Luego viene la señorita pepis que es Ana Pastor a echar ambientador atufante y quita del diario de sesiones lo que se dijo, palabras como “fascista” y “golpista”. Esas palabras se pronunciaron y estuvieron unos segundos en el aire. El diario de sesiones está como testimonio, no como lección de moral estrecha y pacata. Mire señora o señorita Pastor: si se ha sembrado serrín y excrementos, si el Congreso es un circo que huele a tal, no sirve de nada echar ambientador y dar orden que se borren esas palabras. Como directora de Circo, ud no sirve, y es en lo que se ha convertido el Congreso, en un circo con olor a circo.
Luego habría que comentar - pero se comenta por sí mismo - la tibieza teñida de frialdad con la que los del grupo parlamentario socialista han “defendido” (es un decir) a su compañero Borrell, el único que estuvo a una gran altura. Para rematar la faena, el presidente Sánchez, transgrediendo el castellano, con sus “diputados y diputadas” y demás embelecos, no mencionó al insultado y agredido Borrell, y echó la culpa de todo a Casado, qué casualidad. La culpa de los insultos de Rufián a los españoles, y del escupitajo o amago de, la tiene el PP. Toma ya.
Muy malos signos de las ocas de Capitolio, cuando antes se defiende a un Rufián que a un Borrell. Algo escondido hay debajo de la mesa de juego. Adivinen qué.
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