"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James
domingo, 1 de diciembre de 2024
La pesadilla de la deuda impagable
El príncipe y los lémures
No consigo discernir si los lémures que van cayendo en las redes del tirano de turno, se ponen a sus órdenes por cinismo o por convicción.
Será incapacidad mía, pero la mayoría de ellos parecen tan tontos, que sospecho que es por convicción, en realidad con más convicción que sus amos. Amos, porque aquí cabe hablar de servilismo perruno.
Marisú, por ejemplo, no sé si sus gansadas salen de un interior ingenuo, pueril, incapaz de madurar, o cabe en él – ya que llevan una carga de sadismo – una gota de cinismo malévolo. Ya va su segunda gran trapisonda, después de haber “presenciado” los ERES en la Junta de Andalucía.
No lo sé. En esta historia que nos ha tocado soportar, se ve tal variedad de caracteres, cada cual con su peculiaridad única; a la vez tan jerarquizados desde la cresta hasta el último lémur, que podría ser que todos tuvieran una dosis de simple infantilismo o de maldad, combinadas con todo lo que cabe en ese vacío aparente entre ambos conceptos.
La misma cabeza del líder es compleja; no es discernible cómo se combinan esas dosis de maldad, de determinación, de capacidad de réplica poco después de un eventual revés, de fría determinación, acompañada de una ira que han corroborado algunos testigos, anónimos por supuesto.
Por ejemplo, la pronta recuperación del “jefe de la manada” de su desfallecimiento y estado de shock en su funesta visita a los damnificados de la inundación de Valencia. Nunca se la había visto tan hundido; pero a las pocas horas ya estaba contraatacando las primeras críticas y echando la culpa a su brillante aportación al acervo político, la “Fachoesfera”, invención de su caletre conspiranoico. ¿Está conspiranoia, que tan bien le funciona, es fruto de una frialdad maquiavélica o de una mente revanchista?
Por cierto, qué hubiera dicho Maquiavelo de él: ¿qué es admirable como su admirado asesino César Borgia, o pasionalmente demasiado descontrolado? ¿Su saqueo de las arcas públicas, es demostración de frialdad calculada, o simple venganza contra esa nación llamada España, que parece detestar?
Yo creo que Maquiavelo no hubiera aprobado que fomente la quiebra de su propio Estado, como él lo está haciendo. En realidad, Maquiavelo, en sus escritos sobre la naturaleza del poder, distinguía netamente al príncipe del pueblo que gobierna. El primero tenía que tener una doble moral: una para rechazar el acoso constante de los demás (sobre todo los más cercanos) a su trono. El príncipe está legitimado en usar la violencia para defender su trono, y la astucia, la mentira, todo, pues de todas maneras sus enemigos usarían eso y más. El príncipe no se puede (o mejor, no debe) permitir ser menos cruel que los aspirantes a destronarlo: tiene una prioridad: defender su trono (téngase en cuenta que esto era mucho antes de la Democracia).
Eso sí, frente a su pueblo tendrá que fingir una moral, sino de bondad, sí de bonhomía, de gobernar por su bien, aunque a la vez debe ser inmisericorde: es mejor, llega a decir, un pueblo temeroso a un pueblo entusiasta con él, pues el pueblo suele ser desmemoriado, y recuerda mejor el temor que el entusiasmo, que olvidará al menor contratiempo, como unas inundaciones, como vimos el día después de las inundaciones. Es claro que Maquiavelo no mostró ningún entusiasmo por la religión católica, fuente, en su opinión, de una moral cívica deficiente. Para él, la prioridad absoluta fue su sueño de una Italia unida y fuerte, que expulsara a los ejércitos extranjeros – principalmente de España y Francia – que asolaban y sembraban la discordia de Italia, entonces una mera agregación de ciudades-estado. Solo se cumplió su sueño tres siglos después, con la unificación de Garibaldi[1]
¿No es verdad que nuestro líder máximo no ha tenido ni un ápice de empatía ni piedad, y que ha escatimado hasta el rencor las escasas ayudas que ha concedido? Un príncipe maquiavélico hubiera simulado piedad y conmiseración, ante el pueblo devastado. En realidad, su parte más emocional que le dicta su pasión por la Moncloa, está horadando su poder. Tendrá que decidir, más pronto que tarde, qué hacer al respecto; por su trayectoria audaz, es de suponer que seguirá por el camino del riesgo hasta que se la pegue. Pero no se puede esperar que alguien salga a darle el alto en su camino frenético.
