Como era de esperar, lamentablemente, El Mundo de hoy se pone del lado de Bruselas en el capón que le da a España. Es decir, acepta el mantra de que la culpa del retraso del crecimiento y del empleo, la tienen los retrasos en implementar las reformas, y eso, según la UE, es el ÚNICO MOTIVO.
Esto no es más que un ejemplo entre muchos. Es triste de cojones, pero que muy triste, que no penetre en la opinión pública una mínima pizca de la verdad. Es curioso esta manipulación insensata, aunque involuntaria -causada por la ignorancia-, masoquista, que nos pone a los pies del dictamen falso de la UE, que denuncia tan brillantemente George Soros (ver aquí y aquí).
Yo obligaría a traducir y a publicar en toda la prensa escrita el artículo de Soros, para que estos analfabetos arrogantes se enteran de una PUTA vez como es la historia de la crisis de verdad. La causa de la crisis es la pésima arquitectura del Euro. Esto ha llevado a una situación de divergencia creciente entre países acreedores y deudores. Los países acreedores son los que mandan, y han aplicado erróneamente el austerismo, con el fin de cobrar sus dudas. Se ha demostrado hasta la saciedad que eso ha aumentado las distancias entre acreedores y deudores, lo que a su vez ha intensificado la presión de los primeros.
Ese camino lleva irremediablemente a la caída el euro; o, mejor dicho, su estallido. Hasta ahora se ha salvado por intromisión en el último minuto, aplicando rescates que tras un periodo de gracia volvían a empeorar la cosas. Lo siniestro es que sin rescate, o con rescate, un país sólo puede aspirar a que su deuda/PIB aumente, como se ve en este gráfico de Paul de Grauwe: cuanto más austeridad, más aumenta la Deuda/PIB.
Por favor, que dejen de mandar mensajes confusos desde el gobierno, la oposición, la prensa: la culpa de la crisis no es nuestra, como no lo es de Italia, de Grecia, De Portugal, y de los siguientes países que serán víctimas de las garras de el Austerismo. El austerismo es fuerte, y se impondrá, pero entonces el final del euro puede ser caótico y lanzarnos a un pozo más profundo aún que en el que estamos. Como dice Soros, el euro nos ha convertido financieramente como países en desarrollo, sin moneda propia en la que poder emitir, porque los prestamistas no se fían de ella. Es decir, estamos en la situación de Argentina teniendo que emitir deuda en dólares a una prima de riesgo inmensa. Es lo que somos: países tercermundistas, cuando hasta el año 1999 teníamos un crédito soberano respetable. Y, como esos países, llegaremos al default irremisiblemente.
Es idiota no tener en cuenta este factor fundamental en la crisis, por mucho que se quiera creer que el euro es irreversible. No lo es. Pero creerlo, cerrar los ojos, y obedecer a ciegas a los acreedores no lo hace menos peligroso y su final menos virulento. Cuanto más fe del carbonero, más violento el estallido final. Es estúpido, además de baldío, defender el euro porque sí, por un hoolliganismo que ya no tiene sentido ante el estrepitoso fracaso y el negro futuro. Al menos que se hagan reformas de verdad (Soros), y si no, que se desmonte ordenadamente. ¿Qué es difícil? Más difícil es afrontar una crisis sistémica mundial por culpa del euro.
¡Pobres de los que intentan ahora enmendar las instituciones españolas en medio de este caos económico; patético!. La crisis interna no es autónoma de la crisis económica. Ponerse ahora a hacer cábalas sobre la Constitución, la Monarquía, etc, es abrir la puerta al estallido de España en mil pedazos. Miren como se ha desintegrado Italia. Miren Grecia. Su desintegración moral y política viene directamente de la crisis, si alguien se molesta en ver las cosas cronológicamente.
Las instituciones internas de estos países se derrumban porque no tienen soberanía y poder para tomar medidas que alivien la crítica situación de angustia de su gente. Y su gente desconfía cada vez más de su capacidad y de su honradez. Por el contrario, se someten al dictat de Bruselas, o sea, de Merkel, que les hace hacer todo lo contrario de lo que sería necesario. Y esto sólo puede acabar en una gran tragedia en la que todos perderemos, incluso Alemania, el principal responsable; aunque no culpable, pues nunca fue un fan del euro. Lo aceptó para que los demás admitieran su Unificación.
