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DECADENCIA DE OCCIDENTE

domingo, 8 de agosto de 2010

Dinero, dinero!

En esta web encontrarán uno de los textos más lúcidos sobre el dinero. Es de Carl Menger, el "fundador" de la escuela austriaca. Él, junto con Walras (1) y Jevons, son citados como los primeros en formular la economía subjetiva del valor; es decir, la economía del valor no ligada a ningún intento de fijar un valor objetivo de las mercancías: las mercancías tienen el valor que la demanda y la oferta determina en el mercado. Dado que la demanda de un bien disminuye al saciarse su deseo (utilidad marginal decreciente), la demanda agregada de todo bien es decreciente en relación al precio.
En el artículo que cito (en español) se aprecia la inteligencia y sutileza del análisis de Menger sobre la naturaleza del dinero. Es un texto de fines del XIX, pero no ha perdido ni un ápice de frescura y certeza. Es especialmente interesante la distincción que establece entre los grados de liquidez de una mercancía: una mercancía, dependiendo de un montón de factores, será más  apreciada que otras por su casi inmediata posibilidad de venderla por otra, lo que hace atractivo su atesoramiento para tener una cuota de riqueza en forma cuasi líquida. Naturalmente, los metales preciosos fueron,desde casi siempre, los primeros candidatos a cumplir ese fin.
Atendiendo a esa diferenciación, y a la observación que hace Menger de que si compramos en un mercado la mercancía A, y  si cambiáramos de opinión y quisiéramos desprendernos de ella, no podríamos venderla por el precio que hemos pagado, sino otro inferior, se deduce que: las mercancías tienen todas dos precios, uno de oferta (al que compramos cuando vamos al mercado) y otro de demanda (al que podríamos vender lo que acabamos de comprar). Hay una mercancía que todos tienen y usan para pagar sus compras. Esa mercancía nos evita que esos precios que tienen cada mercancía sean muy dispares. La aceptación de una mercancía, sancionada por la ley para hacerla más uniforme (2), como medio de intercambio, hace más fluida las transacciones, más fácil cumplir los deseos de vendedores y compradores, con lo que el mercado adquiere esa cualidad, hoy generalizada, de ser un mercado líquido. Cuanto más cercanos estemos del trueque (comercio de intercambio, sin dinero), más alta será la diferencia entre precios de oferta/demanda, lo que hace a cualquier mercado menos fluido, menos fiable y, en definitiva, menos líquido.
Luego las mercancías tienen mayor o menor liquidez; cuanta mayor liquidez, más cualidad de dinero tiene. Se podría hacer un listado en orden de liquidez de las mercancías... Así como de los instrumentos de crédito. Por un lado, partiendo del dinero, tendríamos una serie de bienes de más a menos líquidos hasta llegar, al final de la lista, a un elefante, por poner un ejemplo de "bien" difícil de vender a su coste en poco tiempo. Por el otro lado, partiendo del dinero, tendríamos los sucesivos instrumentos financieros: repos, letras del tesoro, deuda pública... hasta un crédito hipotecario moroso, por poner otro ejemplo extremo de activo que posee la banca y no vende ni a tiros. O las mismas viviendas que ha tenido que desahuciar por impago de la hipoteca...
La "gente" (particulares, empresas, y bancos), desearán una dosis definida de tenencias de su riqueza en bienes líquidos o cuasi líquidos. Esa dosis no variará si las cosas se desarrollan con normalidad. Supongamos que la dosis deseada es un % de la renta o de la riqueza. Si sabe que el mes que viene todo va a ser igual que este mes; se sabrá que en el día 1 recibirá su sueldo, que el día 4 percibirá uno dividendos, y que tendrá que pagar la compra, el colegio de los niños, y la amortización hipotecaria. Lo mismo, pero por otros motivos, harán las empresas y los bancos. Esto define la demanda de dinero de la economía, que es una
demanda de saldos, un % de riqueza en líquido para hacer frente a los pagos previstos.
La liquidez es una ventaja que no se aprecia bien hasta que un imprevisto sucede, lo que obliga a vender un bien patrimonial para pagar, digamos, una operación quirúrgica/estética. Entonces te enteras que ese bien (un lujoso BMW descapotable que acabas de comprar) no se vende tan bien como pensabas (no sabías que los bienes tienen DOS precios). Pierdes dinero en la operación, pues no tienes líquido, y pedir prestado al banco no es fácil ni barato. Vendes, de mala gana, tu coche flamante para disponer de liquidez.
Un episodio como éste no tiene repercusión en la economía; pero muchos sumados... Cuando se produce una quiebra bancaria inesperada (piensen en Lehman Brothers), y las demás "gentes" (bancos, empresas, particulares) se dan cuenta que van a dejar de percibir cantidades pactadas y esperadas, y se ponen todos a vender activos para prevenirse y tener liquidez, entonces en todos los mercados, de bienes y de títulos, la oferta será cada vez más elevada que la demanda; más, si en una segunda ronda, surge la desconfianza sobre la capacidad de los demás de hacer frente a sus deudas... Todos buscan dinero, nadie lo vende (nadie compra)... todos venden bienes a la baja, y los precios caen en cadena. En estos casos, sólo el creador de dinero -el banco central- puede ofrecerse como comprador único de lo que los demás no quieren, y de hecho compra sin problemas, pues la producción de dinero no es tiene dificultad para él. Si no quiere que la economía se succione a sí misma y desaparezca, tiene que parar esa sed de liquidez, ofreciéndola a cambio de títulos que nadie quiere. Se achaca a la FED que en su operación de salvamento ha llegado a comprar basura tal como papel comercial y créditos hipotecarios; pero eso demuestra sólo que nadie quería eso, y que su caída iba a colapsar mercados que, a su vez, hundirían otros mercados. Si se hubiera limitado a comprar deuda del Tesoro (que todos quieren por su liquidez), hubiera tenido que inyectar muchas más cantidad e liquidez para que llegara a los mercados colapsados.
El problema del banco central es emitir justo, exactamente, el dinero que en todo momento demanda la economía, lo cual es casi un imposible. Es fácil (relativamente) cuando las cosas son normales: sólo tiene que tener cuidado con la inflación. Pero cuando las cosas son críticas...
La liquidez articula todas las piezas de la economía. Está en todos los mercados, y la gente la tendrá en función de la estabilidad de su valor (inflación escasa) y de la percepción del riesgo. Cuando el riesgo
se percibe bajo, la gente se animará a comprar bienes de consumo e inversión, y los bancos tenderán a confiarse y aumentar sus créditos más allá de un nivel prudencial. Cuando la percepción de ese riesgo aumenta, la gente se desplazará hacia los bienes y activos más líquidos. Los pasos hacia un mayor apetito del riesgo suelen ser graduales e imperceptibles, sobre todo si no hay un aumento visible de la inflación; los pasos hacia una mayor percepción del riesgo son, por el contrario, bruscos, inesperados y traumáticos.

