"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

lunes, 24 de abril de 2023

Las Crisis bancarias pueden volver

La crisis bancaria puede volver

El mundo financiero no se ha tranquilizado tras la crisis bancaria de marzo. Siguen flotando en el aire sombras de una duda sobre la posibilidad de otras crisis - o peor, una crisis sistémica - que hagan tambalear las cotizaciones en los mercados mundiales. 
La caída del Banco Silicon Valley (SVB) es un perfecto ejemplo de la oscuridad en la que se mueven las entidades financieras y los bancos centrales, principales salvaguardias de la estabilidad de precios y financiera. 
A veces estas dos funciones se compaginan mal, y hoy estamos en un momento de esos, por otra parte no muy frecuente. 
La contradicción no cerrada es que los bancos centrales han tenido que contraer la liquidez para frenar la inflación que ellos mismos crearon, cuando la economía ya estaba creciendo tras la Pandemia. Eso permitió que el alza de los precios de las materias primas por la guerra y otras razones alimentara una escalada de salarios y precios. La prueba del nueve de que la excesiva liquidez era el principal culpable es que los precios energéticos y otras materias primas han caído a su nivel pre pandémico, pero la inflación sigue sin bajar decisivamente. 
Eso hace sospechar que los bancos centrales, siguiendo su mandato, deberían seguir contrayendo liquidez. Y así lo dicen. Por ejemplo el gobernador del Banco de Bélgica y miembro del Comité Ejecutivo del BCE: mientras los salarios no den muestras de moderarse, tendremos que seguir subiendo tipos. 
Pero, por otra parte, también se teme que la subida de tipos puede hacer descarrilar a los mercados financieros. Como, por ejemplo, pasó en 2008.
Estos dos riesgos, entre perseguir sin flaquear a la inflación o ceder ante el temor de una crisis sistémica, son de imposible valuación. En realidad hay una gran incertidumbre invaluable. Esto ya de por sí ha enrarecido algunos sectores del mercado, como el crédito bancario, que se está contrayendo intensamente... lo que a su vez, aún sin crisis sistémica, va a contraer Ia demanda efectiva y provocar una recesión. 
El SVB era un banco con ratios de capital y solvencia en regla. Pero tenía en el Activo capital de las “start-ups”, empresas se joint ventures prometedoras pero de gran riesgo, y deuda pública considerada de riesgo nulo, pues se puede mantener hasta el vencimiento y no tener pérdidas por que baje en el mercado su cotización. 
En el Pasivo tenía depósitos muy superiores a los más 250 m dólares asegurados por la FEDIC. Ergo, en caso de pánico, esos depósitos, que eran propiedad de grandes empresas, podrían volatilizarse y debilitar el activo.
Y es lo que pasó. La FED empezó a subir los tipos de interés a marchas forzadas. Eso causó necesidades acuciantes de liquidez. Las empresas depositarias empezaron a retirar sus depósitos del SVB, lo que sembró dudas sobre la solidez de su activo si tuviera que venderlo a la baja. La famosa deuda pública que tenía como colchón, y que se jactaba de usarlo solo como colateral de préstamos, se pusieron bajo la lupa porque no tenía en realidad otros activos líquidos. 
Retirada de los depósitos y caída del valor del activo: eso no hace más que avivar las sospechas y la pésima imagen en unas pocas horas. Hoy en día las cosas van más deprisa, también las operaciones interbancarias, en las que se puede vender o comprar activos tecleando unas teclas. 
En otras palabras, un banco aparentemente en regla se vuelve insolvente por un momentáneo y veloz problema de liquidez. Este problema siempre ha existido (fue la causa de la crisis de 1929), pero ahora, gracias a las nuevas tecnologías, es mucho más fácil que ocurra. 
¿Y la Regulación? Bien Gracias, la que queda en pie.
Como se lee en el informe del Financial Times, en 2018, bajo el mandataria de Trump, de “aligeró” la ley Dodd-Frank que intentaba restablecer una regulación, reforzando, entre otros, los coeficientes de liquidez.

Those reforms followed bipartisan legislation passed in 2018 that rolled back portions of the post-crisis Dodd-Frank law for small and midsize lenders. That resulted in less frequent stress tests, less onerous capital requirements and an exemption from the so-called liquidity coverage ratio rule, which requires banks to hold enough high-quality liquid assets that they can sell to cover outflows during times of stress.

Los republicanos opinan que los recortes de la regulación no ha tenido nada que ver, mientras que los demócratas opinan lo contrario e intentan restablecer la ley anterior. Los primeros se inspiran en una doctrina liberal extrema, que confía a ciegas en los mercados financieros autoregulados. Los hechos han mostrado reiteradamente que la estabilidad financiera no existe si se deja al arbitrio de los participantes. Siempre han sido, y ahora más, mercados mucho más veloces y volátiles que los mercados de bienes y servicios. Pocas veces, si alguna, se dan las condiciones para valorar los riesgos sin una sombra de incertidumbre más o menos grande. Incertidumbre ujier decir ausencia de información, y eso es recurrente en un mercado que se ve obligado a prever el futuro.
Por lógica, un impedimento legal a ciertas posiciones de apalancamiento podría haber frenado la crisis bancaria.
De todas formas, a la velocidad y libertad con que se mueven las decisiones y los flujos de activos intra y trans fronterizos, es difícil poner redes perfectas que las entidades no puedan sortear, como ocurrió en la crisis de 2008, que llevó al pánico y crisis de liquidez. Pueden cumplirse las cnsicienos más drásticas sobre el capital de los bancos, que el problema real es de posible contagio de demanda al alza de liquidez: sistémico en definitiva. Y eso no se debe a descapitalización, sino a la naturaleza misma de los instrumentos financieros. Un momento son líquidos, y al minuto siguiente dejan de serlo. La imperiosa necesidad de venderlos acarrea la crisis, a menos que el banco central compren la mercancía averiada (QE) o al menos baje el coste de la liquidez. 
La regulación ayuda, en principio, a estabilizar las expectativas, pero, por las razones aducidas, no es omnipotente en estos días. Hoy es difícil acotar las operaciones silenciosas que abocan a una emergencia. Los bancos tienden a horadar las normas con una contabilidad impenetrable. Y si no fuera así, siempre habrá expectativas que, como en el caso SVB, destrocen la solidez de los balances con una simple sospecha que se extienda, disparando antes de apuntar. No hay prisioneros.

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