"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

sábado, 3 de septiembre de 2022

Bajar el IVA para combatir la inflación

Está en debate la idea de Feijóo, arrebatada por Sánchez, de bajar el IVA de las energías del 21% al 5% para combatir la inflación. 
Así no se combate la inflación. La inflación es un proceso dinámico de aumento constante de precios y costes, no un cambio único del precio de ciertas cosas. Si Putin hubiera subido el gas una vez, y cada uno de nosotros hubiera aceptado la pérdida de renta que nos supone, no habría inflación. Habría un cambio de renta en detrimento de los más indefensos, y en favor de los que pudieran defender su renta real. Un cambio en las rentas relativas. 
Pero eso no es la inflación. La inflación se pone en marcha si nadie acepta su pérdida de renta real y quiere recuperarla, y la oferta monetaria (o su velocidad de circulación) aumenta y da cobertura a esa demanda de recuperar la renta real. 
Supongamos una inflación del 10%. Las rentas reales se resienten porque pierden anualmente un 10% de poder adquisitivo. 
Bajas el IVA del 21% al 5% para compensar esa pérdida. Con eso consigues mantener (o elevar) la renta real del consumidor, que supongamos decide mantener su propensión consumo/renta. El consumo aumentará en la proporción que ha aumentado la renta real del consumidor. Ergo la demanda de consumo real se mantiene, lo que retroalimenta la inflación. De nuevo estamos en la posición de salida: inflación, merma de rentas reales, y reclamaciones por la pérdida de poder adquisitivo. Además, está incentivando la demanda de un bien escaso, importado, del que deseas reducir su consumo. 
Pero esto es así si sólo si el banco central aumenta la oferta monetaria, lo suficiente para que vuelva a aumentar la demanda, por ejemplo un 10%. 
Bien. El gobierno ha bajado el IVA, el banco central ha proseguido con su política expansiva, la inflación se mantiene, el poder adquisitivo ganado se pierde.

Por eso la inflación - No un cambio en los precios - Es una cuestión monetaria. La oferta de liquidez tiene que aumentar para dar albergue a esas presiones más por luchar por la renta real. 
Es, por lo tanto, el Banco Emisor el responsable último de la intensidad de la inflación. Si el Banco Central logrará congelar la oferta de dinero y su velocidad, causaría un daño tremendo a la economía real, más si ésta se había hecho expectativas de que el banco central iba a ser tolerante con la inflación. 
La inflación es tanto más dura de cortar cuanto mayores sean las expectativas inflacionistas que toleraría el BC. Por eso Powell ha intentado cortar de raíz cualquier expectativa de tolerancia con una inflación por encima del objetivo de 2%.
Si eres convincente, la gente se ajustará antes a unas expectativas moderadas de inflación. Pero si empiezas a jugar con bajar impuestos, controlar rentas, etc, no conseguirás más que un breve plazo de bajadas de ciertos precios, pero no de la inflación, bajadas que se anularán a la velocidad del aumento de la liquidez (y/o su velocidad). 
Por lo tanto, estos debates que hay en la UE y España sobre bajar impuestos para “capar” los precios energéticos,  sólo servirían para que “alguien“, supongo que el estado, o sea, nosotros, pagara esa renta real que tratamos de recuperar. Y la inflación seguiría subiendo a mayor velocidad. ¿Quien se beneficiaría? Los que tienen algún poder de mercado sobre el precio de su producto, los que se anticipen antes a la velocidad de la inflación, los especuladores más avispados para adivinar qué activos van a subir antes, etc.
Es decir, la economía se convierte en un partido de fútbol sin reglamento, o sin arbitro que lo aplique, y aquí el árbitro es el Banco Central. La inflación no le quita dinamismo a la economía real, contra lo que se supone.  La hace más injusta, especulativa, y arbitraria. La gente no piensa en mejorar su oferta de trabajo o de bienes, sino en qué precio le conviene pedir de partida. La especulación ocupa cada vez más espacio, mientras que la productividad se hunde. Se hace imposible hacer un presupuesto medianamente fiable, porque los precios del mañana son cada vez más difíciles de adivinar.
Como habrá adivinado el lector que ha llegado hasta aquí, esto se basa entre un esquema teórico monetarista, aunque creo que la descripción de los hechos es suficientemente convincente. 
La política fiscal NO puede sustituir a la política monetaria. 

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