"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

domingo, 7 de julio de 2024

El cristianismo luterano, germen de la sociedad abierta y de la economía moderna

Hace una buena serie de años, escribí un libro que intentaba rastrear la pista de dónde y cuándo se engendró la economía que hoy se practica en los países occidentales (y otros), con mayor o menor fortuna. Creo que lo leyeron cuatro como mucho.
No me desdigo de lo que allí decía: la economía actual no es un invención racional descubierta por un genio - digamos Adam Smith -, sino el efecto no buscado de una nueva religión que nació en las 95 tesis de Lutero, en 1520, expuestas en la puerta de la catedral de Wittenberg, para oprobio de la Iglesia Católica. Entonces se abrió en Europa una guerra sin cuartel entre el Vaticano, apoyado por el Imperio de Carlos V, y la nueva fe, que contra pronóstico se fue expandiendo por Europa, fracasando el emperador en su intento de sofocarla por lo civil o por lo militar. Después de innumerables batallas y persecuciones, en 1555, ya en las postrimerías del imperio, se acordó solemnemente el acuerdo de Augsburgo, el que se acordaron unos principios que comprometían a ambas partes; aunque desde luego la paz no se consiguió, pues la guerra religiosa continuó cruelmente hasta 1648, en la Paz de Westfalia, donde realmente se puso en práctica lo acordado en Ausburgo noventa años antes. 
¿Por qué creí que esta nueva fe dio origen a la sociedad que llamó “Abierta” (en el sentido de Karl Popper).
Lutero promulgó una doctrina antitética a la católica oficial: el verdadero creyente en Cristo no necesita de la intermediación de la Jerarquía para saber la verdad y salvarse. Basta con que él lea los sagrados textos sin interpretación previa sesgada, y si tiene Fe el espíritu santo le ayudará en ver la verdad. 
En mi opinión - aparte de ser un impulso a la culturización gracias a la recién inventada imprenta -, esta libertad de conciencia individual dio origen a la sociedad abierta - pese a la contradicción aparente de Lutero de no creer en el libre arbitrio -.
Lutero mismo se enfrentó bravamente en la dieta de Worms, ante la Jerarquía y el emperador Carlos V, cuando le pidieron que renunciara a su herejía, diciendo: “yo no puedo hacer eso porque va en contra de mi conciencia”. ¿No es un grito de libertad contra los dogmas oficiales y contra toda la doctrina oficial elaborada ad hoc sobre los textos originales? 
Fue una auténtica revolución, que hacía a los hombres libres, ciudadanos como los de hoy. Ofrezco aquí una parte de lo declarado en Ausburgo en lo relativo a la vida profana, en donde se percibe ya el aroma de una vida ciudadana de hombres libres e iguales:

Los ritos eclesiásticos que sirvan para mantener la paz y el buen orden en la iglesia, como ciertas celebraciones, fiestas y similares. Sin embargo, estas cosas no son necesarias para la salvación. Todas las ordenanzas y tradiciones instituidas por los hombres con el fin de aplacar a Dios y merecer la gracia son contrarias al Evangelio y a la doctrina acerca de la fe en Cristo. Por consiguiente, los votos monásticos y otras tradiciones relacionadas con la distinción de las comidas, los días de ayuno, etc., son inútiles y contrarias al Evangelio.

Sinopsis artículo 16: Asuntos Civiles

Toda autoridad en el mundo y todas las leyes, fueron creadas e instituidas por Dios para el buen orden. Los cristianos, sin incurrir en pecado, pueden tomar parte en el gobierno y en el oficio de príncipes y jueces; asimismo, decidir y sentenciar según las leyes imperiales y otras leyes vigentes, castigar a los malhechores con la espada, participar en guerras legítimas, litigar, comprar y vender, prestar juramento, tener propiedad, contraer matrimonio, etc.

Condenan a los anabaptistas, que enseñan que ninguna de las acciones anteriores son cristianas.

Condenan también a aquellos que enseñan que la perfección cristiana consiste en abandonar casa y hogar, esposa e hijos y prescindir de las cosas ya mencionadas. Al contrario, la verdadera perfección consiste sólo en el genuino temor a Dios y auténtica fe en Él. El Evangelio no enseña una justicia externa ni temporal, sino un ser y justicia interiores y eternos del corazón. El Evangelio no destruye el gobierno secular, el estado y el matrimonio. Al contrario, su intento es que todo esto se considere como verdadero Orden Divino y que cada uno, de acuerdo con su vocación, manifieste en estos estados el amor cristiano y verdaderas obras buenas. Por consiguiente, los cristianos están obligados a someterse a la autoridad civil y obedecer sus mandamientos y leyes en todo lo que pueda hacerse sin pecado. Pero si el mandato de la autoridad civil no puede acatarse sin pecado, «se debe obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hechos 5:29).