Esto no es más que un ejemplo entre muchos. Es triste de cojones, pero que muy triste, que no penetre en la opinión pública una mínima pizca de la verdad. Es curioso esta manipulación insensata, aunque involuntaria -causada por la ignorancia-, masoquista, que nos pone a los pies del dictamen falso de la UE, que denuncia tan brillantemente George Soros (ver aquí y aquí).
Yo obligaría a traducir y a publicar en toda la prensa escrita el artículo de Soros, para que estos analfabetos arrogantes se enteran de una PUTA vez como es la historia de la crisis de verdad. La causa de la crisis es la pésima arquitectura del Euro. Esto ha llevado a una situación de divergencia creciente entre países acreedores y deudores. Los países acreedores son los que mandan, y han aplicado erróneamente el austerismo, con el fin de cobrar sus dudas. Se ha demostrado hasta la saciedad que eso ha aumentado las distancias entre acreedores y deudores, lo que a su vez ha intensificado la presión de los primeros.
Ese camino lleva irremediablemente a la caída el euro; o, mejor dicho, su estallido. Hasta ahora se ha salvado por intromisión en el último minuto, aplicando rescates que tras un periodo de gracia volvían a empeorar la cosas. Lo siniestro es que sin rescate, o con rescate, un país sólo puede aspirar a que su deuda/PIB aumente, como se ve en este gráfico de Paul de Grauwe: cuanto más austeridad, más aumenta la Deuda/PIB.
Por favor, que dejen de mandar mensajes confusos desde el gobierno, la oposición, la prensa: la culpa de la crisis no es nuestra, como no lo es de Italia, de Grecia, De Portugal, y de los siguientes países que serán víctimas de las garras de el Austerismo. El austerismo es fuerte, y se impondrá, pero entonces el final del euro puede ser caótico y lanzarnos a un pozo más profundo aún que en el que estamos. Como dice Soros, el euro nos ha convertido financieramente como países en desarrollo, sin moneda propia en la que poder emitir, porque los prestamistas no se fían de ella. Es decir, estamos en la situación de Argentina teniendo que emitir deuda en dólares a una prima de riesgo inmensa. Es lo que somos: países tercermundistas, cuando hasta el año 1999 teníamos un crédito soberano respetable. Y, como esos países, llegaremos al default irremisiblemente.
Es idiota no tener en cuenta este factor fundamental en la crisis, por mucho que se quiera creer que el euro es irreversible. No lo es. Pero creerlo, cerrar los ojos, y obedecer a ciegas a los acreedores no lo hace menos peligroso y su final menos virulento. Cuanto más fe del carbonero, más violento el estallido final. Es estúpido, además de baldío, defender el euro porque sí, por un hoolliganismo que ya no tiene sentido ante el estrepitoso fracaso y el negro futuro. Al menos que se hagan reformas de verdad (Soros), y si no, que se desmonte ordenadamente. ¿Qué es difícil? Más difícil es afrontar una crisis sistémica mundial por culpa del euro.
¡Pobres de los que intentan ahora enmendar las instituciones españolas en medio de este caos económico; patético!. La crisis interna no es autónoma de la crisis económica. Ponerse ahora a hacer cábalas sobre la Constitución, la Monarquía, etc, es abrir la puerta al estallido de España en mil pedazos. Miren como se ha desintegrado Italia. Miren Grecia. Su desintegración moral y política viene directamente de la crisis, si alguien se molesta en ver las cosas cronológicamente.
Las instituciones internas de estos países se derrumban porque no tienen soberanía y poder para tomar medidas que alivien la crítica situación de angustia de su gente. Y su gente desconfía cada vez más de su capacidad y de su honradez. Por el contrario, se someten al dictat de Bruselas, o sea, de Merkel, que les hace hacer todo lo contrario de lo que sería necesario. Y esto sólo puede acabar en una gran tragedia en la que todos perderemos, incluso Alemania, el principal responsable; aunque no culpable, pues nunca fue un fan del euro. Lo aceptó para que los demás admitieran su Unificación.
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