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DECADENCIA DE OCCIDENTE

lunes, 2 de mayo de 2016

Kessler. Reflexiones sobre el estado y el poder

Hemos de aclararnos sobre la cuestión de si el Estado es tan valioso, que queramos conservarlo pese a la certeza de guerras y crímenes posteriores, o bien podemos correr el riesgo de su destrucción. Ahora bien, no hay que intentar conciliar lo inconciliable y contraer compromisos que no ofrecen ninguna garantía. Si el Estado es un animal depredador y nosotros no lo hemos conocido adecuadamente, el Estado socialista, bolchevique, será también un animal depredador del mismo tipo. Enmascarado el Estado de ésta o de la otra manera, es infantil quererlo domar o encerrar en una jaula de papel; se pregunta tan sólo si éste, por su naturaleza de animal animal depredador, no tiene un valor insustituible, a diferencia del hombre, si éste es posible en general sin Estado. Quizá sea atinado decir: cuanto más enredada y frágil es una configuración, tanto más cruel y carente de escrúpulos tiene que ser para conservarse. Puesto que el Estado es el más complicado juego de fuerzas humanas, tiene que ser también el más cruel y carente de escrúpulos; esto brota de su esencia y, por tanto, no puede cambiarse por ninguna corrección en sus formas o intenciones. Todo Estado, como tal, tiene que ser un animal depredador. La “razón de Estado” pertenece a su esencia y, cuanto más débil sea éste, tanto más resaltará ese aspecto. Tal como están las cosas, el mejor Estado es el más poderoso.

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