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DECADENCIA DE OCCIDENTE

viernes, 25 de julio de 2008

Razón y Corazón

El mundo está gobernado por las más oscuras pasiones. Por una parte las pasiones colectivas, evidentes en la historia, regidas por creencias irracionales en las que destaca la religión. En los estadios de esplendor, los grandes imperios intentan racionalizar la religión inicial, dotándola de "causas y efectos", demostraciones, que en la religión católica el summun fue la summa de santo Tomás. Sin embargo, pese a esto, o a causa precisamente de ello, se debilita la fe, lo que obliga a la persecución de los herejes y a posteriores elaboraciones racionalistas ex post del Dogma, lo cual aumenta el "malestar teológico". Una vuelta hacia los orígenes es impensable desde los centros de poder. Por eso son procesos individuales de rebeldía que, si expresan un malestar creciente y abundante de una parte de la población, se convierten en olas subversivas crecientes. Es el caso de Lutero, que simplemente intentó "volver a los orígenes" documentales -no fue más que un epígono entre tantos de la vuelta a lo más íntimo-, y borrar todo lo que se había acumulado desde esos orígenes, como obra simplemente humana, de objetivo claramente humano, como era defender la posición de poder de la Iglesia. Las bulas para recabar dinero y con eso construir el Vaticano, a cambio de la redención de años de purgatorio, fue lo que dio a Lutero la base social de su movimiento. Lutero le dio un nuevo impulso al cristianismo, cuando probablemente los descontentos en su campo eran numerosos.

Desde el punto de vista individual, el mundo está gobernado por las pasiones, más oscuras aún, personales del que manda. Tendemos a pensar argumentos complicados para deducir qué demonios está pensando el que manda; pero éste está tomando decisiones en base a creencias y pasiones internas que él mismo desconoce.
No soy freudiano. No creo que todo se pueda reducir a sexo reprimido. Creo que hay otras pasiones, aún poco estudiadas, salvo por "gente de letras", que influyen más que la codicia o la concupiscencia en las decisiones de los que mandan. Esas decisiones pueden ser de efectos triviales o perdurables durante generaciones.
No tiene por qué no ser nobles: Carlos V estaba guiado por pasiones místicas y a la vez por ser un héroe, y a la vez por cuidar su imperio y protegerlo, y...
Fue lo bastante lúcido para ver que había fracasado, y para retirarse a preparar su muerte en Yuste (desde, sin embargo, no pudo evitar seguir mandando).

Que cada cual aplique esto a nuestro pasado reciente, y verá que cantidad de incógnitas le salen. Pero al menos eludirá las triviales conclusiones de que la gente quiere el poder para ganar "pasta y sexo". Lo cual no quita que los "cortesanos" no se aprovechen de lo que puedan.

Tienen más razón los Pascal, los Montaigne, los Unamuno, desconfiados ensayistas de los "Sistemas", que loe arquitectos de estos.

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