"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

viernes, 28 de abril de 2023

La importancia de las instituciones

La Economía académica actual está dominada por los modelos matemáticos. Estos son totalmente estériles. Acaban demostrando lo que ya presuponen de principio: que los mercados son eficientes, se regulan a sí mismos, y siempre alcanzan unos vectores de precios y cantidades óptimos. Esto es una ilusión flagrante que casa mal con la realidad. Los mercados financieros son ineficientes y tienden a formar grandes crisis, como la de 2008. Otros mercados, como los de materias primas y energía, tienden a ser monopolistas y politizados, lo que obliga al estado a presentarse con una política de MP y energética que proteja a sus ciudadanos. El estado no debe tirar el dinero en igualar la renta, sino gastar sabiamente en la igualdad de oportunidades, misión ya olvidada. Estos no san más que unos pocos ejemplos de una amplia gama que exige una coordinación entre el estado y las empresas, algo que debería estar protegido de toda ideología.

Al menos, los economistas historiadores se fijan en cosas más relevantes, como la buenas Instituciones como condición sine qua non para que la economía funcione. Acemoglu explica muy bien porqué hay países ricos y países pobres. La base es un substrato amplio de instituciones públicas y privadas que protejen y fomentan la libertad, el Imperio de la Ley, la protección de la propiedad privada, una justicia equitativa, una educación eficaz, un sistema impositivo no extractivo, protección a los más débiles...

En fin, dichas instituciones privadas y públicas deben coordinarse para alcanzar los fines presentes, pero tambien futuros, pues la economía no puede funcionar sin un encauzamiento de las expectativas futuras. Y el futuro está condicionado por las decisiones de hoy. Si estas son cortoplacistas, o simplemente erróneas, la rectificación es muy difícil, pues una vez decidido algo (una ley, una inversión, un puesto de trabajo), los agentes implicados se ajustarán a esa decisión, y puede que no sea óptima la cadena de decisiones que devienen de una decisión presente errónea. La cadena que parte de un error tiende a aumentarlo y prolongarlo. No creo que haya que decir que cuando son muchas decisiones erróneas, se marcha hacia un futuro de problemas. En otras palabras, la magnitud intertemporal es tan inevitable como crucial, y que sea propicia depende de que existan instituciones  eficaces que amparen decisiones que lleven a ampliar el abanico de alternativas disponibles. La riqueza está en poder elegir entre cada vez más numerosas alternativas, en aumentar lo que Popper llamada el “Tercer Mundo” el acerbo no material creado por el hombre y que pasa y se enriquece de generación en generación. 

Las instituciones son, inevitablemente adaptativas a los cambios, pero las más eficientes cambian muy lentamente, y permanecen pese a que se ha olvidado el motivo de su presencia. ¿Alguien se molesta en recapacitar cuando va a trabajar, o a la compra, por qué parecen funcionar las cosas como el transporte, el dinero, la seguridad, la normalidad misma? Nadie repara en la cantidad de instituciones que hacen posible actos tan usuales como necesarios. Por ejemplo el dinero, el banco, la tarjeta de crédito, la congelación de alimentos, su caducidad, los instrumentos de trabajo, y largo etcétera que damos por hecho pero que cuando faltan, hay escasez, necesidades no satisfechas, hambrunas, frustraciones, que llevan a vivir al margen de todo viso de legalidad, seguridad y eficacia. 

Es esencial la coordinación de lo público y lo privado, basada en la confianza en ambos sectores, y no es fácil de encontrar. Pocos países han dado el salto hacia un marco económico institucional adecuado. 

En este sentido, España es un ejemplo de fracaso y de pérdida de unas instituciones eficaces. Eso es visible en la cada vez menor renta per capita comparada con otros países, como Irlanda, que un día decidió ponerse en marcha y nos sobrepasó ampliamente (ver gráfico). 




No debe creerse que ese marco nos exige más trabajo y menos retribuido. Es un marco que permite, en nuestro día a día, tener mejores condiciones laborales y de ocio, más alternativas a nuestro alcance, un capital adecuado para lograr un avance continuo de la productividad. En definitiva, un futuro más prometedor para la siguiente generación.

Pero en España hemos renunciado a ello, y nadie es inocente, porque nosotros hemos elegido gobiernos demagógicos que nos regalan caramelos para acallarnos, pero cada vez más toman decisiones contraproducentes. Para lograrlo es necesario un pacto social implícito, de amplia base, un entendimiento mínimo del arco parlamentario. Es lo que hubo en España en la Transición, pero sus logros fueron pronto denegados por posiciones partidistas mezquinas. España no es hoy mismo un estado eficaz. Y tiene muchas papeletas para convertirse en un estado fallido - Sí no lo es ya. La Constitución y la ley se conculcan reiteradamente por los que más deberían respetarlas. Hemos pasado ya varias oportunidades para coger el tren del futuro. Deberíamos aprender más de los países que eran como nosotros o más pobres y han continuado su marcha hacia delante.


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