"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

jueves, 26 de diciembre de 2024

La representación del mundo I

Qué cambio tan extraordinario tiene lugar […] cuando por primera vez el hecho de que todo depende de cómo se piense una cosa al principio entra en la conciencia; como consecuencia, el pensamiento en su dimensión absoluta sustituye a la realidad aparente. KIERKEGAARD

Estoy leyendo un libro fascinante. Es “El nacimiento de todas las cosas”, de Jorge Volpi
He de aclarar que puede que sea fascinante solo para mí, porque es posible que muchos lectores se hayan aclarado sobre estas intrincadas cuestiones y estén al cabo de la calle. Al fin y al cabo, en mi bachillerato no se trataban estos temas peliagudos de la Física del XX y, quizás, hoy en día sí se hace. Aparte de que yo siempre tuve problemas para desentrañar las cosas de la física moderna, porque cuando lo intentaba, me tropezaba desde el principio con el fracaso. 
Y de eso va Volpi, autor que no conocía, pero que empecé a leer con avidez y luego con pasión. Es una explicación, al alcance de todos (o casi), del  estado de la Ciencia en vigor. 
Yo conocía la filosofía de Kant y de Schopenhauer. A este último le había leído con fruición, pues tiene el mérito de escribir una de las más reconocidas prosas de la historia de la filosofía. Kant, siguiendo a su admirado Hume, había hecho una revolución en la filosofía. Me permito explicarlo con mis propias palabras: nuestro sistema cognitivo dista de ser perfecto. El mundo exterior existe, por supuesto (cosa que negarían sus exaltados seguidores), pero nosotros solo lo podemos aprehender a través de nuestras capacidades cognitivas. Y estas tienen restricciones evidentes: solo podemos inferir a través de dos pre condiciones (a priori, decía Kant) que son el espacio y el tiempo. Esto, nos explica Volpi, se ve corroborado por la Física cuántica y el principio de incertidumbre de Heisenberg. A partir de ahí, debemos de prescindir de nuestra amada certidumbre, que en el mejor de los casos se convierte en una probabilidad no muy precisa, además. 
Si lo pensamos un poco, podemos sentir una especie de vahído al comprender que estamos (no del todo) aislados en nuestro interior; nos asomamos hacia fuera a través de una tela semitransparente, imperfecta, que nos impide ver el mundo en su plenitud, y que la captación que logramos está necesariamente formulada en las coordenadas espacio tiempo. Además, nuestro sistema analítico solo funciona bajo esas dos pre condiciones; además, como decía Hume, nuestra lógica racional llama causa-efecto a la simple repetición de dos fenómenos en determinado orden. Determinamos pomposamente “la bola de billar se mueve a causa del impulso dado por el palo del jugador”, lo cual es una simple creencia, porque lo único que vemos (o creemos ver) es que, repetidas veces, el palo impacta en la bola y esta sale despedida. Pero, en puridad, quizás los dos fenómenos hayan sido simultáneos, no sucesivos: estamos hechizados por el tiempo, que quizás, como decía San Agustín, no sea más que otra ficción más… 
Hume ponía el ejemplo de que, por hábito, aceptábamos que “todos los cisnes son blancos”, hasta que se corroboró que en Australia había cisnes negros. La costumbre había establecido con total seguridad que todos los cisnes eran blancos. La costumbre se había traducido en la mente del hombre en la norma lógica de que si hay un cisne, este es blanco. 
Hume y Kant desestabilizarían completamente la filosofía anterior. En concreto, Kant dejó sentado que nuestras limitaciones cognitivas nos permitían asomamos al exterior y fabricar silogismos no definitivos, pero no podíamos aseverar nada de de temas metafísicos o religiosos.
Por ejemplo, 

“La muerte (y la vida ulterior) es una de nuestras mayores ficciones: acaso porque no existe en tanto que nadie puede narrarla”

Vuelvo al libro de Volpi, porque lo que hace es ponernos al día de lo que dijo, de estos y otros temas, la revolución científica del siglo XX. Su mismo título ya nos guía: “La invención de todas las cosas” se refiere a que todas las cosas exteriores que percibimos son creadas por nuestros cerebros. Todo lo que sabemos, interior o exterior a nosotros, es una invención necesaria sin la que no llegáramos a nada útil. Es más, como paso necesario, inventamos un Yo, depositario y autor de toda nuestra creación, con el que hablo en mi interior, pero con palabras, formulo  conjeturas que ya iré ordenando más tarde. Necesitamos un Yo para creer que en el interior de los demás hay un yo distinto con el que puedo comunicarme. En realidad no somos seres rigurosamente lógicos, sino inclinados a inventar narraciones, o mejor dicho ficciones cuanto más adornadas mejor. 
En palabras de Volpi, 

 Narrar es engarzar imágenes en el anzuelo del tiempo. Ordenamos los hechos —los patrones que atesoramos de los hechos— de la misma forma que paseamos sin rumbo, confiados en que al final le daremos sentido al camino.”

El mundo es Voluntad y Representación, dice Schopenhauer. En rigor, el mundo existe porque nos lo representamos. Imaginemos: ¿sería posible un mundo lleno de belleza, con sus montañas nevadas, lagos, ríos, mar y cielo azul, sin un ser vivo capaz de interpretarlo? (En todo caso sería un ser melancólico por no tener a quien narrárselo…) Somos narradores incansables de nuestra propia vicisitud, a la que vamos adornando y añadiendo “belleza”, suspense, emoción… y  yo voy corroborando el relato (sí, eso que quiere monopolizar el inquilino de la Moncloa) mediante la comunicación con los demás. Somos, inevitablemente, animales sociales… aunque somos capaces de asociarnos para producir y crear en paz, pero también como para desencadenar la guerra. La guerra y la paz se convierten, con el tiempo, en actividades muy exigentes, sobre todo la primera, a la que es más difícil de llegar y prolongar que la guerra, mortal y desoladora como nada, y no no menos exigente. 
En cuanto al Yo, irremediablemente nos lleva al dualismo de alma y cuerpo. Sin dualismo no podríamos creer que en los demás hay otros “yoes” distintos al mío con los que me puedo comunicar, certificar los que yo siento, rebatir, llegar a un punto intermedio mejor que el que se ha obtenido por separado… Volpi: 

Los dualismos derivan de la sensación de ser algo en el interior de otra cosa.”.
“Te miro a los ojos y asumo que en el interior de tu cráneo hay alguien como yo.”

(como decía Schopenhauer al comienzo de su magna obra), 
«El mundo es mi representación. Esta es la verdad que vale para todo ser viviente y cognoscente, aunque solo el hombre puede llevarla a la conciencia reflexiva abstracta: y cuando lo hace realmente, surge en él la reflexión filosófica. Entonces le resulta claro y cierto que no conoce ningún sol ni ninguna tierra, sino solamente un ojo que ve el sol, una mano que siente la tierra; que el mundo que le rodea no existe más que como representación. »
Repito la pregunta : ¿es concebible una idea del universo sin una conciencia presente que sepa articular una representación?






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