía) que da ver como se acuestan unos con otros (u otras). Yo conozco vetustas señoras de rosario diario que no dejan pasar ni un programa de esos, como si estuvieran almacenando chismes para contarlos en el cielo.
En suma, que somos una cámara, como decía un escritor de los setenta: "I´m a camera"; una cámara que mira otras cámaras, como la TV.
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