"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

miércoles, 21 de febrero de 2024

El,problema de la emoción nacional II

España fue un Imperio, el más grande jamas existido hasta entonces. Por eso padeció el odio de sus vecinos, quienes para vencerlo, inventaron la Leyenda Negra. Todos los países poderosos han tenido su leyenda negra. La de España fue la única que fue absorbida por su pueblo, tuvo un fuerte efecto boomerang y sembró un pesimismo latente de la nación sobre sí misma. 
Este pesimismo, por distintos caminos, ha llegado hasta nuestros días reinando en el inconsciente colectivo, hasta influir en la política de un modo inédito en otros países. 
Ser español y sentir un cierto disgusto hacia ello es de una normalidad absoluta, pese a que desde el final de la Guerra Civil España se ha colocado entre las naciones más afortunadas. Este sentimiento es más un reflejo que el resultado de un análisis elaborado. A causa de esto y otros factores coadyuvantes, estamos viviendo un momento político de paroxismo sin precedentes de este sentimiento letal; no hay nación mínimamente estable sin un cierto aprecio de sus ciudadanos por serlos. Siempre es mejor pecar de un poco de chovinismo que de lo contrario.
España ha tenido recurrentes debates internos entre su inteligencia más notable en torno al “ser” de España, como si fuera un tema de particular enjundia para su existencia, a la vez que no ha habido un especial ímpetu por la metafísica, como sí la ha habido en otras naciones occidentales. España ha tenido la peculiaridad de girar sobre sí misma en este debate ontológico sin fin, poniendo en duda la justificación de su quehacer diario si no se llegaba a una meta en ese vértigo. Ergo el quehacer de su pueblo y sus instituciones habrían actuado falazmente por no partir de una base metafísica firme, una rotunda respuesta a la pregunta de la esfinge soñada... lo cual es imposible, claro. Esto ha incitado recurrentemente a arrasarlo todo para “partir de cero” por aquellos que creían estar en el secreto de la incógnita de la esfinge. Según ellos, toda reforma era inútil, todo el pasado un enorme error. Había que destruir todo para asentar bien los “cimientos de la verdad”. 
Esa era la mentalidad que exhibió la izquierda republicana española desde principios del XX, atraídos por el señuelo de una revolución soviética que había conseguido precisamente eso: derribar una autarquía, borrar todo rastro de ella, de la historia, y “partir de cero”. Una buena parte del encono civil que abocó a la guerra incivil se debió a están mentalidad destructiva que tan bien representaron el anarquismo y socialismo español, movimientos que no dieron ningún fruto destacado en el plano intelectual, salvo la justificación a posteriori de los hechos. Su pensador más respetado por la izquierda de hoy, Manuel Azaña, fue un conspicuo representante de esa mentalidad de “tabula rasa”, con su esquema de aplicar un “equipo de demolición” sobre toda España y su pasado, e implantar una República ex Novo que convertiría al español en un nuevo genotipo glorioso. Ha de recordarse que en las elecciones de 1936 su partido no llegó a la decena de diputados. No le importaba, porque pensaba apoyarse en el PSOE, sobre el que imaginaba tener una influencia de su extraordinario magín sobre la “fuerza bruta” de ese partido (fuente, José María Marco. “Azaña, el mito sin máscaras”).
Hoy en día la izquierda es otra cosa muy distinta desde que se derrumbó el marxismo, pero de efectos similares sobre el ánimo de los más españoles. Por alguna razón, el sentimiento negativo se ha transmutado en un pesimismo renovado, dirigido ahora a otros puntos, como la ecología, que implica una serie de medidas políticas, no fundadas mas que en simples consignas, que ponen en jaque al bienestar económico planetario alcanzado en las últimas décadas. Baste decir que el hambre en el mundo, pesadilla hasta hace poco de muchas zonas del planeta, se ha reducido y se vislumbra ya su desaparición, según datos de Banco Mundial. 
De esto no se informa a la población electora en las democracias; se le oculta la información a cambio de consignas fáciles y alarmantes en caso de que no se tomen medidas draconianas de dudosa eficacia. Bjon Lomborg, el ecologista/economista de gran prestigio, aunque acepta que hay calentamiento y que se debe a la acción humana, dice que la agenda 2030 supondrá una grave crisis económica que hará reaparecer la hambruna, además de la combustión de fósiles más contaminantes que los que se quieren suprimir. 
En España esto ha tenido su desarrollo particular. Los partidos que defienden el ecologismo radical son ahora la extrema izquierda LGTBI. Apenas tienen representación parlamentaria; su fuerza deviene del amparo del PSOE, que a su vez se ha aliado con los separatismos de toda laya, de modo que el presidente del gobierno debe su cargo a partidos marginales en España con fuerza relativa en sus distritos electorales. Así, con los votos de unos partidos separatistas que no representan un 2% del total de votos, el gobierno ha conseguido seguir gobernando tras unas elecciones generales que no ganó. Es evidente que el perverso sistema electoral y reparto de escaños favorece este estado de cosas. 
Estado de cosas que se puede describir de la siguiente manera: el Presidente del gobierno no es el presidente de España, sino el Alto Comisionado en Madrid de los Separatistas: por sus siglas, ACMS. Algo que acaba de un tajo  con la igualdad entre españoles. 

1 comentario:

Miguel E. dijo...

El Presidente, al igual que el Sr. Feijóo, son lacayos de Estados Unidos, lamentablemente.

Cuando Vladimir Putin ataque más países (según Emmanuel Macron habrá que mandar tropas occidentales a Ucrania en breve) el "Gobierno más progresista de la Democracia" será el primero en reclutar jóvenes de clase obrera para que mueran en la primera linea del frente. Y si no al tiempo...