"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

domingo, 27 de enero de 2019

El famoso “recorte” de los gastos sociales

Manuel Lagares ofrece en un artículo un análisis convincente que corrobora lo que decía yo en mi post anterior: los gatos públicos sociales, como pensiones y sanidad, no sólo no se han recortado, desde el comienzo de la crisis y desde que gobernó en PP, sino que han aumentado enormemente. Esto anula el argumento de los grupos de presión callejeros - movilizados por quien todos sabemos -, con el alibi de que tienen que recuperar poder adquisitivo, excusa de la que se ha apoderado el gobierno para presentar unos presupuestos para 2019 estrambóticos, a demás imposible de cumplir y llevarnos con alta probabilidad, a un aumento de la deuda que nos pesará cuando realmente tengamos que hacer frente a la recesión que está asomando por el horizonte. 
Del extenso y completo artículo de Lagares me gustaría reseñar los dos párrafos que aluden al problema, ya que ofrece datos adicionales sobre el problema.

“Otra respuesta que puede esperarse -y es a la que ha recurrido el Gobierno frecuentemente- mantiene que el aumento de gastos responde a una idea de justicia social porque se destinará a revertir los recortes experimentados por los gastos de bienestar social durante los Gobiernos anteriores, recortes que, según este planteamiento, han dejado sin protección a los más desfavorecidos de la sociedad española. Sin embargo, los datos disponibles en términos de Contabilidad Nacional en cuanto a gastos por funciones (COFOG) señalan que, tanto en términos de precios corrientes como en términos de precios constantes, el valor del gasto público por habitante ha aumentado visiblemente entre 2006 -último año antes de la crisis- y 2017, que es el último para el que por ahora se dispone de esos datos. Ese aumento del gasto total por habitante ha sido en tal periodo de un 15,7% en términos nominales y de un 8,4% en términos reales. No parece, por tanto, que haya habido recortes en el volumen total de gasto público por habitante en el periodo considerado. En cuanto al gasto de bienestar social por funciones y por habitante resulta que, en términos reales -es decir, en valor monetario constante-, los de protección social (enfermedad, incapacidad, vejez-pensiones, desempleo y otros similares) han aumentado nada menos que en un 33,8% frente a su cifra en 2006; los de salud en un 8,7% y los de educación en un 3,6%. Valores parecidos se obtienen en el caso de gasto nominal por habitante. No ha habido, pues, recortes en las funciones básicas del gasto en bienestar social y sólo los de vivienda, ocio, cultura y religión han disminuido en ese periodo. Hay que añadir que la disminución del gasto en vivienda está más que justificada por el exceso de oferta y la caída de precios de esos bienes durante los años de crisis. No parece, por tanto, que hayan existido recortes que obliguen a restituir a su nivel inicial las partidas de gasto social, pese a la dureza de la crisis. 

“En cuanto a los ingresos, la respuesta es que, desde que se dispone de las Cuentas de las Administraciones Públicas con la metodología actual (1995), sólo en los años 2004 a 2008, en pleno boom de la construcción y de crecimientos nominales del PIB por encima del 7%, los aumentos de los ingresos por impuestos superaron las tasas de crecimiento que hoy se proyectan. Ante unadesaceleración evidente de la coyuntura económica como la actual, y sin el apoyo que en esos años la construcción ofreció a la recaudación tributaria,pocas ilusiones pueden hacerse respecto al importante aumento estimado para los ingresos, pese a las reformas en los impuestos que pretenden introducirse. En conclusión, los aumentos proyectados de gasto carecen de una justificación racional suficiente y las previsiones sobre ingresos se parecen mucho a las ilusiones del conocido cuento de la lechera.”

Decir estas cosas no resulta demasiado popular, pero es que hay que saber, cuando vengan mal dadas, cuál fue el origen de nuestras limitaciones. Nos dirigimos a una situación de nuevo difícil para el nuevo gobierno que sustituya a éste: le dejará una situación imposible de necesarios recortes y aumentos de impuestos. Lo que redundará a su favor más, obviamente, si moviliza la calle de nuevo para agudizar las contradicciones, que diría Lenin. 

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