Y eso cuela, y cala en la gente y, coño, gana votos y escaños. Difícil lo tiene Feijóo para hablar de problemas reales, de los que Sánchez ha logrado que se hablen en notas a pie de página que nadie lee. Así que estamos en manos de un prestidigitador mediocre, al que se le ven los trucos, pero sigue pal’ante.
Hemos sufrido 6 elecciones, seis, en doce meses. A una cada dos meses. Cada una declamando memeces a gritos “y tú más”. Locura. Necesitamos un reseteo institucional para no morir asfixiados. Pero no lo habrá. Ah, y Sánchez, que muestra su corazón sangrante por su esposa, no es populista: es socialistas, demócrata, y nos está defendiendo bravíamente de la “Fachoesfera “. Que su dios se lo agradezca, porque lo que es yo…
II - leo en The Oblective sobre el problema acuciante de la caída de la natalidad - otro problema del que no quiere hablar Sánchez. ¿Es posible resolver esto con incentivos económicos a tener más hijos? Como dice el autor, NO. Es tarde para eso; es necesario… pero insuficiente. Además, a Sánchez no le interesa una cosa que es a largo plazo y fachendoso. Suena muy mal que un tío guay como él se preocupe a una cosa tan “siniestra”. En efecto hay un factor a largo plazo contra no se puede luchar: es el factor de oscurecidos valores, que se daban como algo sabido, muy estimados hasta hace unas décadas, como es el bondad de traer hijos a la vida, que simplemente ya ni entra en el esquema mental de los jóvenes de hoy.
Oscuros, pero de importancia suprema en la marcha de la historia. No hay civilización que no haya empezado su declive por la caída de la natalidad. Y sí, habría que incentiva a las parejas para que tengan más hijos, pero eso va a ser difícil que haga cambiar a las que no tienen intención alguna. Los valores han cambiado, y la medicina, que con el descubrimiento de la píldora puso en la mano de la mujer una palanca para tener más trabajo, ocio, independencia y, en suma, más feminismo en los hechos que nadie ya pone en duda.
Y es así como pasan las cosas. Cambios tecnológicos y/o de valores, o creencias, hacen que las cosas cambien lenta pero efectivamente, y “al cabo de dos generaciones (como decía Ortega y G) todos ha cambiado” sin que se pueda remediar con una política ad hoc.
En este caso estamos hablando de la generación del 68 (mayo francés), del 80, y del 2000. Es en el cambio de milenio cuando empiezan brotar lo sembrado en la “Revolución divertida”, una revolución que vino de la mano de la píldora, la socialdemocracia de Occidente, los hippies… en fin, la cumbre máxima del bienestar de la sociedad occidental, con su desenfado, y su “joie de vivre”. Es lo que nos ha dejado desguarnecidos sin remedio.
2 comentarios:
Maravilloso artículo, Miguel. Me he acordado de mis clases de historia, hace demasiadas décadas, en las que estudiamos el declive demográfico de Grecia y Roma en las fuentes directas, como Polibio, que han llegado hasta nosotros. Que suerte y que pena, Miguel. Nos ha tocado vivir estos tiempos blandengues y decadentes, pero con Seguridad Social y sanidad universal. Aunque me temo que no dejaremos nada a los que vengan detrás. En un par de generaciones, aquí solo quedarán los bárbaros.
Muchas gracias, de verdad.
Pues sí, eso me temo, esto una decadencia de occidente que se vienen rondando desde que lo anunció Oswald Splenger, en su maravilloso libro, supongo que ya superado, pero con unas imágenes, parábolas e ideas increíbles. Nunca me olvidaré del “Hombre Fáustico”, símbolo del Hombre de Occidente…
Y otra: el cristianismo en sus albores, “religión de tienda en el desierto”. Descomunal, aunque poco práctico. Anunció la caída con un siglo de anticipación. Pero algunas ideas podrían rellenar el presente. Además, ahora que lo pienso, él hablaba de “Decadencia”, es decir, principio de la Caída…
Mon Ami, je voudrais vous inviter à écrire quelque chose dans ce blog si ça vous plait
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