[1] En realidad, Maquiavelo, a pesar de justificar su obra como tratado de recomendaciones a la familia Médicis, parece ofrecer una fría descripción del ejercicio del Poder. En todo caso, un tratado imperecedero por su veracidad.
martes, 26 de noviembre de 2024
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La caída acelerada del Estado
Sánchez ha dejado bien claro con sus últimas decisiones que va por delante de nosotros en su fervor de demolición de España con la ayuda de sus compañeros de viaje separatistas. Lo ha dejado claro como el agua: hay que dejar funcionar la iniciativa de las autonomías. España es un país ¿federal?, las comunidades son autónomas y deben tomar la iniciativa en casos de catástrofes naturales. De paso, ya que la oposición a mí Yo me pide que declare caso de emergencia nacional, les digo que me aprueben los presupuestos, que no he presentado ni siquiera formulado.
Doble trampa: que las autonomías del PP dejen ver su vaciedad incompetente, lo cual le ha salido muy bien – Mazón está amortizado -, y tengo cogido por sus partes al memo de Feijóo, que quedará mal me apoye o no me apoye en mis presupuestos trampa.
Al fin a estallado a la luz la verdadera política maquiavélica de este sujeto sin par, muy dotado para sacar fuego de una astilla verde y mojada, simplemente porque se la da bien ver como joder al contrincante y marcar una muesca más en su revólver silencioso.
No le hace falta ni siquiera los últimos avances de IA. Prefiere rodearse de una tribu cerril de necios que beben los vientos por el, le corean y le imitan cuando hacen declaraciones. El puto amo. El puto amo ha salido vivo de los desastres en cadena que ha provocado, y la ira de los afectados apenas le ha rozado. Estoy de acuerdo con Pérez Reverte: lo volverá a hacer. Volverá a ganar, pero antes habrá machacado a Feijóo hasta la ignominia; antes habrá roto la nación más antigua de Europa en dos o tres fragmentos, y Cataluña recibirá un tratamiento especial, (“único” dice Marichús), que arruinará a España para siempre, porque lo que quede de Estado será suyo y lo hará a su imagen y semejanza.
Porque, es así, despídanse de elecciones porque ya está avanzando con sus socios separatistas para construir (o destruir) un Estado asimétrico, dividido entre autónomos pobres, sin recursos, los cuales estarán en su mano y la de sus socios.
Ese es el panorama: una España rota “asimétricamente” con una economía empantanada por el peso de los impuestos y la deuda, cuyo recurso será totalmente arbitrario, como ya lo está empezando a hacer.
En la tragedia de Valencia hemos visto dos caras de este personaje único. Primero querer aparecer en el escenario dantesco como un salvador, lo que fue un error que pudo pagar caro. Luego, el desfallecimiento en el que cayó cuando repentinamente se dio cuenta de que le odiaban y amenazaban con matarle (si no llega a ser por los guardaespaldas). Solo hecho de menos la ausencia de su amada Begoña, para mayor contraste entre la pareja real y estos desalmados que se creen impunes (y la verdad es que lo son).
Hay quien dice que lo decisivo en la historia son las estructuras, las instituciones en las que encaja la decisiones humanas. Yo creo que este ser demuestra que el individuo maquiavélico también es decisivo cuando sabe leer las debilidades de esas instituciones y empieza a apoderarse de ellas y anularlas de su verdadero sentido de su existencia y las pone a su servicio. No es fácil lo que hace; no me imagino a otro. Tristemente ha nacido para aprovecharse de todas las debilidades del Estado democrático español, que son muchas.
Pero ya es tarde para remediarlo. Él ya tiene demasiados resortes en su poder, y va a tener más cuando consiga su operación fiscal Cataluña, que dejará seca financieramente al resto de España. Sabe, como cualquier déspota, que la pobreza del pueblo le hace más dependiente de las migajas que tira a boleo desde el balcón, por las que los miserables luchan por ellas. No dura mucho tiempo un déspota que permita un sector privado productivo.
No son las “condiciones objetivas” las que mueven la historia. Son los raros individuos sin alma especialmente diseñados para adueñarse de esas estructuras y ponerlas a su servicio. Ejemplos, Lenin, Hitler… monstruos de capacidades rara vez vistas, amorales que se fabrican una moral suya que justifica las aberraciones que se le ocurren.
Leer de ellos a toro pasado es fascinante porque encarnan el mal casi absoluto. Que te toque vivir bajo la bota de alguno de estos “seres excepcionales” es una mala suerte inmensa.