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DECADENCIA DE OCCIDENTE

miércoles, 23 de julio de 2008

Telepastoreo

En España -según aprendo en los diarios de C.G. Ruano-, en 1952, Madrid, en agosto, se quedaba vacío. es un dato curioso, teniendo en cuenta lo mal que estaba España, el hambre que había, etc. y que Madrid tenía ya un millón de habitantes.
El destino de ese éxodo lo desconozco: sería la sierra o el mar, o el pueblo de origen, o de todo un poco, pues en un sólo destino no cabrían todos.
Ahora los veraneos son distintos. Las familias se trocean, pues los hijos, a cierta edad, hay que mandarlos a EEUU, o Inglaterra, o Irlanda... Y duran mucho menos, pues todo es carísimo.
Ayer vi en la tele un nuevo destino veraniego para los peques, que a nadie deseo, pues me parece peor que el carbón de Reyes: pastorear rebaños de ovejas en Castilla a 40º a la sombra. ¡Eso sí es un castigo!
No sé si lo ha visto, pero las imágenes son casi tan dolorosas como cuando nos enseñan niños desamparados en el tercer mundo: un secarral, polvo -del que se mete hasta el fondo de los pulmones- ovejas resecas, que son las que levantan el polvo con sus pezuñas, y unos niños a los que se les obligaba a mostrar entusiasmo, cosa que no se logra, claramente.
Y, ¡como debe oler el secarral a polvo, mezclado con ese olor de caca de oveja que me parece estar sintiendo!
Lo que me pregunto es si hay un beneficiario neto del asunto, pues tiene mérito convencer a alguien de que se deje llevar a tal penitencia. Seguro que hay una subvención de por medio, que nunca falta. Pero en fin, no es eso lo esencial, sino la cabronada a esos niños, jugándose su salud y bienestar por la genialidad de sus padres.
Hay que ver lo que se hace ahora para pasar por culto y ecológico, o salir por la tele, ¡Pobres niños! (bueno, digo yo, porque una razón sensata...)
Pero hombre, si se los llevaran a un pueblo de montaña -que, si no me equivoco, es dónde deberían estar los rebaños, que de siempre han emigrado en verano a donde hay pasto verde- seguro que podrían experimentar algo así, pero con árboles y verdor alrededor, y todo la balumba que suele acompañar con generosidad a la naturaleza: flores, trinos de pajaritos, riachuelos, ranas para cazar y torturar, pozas de río, o piscina donde bañarse...
En fin, lo que hacían los niños de los cincuenta y de siempre, en que lo que más apreciábamos las criaturas era que nos dejaran libres.

2 comentarios:

Ponga Ud. lo que quiera, Muestre su airada y justa indignación, su santa Ira, pero respete un mínimo sentido del decoro. Tenga en cuenta que las opiniones son libres, los sentimientos ofendidos dignos de reparo, pero serán tanto más respetados cuanto su expresión esté más alejada de lo vulgar.