Llevan muchas décadas maquinando, pero sacaron la cabeza del todo ¿cuándo? Yo vi los primeros signos hace cinco años, cuando Sánchez y Albert Rivera negociaban un pacto de gobierno. Rivera era una garantía de mesura, pero Sánchez le dijo antes de empezar: “conste que yo prefiero pactar con Podemos, pero eso no quita que podamos hablar lo que quieras”... naturalmente, no se llegó a un acuerdo.
Sánchez empezó entonces a mentir. Dijo que le quitaba el sueño sólo pensar en Pablo Iglesias en la Moncloa, que eso era imposible, que crearía problemas con Europa... pero hubo pacto, y Podemos, un partido de corte revolucionario y republicano, que proclamaba que el “cielo se gana con violencia”. Puro estilo Marx, algo que parecía gustar a Sánchez. Éste siguió mintiendo según el foro donde hablaba. Ahora, en retrospectiva, demostró que ya estaba jugando a desestabilizar España para acabar con la monarquía parlamentaria y llegar, al fin, a la “República federal enquistada en los estatutos del PSOE.
Felipe González ya se jugó el cargo - dimitió hasta que se suprimiera del Estatuto la referencia a Marx -, hasta que en el XXVIII Congreso extraordinario (1979), se aprobó el cambio. Pero parece que se olvidaron de omitir la mención a la “República Federal”, además muy enraizada en la conciencia de muchos militantes.
No tuvo mayor importancia durante las cuatro legislaturas de Felipe, pero cuando llegó Zapatero, en 2004, empezó a sembrar minas, como el famoso “statut” que le regaló a Cataluña (Cataluña es una nación),que el Tribunal Constitucional tuvo que rectificar. La opinión del astuto Zapatero: “si no están contentos habrá que hacer algo, ¿no?” . Desgraciadamente, hacer algo es el modismo que han usado “los hunos y los hotros” (Unamuno sobre los bandos de la guerra civil), fuera el PSOE, fuera el PP. Ambos han sacado a pasear la consigna de “ceder para ganar”, y, como decía Churchill, “habéis querido evitar la guerra a costa del deshonor, y tendréis ambos, deshonor y guerra”. Y eso tenemos: deshonor y ruptura de España.
Y ahí estamos, al borde de un cataclismo sin precedentes. Y no me consuela que el primero en implosionar sea el PSOE, pues eso a Sánchez le importa un pito. Al contrario, mejor, acaba con los escasos críticos que quedan dentro. Ya ha empezado a hacer limpieza, expulsando a Nicolás Redondo, un referente de socialdemocracia junto con su padre, sindicalista histórico que facilitó a Felipe llegar a la secretaria general en el Congreso de Suresnes (1974).
En suma, Sánchez mostró, aunque nadie se dio cuenta, un proyecto oculto que culminaría con demoler la monarquía y con la democracia del 78, para él y sus compinches epígono del franquismo. Según su ley de “memoria democrática”, la democracia no llegó más que con Zapatero en 2004...
Ahora bien, aviso a navegantes: si los separatistas creen que Sánchez les va a dejar irse una vez que alcance sus objetivos, van de culo. Un autócrata de izquierdas jamás deja que le sieguen el territorio bajo sus pies. Eso nuca se ha visto. Será implacable con sus “ingenuos” asociados. Quedan avisados.
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