Juguetes rotos
Se llama “juguetes rotos” a los que han llegado al cenit en un momento de su vida y luego caen al suelo, se desarticulan, pero no se dan por enterados. P ej, famosos boxeadores sonados que a veces te cruzas por la calle. El juguete roto sigue creyéndose el que fue, y no se da cuenta de que es un zombi más que vive de sus glorias pasadas. Gente rastrera se encarga de recordarles esas glorias.
Los demás, que no han alcanzado cenits, sino pequeñas altiplanicies, se ríen sin compasión de él.
España hoy está llena de juguetes rotos, muchos. Por ejemplo, los pobres que a última hora quieren “frenar a la bestia” mediante su antiguo esplendor, pero nadie les hace caso. La bestia les ha laminado en su bienestar de glorioso jubilados. Véase, por ejemplo, esos antiguos dirigentes que hicieron grande al PSOE, y ahora, encanecidos y avenjentados, cuando ya es tarde, quieren frenar el alud que cae estrepitosamente sobre todos nosotros.
Les agradecemos algunos el esfuerzo inútil, porque el alud ya está rodando montaña a bajo, como lo prueba el triste espectáculo de ayer en el “Congreso de los pinganillos”.
Frente a esos signos de horror que nos espera, juguetes rotos ofrecen hoy un acto aseado, cordial, pero efímero, sin relevancia para el país adormecido y sonriente. Se trata de la presentación de un libro de un juguete roto, rodeado de otros como él. Yo se lo agradezco, pero pobres, ya están amortizados, contabilizados como un daño menor, apenas una rozadura. Pero es justo que nosotros les agradezcamos estos gestos de los que apenas se oirá hablar en los medios que nadie lee. Tendrán difícil encaje en las televisiones-teledirigidas. Serán bellos recuerdos para el consuelo de la nostalgia de los que hayan sobrevivido al alud del golpe de estado.
Quede consignado: gracias Felipe, gracias Alfonso, Joaquín te al. Os agradecemos lo buenos momentos. Ha sido un corta representación en la que hemos jugado a demócratas. En España, los buenos tiempos suelen durar poco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario