Hemos vuelto, pues el tiempo era horrible, con vendavales y lluvia. Aquí, en Madrid, hace un tiempo otoñal majestuoso, con sol, y una brisa fresca que mantiene la temperatura ideal: 20-22º.
No he ido a comprobar si Gallardón, ese Alcalde que sufrimos, ha hecho borrar las meadas que denuncié. Pero supongo, con presunción de total certeza, que no.
He recuperado mis hábitos alimenticios que en "La France" son imposibles: el día de la partida, Un desayuno con café, zumo (insípido) y croissant (uno), 10 €, más de mil quinientas pesetas. Un latrocinio. La noche anterior, que llovía a mares, en un bar tomamos una cervecita (200cc), 4,8€ (800 pesetas) cada una. No se puede vivir así. He observado que en Francia no hay obesos. ¡Claro, están muertos de hambre! Yo he adelgazado 1 Kg en tres días, sin quererlo.
De todo ello concluyo que eso de la grasa de los quesos, de la mantequilla, etc, tan criticado, no es tan malo. Basta comerlo con moderación. Por ejemplo, si un queso Camenbert te cuesta 30€, pues le vas metiendo el cuchillo con delicadeza, un poquito todos los días, entamando unas rebanaditas etéreas, de tal manera que el queso te dure justo hasta que empieza a descomponerse.
No como aquí, que con un poco de suerte entras en un bar, pides una caña (1,50€) y te ponen gratis, unas patatitas y un montado de algo. Si te tomas dos cañas ya casi has cenado por 3-4€, si no eres un hambrón.
Creo que el origen de las tapas es una "pragmática" de Carlos III (hace dos siglos y medio), quien, para evitar las borracheras, o para que el alcohol fuera más lento en subirse, obligó a servir el vino con una "tapa" encima del vaso: un trozo de pan con algo encima (panceta) para no beber en vacío. El caso es que si no te la ponen, puedes exigirla, aunque la gente no sepa el origen.
Panceta, queso, jamón, chorizo, carne roja, caza,vino, etc.. son cosas mal vistas ahora. Como te pille un médico cretino, vas aviado: te prohibe hasta la Coca-cola (ésta sólo porque es USA). Te deja a agua y pan con pescado reseco, y muchas mujeres se han fanatizado con eso. Se quedan escuálidas, pierden las tetas, la piel se le pone transparente, y parecen cadáveres en descomposición. Dan pena. Una ministra de salud del anterior gobierno, Elena Salgado, era de esas. Quería estrecharnos el cinturón hasta que diera la vuelta sobre sí mismo. Eso sí, como materialista-simplista-progre, estaba empeñada en enseñarnos a follar desde pequeñines. Para ellos somos un pedazo de carne, pero que debemos obligatoriamente abstraer de ciertos placeres, para sólo dedicarnos a los que ellos consideran "solidarios": los tocamientos desde la infancia.
¿Y si uno quiere desafiar a su destino comiendo lo que quiera? Yo recomendaría sólo una cosa: ser moderado en la cantidad, y nada más. Lo decía el gran médico Grande Covián; hay que comer de todo (moderadamente), incluso carne, y sobre todo derivado de animales, porque si no, te mueres (decía que era un hecho contrastado, aunque no se conocían bien las causas). Mismamente, como parece que hacen los franceses...
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