"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

sábado, 7 de octubre de 2023

Historia como cadena de consecuencias indeseadas

Félix de Azúa, en su “Autobiografía de papel” (libro que recomiendo), dice 

“Las revoluciones verdaderas son imprevisibles y no tienen líderes. La mejor experiencia de toda una vida ha sido la de constatar que somos juguetes del azar.”

El libro es un fluido y ameno ensayo sobre la historia de la literatura, la más reciente en especial. Yo, desde luego, no había caído en la cuenta de la cantidad de cambios culturales sufridos desde comienzos del XX.
La trayectoria de lo sucedido en  valores y sus fuentes (lo que llamaba Ortega & Gasset Ideas y Creencias), como tantas otras cosas, no tiene intencionalidad. O mejor dicho, el resultado no es ni remotamente parecido a la intención que puso en marcha los acontecimientos. 
Es decir, estamos dando palos de ciego. Pretenciosos, además. Si antaño, hasta Darwin, se creía que Dios atendía las plegarias de su súbditos, durante un tiempo reciente hemos creído que el hombre gobernaba su destino. Todavía hoy hay formas de pensamiento que lo creen, como mi profesión, la Economía. 
Hemos traspasado todos los límites de la soberbia y el engreimiento. Creemos haberlo descubierto todo, pero no la máquina de descubrir cosas o inventarse es incansable. Antes había más humildad y se reconocía el papel del azar en los descubrimientos científicos, azar quizás teledirigido por Dios; algo inhumano o sobrehumano había contribuido, se pensaba. 
El dogma del marxismo tuve que ver mucho con esto, pues se infiltró en la sociedad creencias vitales que conforman la sociedad. Dio alas al ateísmo y a esa prepotencia de creer firmemente que el futuro es conquistable y moldeable a través de la violencia. El marxismo fue el mayor generador de odio y violencia desde que nació, aunque hoy ha sido superado por el islamismo. No se ha medido el odio generado por el marxismo porque no se puede. Se pueden contar los muertos, aproximadamente, si acaso. Realmente no sé si su ausencia se hubiera traducido en una moderación de esas pasiones y esas consecuencias. Hombre, la violencia siempre ha estado ahí. Pero el papel acelerador del marxismo me parece indiscutible. Por algo son sus dos grandes palancas que se descubren cuando se rasca en esa falacia totalitaria insostenible. A pesar de ello, el hombre occidental lo adquirió como fetiche largo tiempo. Su derrumbe fue “inesperado”, lo que no dice nada bueno de ciertas profesiones, la economía por ejemplo.
Azúa nos hace pensar cuando dice que, desde hace un siglo, el vigor de la ciencia ha sido sustituido por el avance imparable de la tecnología. Y sus practicantes son sin duda lo más pretencioso que puede encontrarse. Eso, sí, venden sus productos sin pretensiones ideológicas, como el marxismo o otro dogma de cuyo nombre no quiero acordarme.

1 comentario:

Miguel E. dijo...

La tecnología también caerá. Y es algo esperable. La escasez de materiales y el fin de la energía lo producirán.