“No, no le había parecido nada mal, creí percibir en su día, como al grueso de los ciudadanos tampoco se lo parece que se elimine por la vía rápida a los autores de atentados, hoy yihadistas en su mayoría. Se lo callan, sin embargo, y si trasciende que eso ha sucedido, sin detención ni acusación formal ni juicio, elevan la voz airada y acusan a los servicios secretos de pandilla de asesinos, mientras de noche respiran y duermen más tranquilos sabiendo que ya no están tan en riesgo. ‘Si el Señor no guarda la ciudad, el centinela sólo se despierta en vano’, afirman los Psalmos. Como no hay el Señor de aquellos tiempos, el Señor somos nosotros, los ángeles desagradables. Estamos acostumbrados a esa hipocresía, y hasta la comprendemos: a los periodistas, a los columnistas, a la gente en sus conversaciones de sobremesa después de una animada cena, a todos los entusiasma alardear de éticos, legalistas y defensores de los derechos sagrados de cualquier sabandija.”
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DECADENCIA DE OCCIDENTE
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domingo, 11 de abril de 2021
¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?
De “Tomás Névinson”, Javier Marías
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