Tras una montaña de procedimientos y criterios incomprensibles, se decide la factura que nos cobran a los usuarios de la luz. Lo único claro es el resultado final: pagamos un sobreprecio del 60% sobre el coste de fabricación. En una economía en crisis, que consume menos electricidad que en 2005, el precio sea un 60% superior al coste, es para aullar de indignación.
Tras leer dos o tres agricultor para desentrañar el tema, me declaro impotente. No entiendo nada del procedimiento de formación de precio, que además el gobierno acaba de anularlo y va a sustituir por otro en pocos días. No le ha gustado el resultado, que elevaba el precio un 11%.
La luz en España podría ser muy barata. Hay instalaciones de fuentes tradicionales, como embalses, que sólo necesitan complementase con otras fuentes para obtener una oferta barata y segura.
Pero desde que entró la política y los votos en todo, ese simple esquema se fue al carajo. Había que politizar lo "y basta ya", y en el proceso de politizarlo el coste se ha inflado vertiginosamente. Pero como los políticos no quieren que sus votantes aúllen al pagar la factura, pues se crea el "déficit tarifario", que es un cajón donde van metiendo la deuda debida a la diferencia entre el precio real hinchado y el precio UE conviene que llegue a los votantes. Es déficit se va pagando, o mejor, se va a cumulando para que pague el siguiente que gane las elecciones. Ahora mismo debemos 30 mm €, que pagarán o bien los contribuyentes, o bien las eléctricas (que son a las que se debe esa cantidad) o bien el consumidor, subiendo sistemáticamente el precio por encima del precio deseado por el gobierno.
¿De dónde sale este sobre coste? De dos fuentes: una, lo que se debe por el cierre de centrales nucleares por razones políticas. Cuando se cierra una central, hay que compensar al inversor que había puesto el dinero y la deuda para montarla. Otra fuente, es la reciente locura de las renovables, que son técnicamente obsoletas y cuya oferta de funcionamiento es tres veces más cara que las tradicionales. Para que se instalen y a mantengan, se les da un subvención (que por cierto es un palo de competencia desleal a las centrales eficientes). Gracias a esa subvenciones gastada a go gó por Aznar y luego Zapatero, la capacidad total instalada es tres veces más de la necesaria, y, por ello, tres veces más cara de mantener aunque sea ineficiente. ¿Qué aporta? Votos de la conciencia ecologeta que nos está matando, y oscuros tratados internacionales en los que se reparten cuotas de participación a las 5 de la madrugada, cuando todos están borrachos y ya no se acuerdan si querían cerrar un trato para entrar en España y para qué.
Y ya está. Más o menos. Hay una excesiva capacidad cuyo coste financiero hay que pagar, que además es obsoleta y sólo entra en la oferta a cambio de rumbosas subvenciones, que pone de su bolsillo el contribuyente. Pero queda u a rémora creciente que los sucesivos gobiernos se niegan a ver, pero que al final será deuda pública, de momento no reconocida oficialmente, que alcanza algo así como el 3% del PIB.
Si van sumando partidas de estas, que están flotando por ahí entre empresas pública y privadas (autopistas, etc), que de momento están entre Pinto y Valdemoro, pero que al final acabarán en el debe del estado, pueden sumar a la deuda pública, sin cortarse un pelo, pues cosa de un 10% de PIB, con lo que la deuda real alcanzaría el 135% del PIB a falta de otros agujeros por aflorar.
Si, hay un montón de deuda no reconocida por ahí, y eso pese a que la deuda reconocida ha estado subiendo alegremente este año, como se puede ver en este cuadro del BDE. O en este gráfico,
En el gráfico puede verse que una parte cada vez mayor (35% de PIB) de la deuda se oculta en partidas transitorias. Así, frente a la deuda oficial del tercer trimestre de 93,4% de PIB, la deuda real llega ya a un 130% de PIB.
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