"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

sábado, 5 de noviembre de 2022

Las armas y las letras

Estoy releyendo esta obra de Andrés Trapiello. 



Creo que es su mejor obra. Me está gustando más que la edición que leí hace décadas, antes del cambio de siglo. Me doy cuenta ahora de que está muy bien escrito.
Además de ser un gran libro, pretende ser un reparto de culpas de ambos bandos de La Guerras Civil española. Para mí que se queda demasiado en la ancha calle de en medio, y no llega a ser justo. Es ecuánime, pero la ecuanimidad no es justicia (dejo al lector agudo el arduo tema de acotar el concepto).
Yo creo que la guerra estalló porque ambos sectores sociales coquetearon con ella, y en eso estoy de acuerdo con Trapiello. Ofrece testimonios  irrebatibles en su libro. Pero desde una perspectiva que yo llamaría dinámica-en-el-tiempo, creo que gran parte de la culpa la tuvieron los republicanos y socialistas desde que se instauró la República, especialmente con su golpe de estado del 34 - a su propio estado erigido por ellos en 1932.
Hay una oscuridad sobre este hecho incontrovertible entre los historiadores. La sublevación de 1934 fue un golpe de estado en toda regla impulsado por Indalecio Prieto y el PSOE, al que se unieron los catalanistas; y puede ser plausible que participara Manuel Azaña. Por lo menos sus declaraciones de entonces son claramente de invitación al golpe. Pudo ser declarado inocente porque se escabulló muy bien. Pero ¿qué hacía en Barcelona cuando los hechos? Era amigo de Indalecio, y no le frenó. Desde que fue presidente de la República, sus diarios no son más que un ejercicio llorón de auto exculpa por su inexcusable “dejar hacer, dejar pasar”, generador de violencia. Contempló impertérrito la quema de conventos en el 31, y luego en el 36, ya presidente de una República enloquecida, la violencia desatada. 
No fue menos ataque al estado el robo y fraude de las actas electorales en 1936, que determinó una mayoría absoluta fraudulenta del Frente Popular, con Azaña de mascarón de proa cubriendo la venalidad del PSOE y CNT.
A partir de entonces la mayoría aceptó, o se resignó, a que habría una guerra civil - aunque un sector no menor de la sociedad lo deseaba. Eso sin duda lo dice Trapiello, pero creo que, como dice Stanley Payne en su último libro, sobre las izquierdas de entonces recae una mayor parte de culpa. Hago breve recuento:
1- El intento de sublevación del 34 de Indalecio Prieto absolutamente injustificada’; 
 2 - el acelerón incendiario de Largo Caballero (según el cual sólo con la guerra que liquidará la España de derechas podrían implantar una República de los trabajadores. Es lo que hicieron durante la guerra); 
3 - junto al secuestro de las actas de las elecciones del 36 para obtener para el Frente Popular una mayoría parlamentaria absoluta - que no frenó, sino que aceleró el desorden y la violencia;
4 - Habría que añadir: a lo largo del camino, ni republicanos ni socialistas hicieron nada por integrar a la “otra España”, todo lo contrario: declararon a gritos que la querían liquidar. Esa puede ser la primera semilla de la guerra. 

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