(1) Walras, curiosamente, era un hombre de izquierdas que soñaba con el control estatal de la economía.
(2) En su obra principal ""Principios de Economía", Mengel dice:
"La comprobación de la autenticidad o, respectivamente, del grado de pureza de los metales nobles exige la utilización de productos químicos y de prestaciones laborales especializadas, porque esta prueba sólo puede ser realizada por especialistas en la materia. La división de los metales duros en las piezas necesarias es una operación que exige una gran capacidad y requiere, por consiguiente, no sólo fatigatiempo e instrumentos precisos, sino también pérdidas nada desdeñables de los metales nobles (por limaduras y repetidas fundiciones).
La anterior descripción nos transmite una diáfana imagen de las dificultades vinculadas al comercio de todos los pueblos, antes de que aprendieran la técnica de acuñar las monedas. La eliminación de tales dificultades debía parecer tanto más deseable cuanto que su frecuente repetición debía por fuerza resultar muy molesta para los agentes de la economía.
Es primera de estas dos dificultades, la comprobación de la pureza del metal, parece haber sido aquella a cuya eliminación se aplicaron en primer término los sujetos económicos. La señal estampada por el poder público o por una persona digna de confianza sobre una barra de metal no garantizaba su peso, pero sí su grado de pureza, de modo que liberaba a su propietario de la pesada y costosa tarea de someterla a comprobación, cuando la entregaba a personas que conocían la garantía de aquella marca. Ciertamente, todavía era preciso pesar el metal, pero su grado de pureza no requería ya ulteriores indagaciones...
Es de todo punto evidente que quien mejor puede garantizar el peso y la pureza de las monedas acuñadas es el Estado, porque todos le conocen y reconocen y, al mismo tiempo, tiene el poder para amedrentar y castigar a los infractores. De ahí que los gobiernos hayan asumido casi siempre el deber de acuñar las monedas necesarias para el comercio."

2 comentarios:

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