En El Debate, Luis Ventoso nos pide, en un melancólico y hermoso lamento, que abramos los ojos ¡por favor!. Como lo hace Alfonso Ussía con su humor fino. También Raúl Del Pozo se está convirtiendo en un escritor más y más agudo y, por ello, pesimista. En OK diario, en prosa igualmente melancólica, Rosa Díez nos ofrece un frío retrato de lo que está pasando. Ídem Javier Benegas.
En estos días, se pueden leer textos bellísimos y trágicos que no están narrando, gota a gota, la cirugía social que nos están practicando. Con anestesia eficacísima, por cierto.
Lo que está pasando, ante los adormilados ojos de los españoles, es que nos están dando un golpe de estado desde los despachos.
Porque hoy en día los golpes de estado se hacen en los despachos, no en el campo de batalla. Chaves en Venezuela, por ejemplo, como explica Luis Ventoso. Y es que hoy vale más la informática que las armas.
Seguro que Zapatero & al lo tienen bien estudiado. Se masajean los tribunales, se cambian leyes básicas, mientras la gente sigue a su día a día, sus cañitas, y su trabajo - los que los tienen.
Ciertos centinelas denuncian el hecho, pero su eco no retumba en las conciencias, y la mayoría vuelve a votar al gobierno Frankenstein. Pero esto se presenta más peliagudo: hay que cortejar a un prófugo que huyó por dar un golpe de estado en 2017. Fracasado, pero asalto al estado. No está condenado porque huyó a Europa, que es tan infame que no concede al estado democrático español su orden de extradición. Un golpista, pero Europa lo protege. Europa, por cierto, ya lo he dicho, se desmorona.
Ahora los socialistas quieren que este sujeto les de sus votos para que sea investido el candidato Sánchez, que es quien protagoniza el golpe al estado actual, pues está a punto de cometer una ilegalidad mayúscula para atar esos votos del golpista. La ilegalidad, de momento, es la amnistía de los golpistas de de 2017 y un referéndum en Cataluña de autodeterminación, es decir, independencia a la carta. Vendrán más derribos, pues el rey y la Constitución son un estorbo. Hay que “desescombrar”, que decía Azaña.
Y ahí estamos, resbalando por la pendiente de la que nos despertaremos un día no lejano tumefactos y asombrados, en una autocracia de facto que se irá refinando poco a poco, ya sin prisa: una vez se hayan destruido los tribunales independientes y leyes básicas para la defensa del estado, ya sólo falta “reformar” la Constitución de 1978 (el último embate), echar al rey a Qatar, y a gobernar para los tuyos.
2 comentarios:
Nos lo hemos ganado a pulso. En estos días del crepúsculo de nuestra democracia (y de la clase media española) vemos claramente todo lo que hemos tirado a la basura estás décadas y ya no recuperaremos. A cambio tenemos 200.000 cargos y cargas públicos y públicas (cada uno con su correspondiente corte de clientes), 17 estaditos y una clase extractiva que como ya no puede repartir más estado, porque no queda, va a repartir la nacion.
Exactamente
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