Sinopsis artículo 17: Del regreso de Cristo para el Juicio

También se enseñan que nuestro Señor Jesucristo vendrá en el último día para juzgar y resucitar a todos los muertos, para dar a los creyentes y elegidos la vida y gozo eternos. Pero los hombres impíos y los demonios le condenará al infierno y al castigo eterno.

Rechazan a los anabaptistas, que enseñan que los demonios y los hombres condenados no sufrirán pena y tormento eternos.

También se condenan algunas enseñanzas judías que ahora se propagan, que antes de la resurrección de los muertos, sólo los santos y piadosos ocuparán el reino del mundo y aniquilarán a todos los impíos.

Sinopsis artículo 18: Del libre albedrío

El hombre tiene cierta libertad para llevar una vida exterior honrada y para elegir las cosas que entiende la razón. Pero sin la gracia, ayuda u obra del Espíritu Santo el hombre no puede agradar a Dios, temer a Dios de corazón, creer, ni arrancar de su corazón los malos deseos innatos. 

«La naturaleza humana puede decidir si trabajará en el campo o no, si comerá o beberá o visitará un amigo o no, si se pondrá o quitará el vestido, si edificará casa, tomará esposa, si se ocupará en algún oficio o si hará cualquier cosa similar que sea útil y buena. No obstante, todo esto no existe ni subsiste sin Dios, sino que todo procede de Él y se realiza por Él. En cambio, el hombre puede por elección propia emprender algo malo, como por ejemplo arrodillarse ante un ídolo, cometer homicidio, etc.»


El hombre tiene un amplio margen de libertad para su actividad profana, para decidir hacer un oficio, comprar o vender bienes, formar una familia (el matrimonio ya no es sacramento sagrado: si quedan como tales el bautismo y la comunión), comer o vestir como quiera…y un largo campo de actividades que ya ni entran bajo el radar de la santidad, que se reduce al ámbito personal de cada cual, que además disfrutará de derecho a creer en la fe que elija. Esta libertad de conciencia tiene una papel crucial en la formación de la sociedad libre creada conscientemente por los primeros Pilmgrys arribados a Cape Cod en 1620. Entonces, nada más bajar a tierra, hicieron un solemne tratado “en el nombre de Dios”, jurándose ante él en formar una sociedad done cada cual practicara su religión escogida libremente, una sociedad gobernada por leyes, y con gobernadores elegidos periódicamente por el pueblo. 
En opinión de Jefferson, futuro padre de la patria en 1776, esos pactos renovados  periódicamente, generalmente para ampliarlos territorialmente, son la verdadera Constitución americana. Y en efecto, lo que es verdad es que todo el que fuera cristiano, siguiera la Fe que fuera de su elección, se integró. Hubo católicos que fundaron colonias católicas, como Saint Mary, respetando la norma sagrada de admitir en su comunidad a cualquier otra fe (cristiana). 
La,libertad de conciencia fue el germen de la sociedad abierta, aquella que admite la discrepancia siempre que respete la ley promulgada por los representantes. Esto y todo lo que va adherido a esto, como la libertad profana liberada de la vigilancia de toda jerarquía, es en mi opinión el núcleo de la sociedad democrática y capitalista de hoy.
Los demás países, salvo Inglaterra, que merece mención a aparte - aunque muchos de sus liberales, entre ellos Adam Smith, o Edmund Burke, se inspiraron en lo que sucedía en la colonias - no hemos más que una pálida imitación de aquella Sociedad Abierta.
Pero ahora me parece que todo esto, tanto lo auténtico como las imitaciones, están muy minados por valores, sentimientos e ideas que no lo aprecian. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El capitalismo se puede pasar muy bien sin cristianismo, protestante o del otro; no hay más que ver lo bien que le va al capitalismo chino, p.ej. Y din democracia. En cambio no le va nada bien sin ética protestante del trabajo. La ética confuviana también se adapta muy bien a él. En ausencia de ninguna de ellas deberíamos tener nuestra peseta, pero qué se le va a hacer. Ese tren ya pasó.

www.MiguelNavascues.com dijo...

Bueno, sí