"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

martes, 2 de abril de 2024

La suelo bajo nuestros pies quebradizos

Día a día, paso a paso, nos roban nuestro suelo. Nuestro suelo, la gente no lo sabe, es el estado de derecho. Hay una dinámica diabólica e imparable entre la agresión diaria de despropósitos y la inanidad de la sociedad, que está confusa y no tiene representantes válidos. El máximo colaborador a este asesinato indoloro es el poder, claro, pero también la supuesta oposición, que al final lo que hace es pactar tras las bambalinas acuerdos que no se sabe bien qué utilidad tienen. 
Estamos inmersos, sin que le perciba más quina minoría, en una crisis de valores. Hasta finales de la XX, nos hemos guiado por unos valores derivados de unas creencias que eran el suelo en el que fructificaba la jerarquía de valores que nos han acompañado más o menos desde la Ilustración. La Libertad (trasunto de la libertad de conciencia de Lutero) era un valor máximo que se abrió paso desde el XVIII. Desde ese escalón se llegó a la democracia  como el único régimen garante de la libertad individual, lejos de cualquier colectivismo. Esto empezó a tomar forma en 1610, cuando los primeros pylgrims arribaron, en 1620, a Cape Cod, Boston. Lo primero que hicieron fue un solemne pacto - precedente luminoso  de las Constitución americana y siguientes -, en que se comprometían ante su Dios a que nadie sería perseguido por sus creencias religiosas, y por ende se formarían gobiernos elegidos periódicamente, controlados por la ley de derechos individuales. Este y otros pactos - ya sea por nuevos peregrinos, o por ampliación territorial de los antiguos -, fueron la semilla de la Constitución ganada tras la guerra de Independencia a los Inglaterra; como reconocía el mismo Jefferson, uno de los Padres de la patria. 
De modo que a través de la sangrienta guerra de religiones europea de 1619 a 1649, la Guerra de Treinta años, acabada en el tratado de Westfalia, y las sucesivas persecuciones de las iglesia vaticana al protestantismo, fue formándose la necesidad intelectual de alcanzar una tierra sin gobierno opresor, para restablecer por ley la Libertad conciencia, Libertad de elegir sin ser represaliado, lo cual se consiguió en la fecha citada más arriba: 1620, que con todo derecho puede considerarse como la fundación, inconsciente, de la Democracia. 
La historia no es más que el recuento de las consecuencias no buscadas - oco más que ruido y furia, como decían Shaspekeare -.
Ahora la historia está a punto de dar un giro a los desconocido, pues los valores imperantes que modulaban la ley y la costumbre (de raíz Cristiana enlazada al Derecho Romano) se han trastocado y han sido remplazados por otros que, por primera vez, no son proclamados por un grupo social identificado, sino que permean toda la sociedad de cualquier sector social en todos los países llamados “democráticos”. Yo temo que ya no lo son o dejarán pronto de serlo, aunque guarden las formas, más pronto pronto que tarde, éstas serán dinamitadas.
¿Hacia dónde vamos? A largo plazo no lo sé, pero a corto Ana Suecia de sociedad dictatorial con formas seudo democráticas, en las que las elecciones, las leyes, el gobierno tendrán propósitos colectivistas, de el derecho del individuo. Poderes absolutos, del  que sólo la magnanimidad garantizaría una especie de tolerancia para ciertas cosas, pero porque les sea beneficioso. En el peor caso, un régimen comunista que ya sabemos lo que da de sí. Esto, naturalmente, dará origen a otros valores que ya descuellan, con el identarismo, El colectivismo, la pobreza, la dependencia, la incultura y, en definitiva, lo que George Orwell nos describía en “1984”.


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