"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

martes, 1 de enero de 2019

¿De verdad será China el sucesor de EEUU en el liderazgo mundial?

Parece natural una respuesta afirmativa, pero yo nunca lo he creído del todo, a pesar de las estadísticas prospectivas que afirman que sí. 
China es una gigantesca economía con pies de barro. Si miramos a la evolución de EEUU hacia su lugar privilegiado, desde luego China no se le parece nada. Para empezar, China se benefició del empeño de los americanos en contrarrestar a la la URSS con un nuevo aliado, y desde luego lo consiguió, aunque ahora no es tan aliado. En todo caso, el proceso al alza de China partió con esa ventaja. 
Pero es que China nunca se convirtió en un país capitalista, sino en uno estatalista, y cada vez más. Eso quiere decir que las decisiones económicas, macro y micro, se toman en el Comité Central, y por muy poco liberales que seamos, debemos reconocer, como decía Hayek, que los estados nunca tienen la información suficiente para saber cómo va a ser el futuro, lo que les impide decidir las cantidades y precios de cada bien y servicio producido, en cada momento, sin cagarla. Generalmente, cuando sucede eso no se rectifica, sino que se intenta tapar el fallo con un desacierto mayor, lo que lleva a una acumulación de desvíos del punto de equilibrio. 
Pero entonces, ¿por qué ha durado tanto el crecimiento cuantioso de China?
Yo diría, para empezar, que no me fío de las estadísticas producidas por el mismo centro de poder. Pero, aún dándolas por buenas, traslucen una serie de fallos de los que hablaba. Además, otra cosa que China hace es aprovechar su dictadura para ahorrarse un montón de gastos sociales que son inevitables incluso en un país tan capitalista como EEUU. Gastos, por ejemplo, contra la contaminación, con su industrialización sin tasa y sin control, que tarde o temprano pasará factura. Según me han dicho los visitantes de China, en Beijing no se puede respirar. 
Por ejemplo, Martin Wolf, escéptico también en esto, dice en el Financial Times, 

Hay dos argumentos poderosos por los que este punto de vista resultará erróneo: primero, China tiene un gran potencial para continuar la puesta al día en los niveles de productividad de los países más avanzados; y, segundo, tiene una capacidad probada para generar un crecimiento rápido sostenido... Al igual que en Japón en la década de 1980, las políticas de inversión ultra alta y rápida acumulación de deuda, que hicieron que China creciera tan rápido después de la crisis financiera de 2008, la hicieron vulnerable a una fuerte desaceleración.

De manera crucial, la tasa de inversión de China, del 44% del producto interno bruto en 2017, es insosteniblemente alta. Esta extraordinaria tasa de inversión mantuvo el crecimiento de la oferta y la demanda después de la crisis de 2008. Pero el stock de capital público de China ya es mucho mayor que el de Japón, con ingresos per cápita comparables. La desaceleración de la formación de hogares urbanos significa que ahora es necesario construir menos viviendas nuevas. No en vano, los rendimientos de la inversión se han derrumbado. En resumen, el crecimiento impulsado por la inversión [en zona de rendimientos marginales decrecientes] debe llegar a un final temprano.

Debido a su tamaño, China también se ha visto afectada por el crecimiento impulsado por las exportaciones, a un nivel de ingresos per cápita más bajo que otras economías de alto crecimiento de Asia oriental. La guerra comercial con Estados Unidos subraya esta realidad. La población china en edad de trabajar también está disminuyendo. Dado el enorme aumento de la deuda, sostener un rápido crecimiento será muy difícil.

Todo esto no es más que un reflejo de los fallos del dirigismo, mucho mayores de lo que se cree, cuando las empresas privadas son privadas sólo de nombre. Una cierta intervención macroprudencial del estado es ineludible, pero lo de China rebasa todas las líneas, lo que lleva al despilfarro. De ahí que no me crea por ejemplo las estadísticas de crecimiento y de productividad.
China y su éxito me recuerda al éxito de España en los años sesenta. Una economía dirigida que crecía con gran fuerza por una serie de factores. Es verdad que lo que consiguió aquella administración, mayormente dirigida por el Opus, fue prodigioso, pues puso el PIB per capita al nivel mayor de la historia respecto la media de la Comunidad Europea, que entonces eran los 6 países más prósperos, con un paro inexistente. Pero no podía ser eterno. Había que hacer de España un país más capitalista con menos fallos debidos al dirigismo, y eso ni fue fácil, ni exitoso, la verdad, como expliqué en mi artículo “Del franquismo a la Transición, ¿por qué del éxito a la mediocridad?”. Porque el problema no es el éxito económico del Franquismo, indisputable, sino el fracaso posterior, también indisputable. 
El dirigismo tiene sus límites, y China es un país centralista y dirigista. Esto supone manipulación de precios y cantidades, que no sirven de guía para los productores sobre dónde está el beneficio. Ese beneficio que sale en la contabilidad de China es mosqueante, y, como dice Wolf, su dependencia de las exportaciones retrasa sine die el aumento del PIB per capita. En suma, muchas, millones de decisiones, no pueden centralizarse sin cometer errores de bulto, y una confusión entre bienes privados y públicos que alguna momento pasará la factura, agigantada por una deuda que hasta ahora ha tapado esos fallos.

1 comentario:

Antonio de Badajoz dijo...

El tema de China me parece fascinante y vital, Miguel, porque nos afecta a todos en esta economía tan globalizada. Seguramente me vas a censurar por ello, pero siempre me ha parecido que este crecimiento vertiginoso de China ha sido posible solo por la traición de las élites económicas y políticas de Occidente a su propia población, desviando ingentes inversiones, recursos y know-how a una dictadura tan odiosa como China, a cambio de sacar inmensos beneficios y vender la pérdida de derechos sociales a sus súbditos como un mal necesario, compensada por el aumento de oferta de productos y la bajada de los precios. Te aseguro que me considero muy liberal en economía y en principios, pero me cuesta mucho tragar esta "píldora" china...

Un saludo Miguel y feliz año nuevo.

Antonio de Badajoz.