Hace tiempo escribí un artículo defendiendo que es imposible hacer un juicio moral sobre una acción sin tener en cuenta las consecuencias de la acción (fue por agosto 2005).
Esto va contra la moral filosófica -cuyo máximo exponente podría ser Kant-, que dice que la moral de una acción debe radicarse en los principios, no en las consecuencias. Kant llega al extremo de buscar la bondad de una acción en que esté motivada en el cumplimiento de ua máxima racional objetiva, no un sentimiento; es más, si ese sentimiento es de bondad, o compasivo, emborrona moralmente la acción, pues no se ciñe exactamente al imperativo categórico racional, que dice en su primera versión: "actúa de acuerdo con una máxima que te gustaría que fuera ley universal". Obsérvese que es más exigente que la máxima tradicional/evangelista de "haz a los demás lo que desees que los demás hagan contigo". Pues es una máxima imperativa racional, no de simple empatía con los seres de la creación. Pues la máxima evangélica se podría formular así: "si quieres que los demás te respeten, respeta a los demás", lo cual lleva ya implícito un interés propio de conveniencia. Kant despreciaba este tipo de debilidades lógicas: él buscaba una máxima irrebatible y absoluta, totalmente racional, que no dependiera de la religión practicada en tal o cual latitud. En efecto, quería desligar la religión (cosa inaccesible a nuestra razón) de la fundamentación universal de la moral. No es que fuera especialmente antireligioso, sino que quería que la moral NO se basara en sentimientos y razonamientos que, como había demostrado en "Crítica de la razón pura", eran inaccesibles al hombre, pues estaban má allá de nuestras facultades.
Sin embargo, aparte de la frialdad de la moral Kantiana, creo que en la vida todas o casi todas las situaciones son más complejas, pues es inevitable mirar a las consecuencias de nuestras acciones.
Yo, como economista, no tengo más remedio que saber que determinadas decisones llevan, probablemente, a determinadas consecuencias. La ciencia económica es inexacta, pero algunas cosas se saben con razonable certeza. Pensemos en el salario mínimo. Está razonablemente demostrado que en los países en que no hay, o es muy bajo, el paro es menor que en los que hay un salario mínimo fuerte. Como economista -no todos; los de izquierda defienden el salario mínimo- yo recomiendo que no se imponga. Otro ejemplo: creo razonablemente que cuanto más bajos son los impuestos, más credimiento habrá, y por ello más dinero para atender a los débiles. Otros dirían que los impuestos han de ser altos, especialmente a los ricos, para que financien el gasto social. Sin embargo, yo he comporbado, razonablemente, a que eso es un desincentivo a producir e inventar.
Creo que es fácil ver que las posturas "progresistas" son aparentemente más morales que las "liberales", que podrían llamarse más consecuencialistas. Supongo que conflictos como estos hay en todas las actividades humanas.
¿Encajaría mi postura consecuencialista en la moral kantiana? es decir, al recomendar que se suprima el salario mínimo, ¿actúo obedeciendo un máxima racional que yo aceptaría que se aplicara universalmente? creo que sí, sin problema alguno. Lo malo es que también el que recomendara imponerlo, encaja en el imperativo kantiano...
La segunda versión del impertivo categórico dice: "Trata a los demás como fines, no como medios". Aquí ya topamos con más dificultades, como lo prueba que al final, Kant, explícitamente, condena el utilitarismo de mirar las consecuencias de las acciones.
La moral kantiana, como otras muchas que rigen teóricamente nuestros actos, es bloqueantes. La humanidad hubiera acabado inane hace mucho, si no fuera porque nuestros códigos morales y legales están llenos de contradicciones y agujeros.
Como economista sé que el interés individual es mejor rector para todos que la vigilancia estrecha del poder; Como economista prefiero una sociedad dinámica, emprendedora, en la que no se indaga sobre las motivaciones últimas a fondo, pues hay un espacio privado subjetivo que, no sólo ha de ser preservado -siendo un arcano que sería pretencioso penetrar-, sino que además sé que las consecuencias de ello son buenas apar los demás... (Pero hay economistas que dicen lo contrario.) ...
Y, ¿Cómo lo sé? pues me estoy enfrentando a la moral católica, a la moral -que la hay- socialista, y a otras muchas que corren por ahí libres. En realidad, una sociedad libre lo es porque compiten entre sí diferentes fuentes de moral... siempre que ninguna se imponga a las demás. Eso me lleva a sospechar que la base de la moral es la libertad moral, en un contexto límite en el que todos están de acuerdo. Es decir, el acuerdo no debe ser sobre un principio, sino en unos límites legales que dejen libres a los individuos de juzgarse a sí mismos, si ni infringen la ley.
Y lo siento, siempre habrá que echar un vistazo a las consecuencias.
vaya paja mental...minagui
ResponderEliminarJoder, se lo voy a decir a kike, que te ponga en vereda. Ahora mismo, so...
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