Un mal paso de la cumbre sería una quiebra de todos los países como nosotros, sin recursos para afrontar una deuda cuyo tipo de interés subiría por las nubes. La huida de capitales a los refugios seguros dejarían sseca a europa de liquidez y capital, salvo Alemania y algún otro. Sólo eso -por no hablar de una caída del euro- nos empobrecería a extremos inimaginables. Probablemente sería un punto de no retorno, porque los mercados ya no confiarían en una marcha atrás imposible. Por eso creo que se acordará salvar a Grecia, pero con cicatería, lo que, como mucho, nos hará ganar de nuevo más tiempo. Pero algunos incluso dudan que esos sea así: los autores citados a continuación puntualizan que los mercados ya han dado señales de no confiar en soluciones insuficientes.
A continuación, algunos autores destacados explican los límites del euro y posibles salidas. La única definitiva sería ir hacia la unión fiscal, lo cual ahora parece utópico por el coste que supondría a Alemania.
En gavyndavies, nos explican que el euro no ha funcionado porque la UE no es una nación. Es una obviedad tan grande que pasó desapercibida cuando se montó el tinglado, hace ya 11 años. Pero las obviedades pesan, sobre todo cuando empiezan a fallar las complejas artimañas edificadas para ocultarlos a la vista. Entonces, echemos la culpa a Merkel de tener pocas ganas de salvar al euro, si queremos hacer como Stiglitz, pero la obviedad es anterior: esto iba a fallar como una escopeta de feria.
Gavyn reconoce una caída en el liderazgo europeo notable, pero inmediatamente añade que ninguno de aquellos líderes famosos se enfrentaron al problema real, al punto de resistencia importante: no somos una nación.
¿Por qué, se preguntan ahora muchos, no crear la unión fiscal, que parece ahora la única huida/solución hacia adelante? Las dificultades son evidentes:
Imagine what would happen if the eurozone were a genuine single nation. The debt issued by that nation would of course be backed by the taxpayers of the entire union, and sitting behind them would be a mighty central bank, the ECB. Viewed as a single nation, the public accounts of the eurozone (EZ) would look very good. The EZ public debt ratio would be 88 per cent of gross domestic product, compared with 99 per cent for the US. The EZ budget deficit would be 4.4 per cent, compared to 10.8 per cent in the US. In other words, if the EZ were a nation state, sovereign default would be inconceivable, and bond yields would be around 3 per cent.¿Parece sencillo no?, estaríamos mejor que EEUU, al menos en las cifras... Suena bonito; pero el problema de lo bonito es quién paga la obra de arte, la escultura que se va a poner en el paseo principal.
The only problem is that those countries, such as Germany, which would have to foot the bill for a budget sharing plan (or a fiscal transfer union, or a eurozone bond issue, which are all variations on the same theme) show no appetite for sanctioning such action on the scale needed to solve the problem. There has been a tendency for economists to portray the attitude of these countries as short-sighted and obstructionist. But there are in fact some very good reasons for their intransigence.Alemania, a quien el coste de la deuda -la deuda única europea, le supondría un 1,8% del PIB al año, según diversas estimaciones.
En una nación, ocurre con naturalidad: el estado central se hace cargo de la deuda regional y luego arregla cuentas con tal región. Pero es que el presupuesto nacional es usualmente mucho mayor que los distintos presupuestos regionales, mientras que en la UE es al revés: su presupuesto es diminuto, y ¿Bajo que autoridad se pondría la transferencia de recursos fiscales de toda la UE? Seguramente Alemania tendría algunas objeciones. ¿Y poner el fisco a cargo de Alemania? sería cuestionado por los demás, sobre todo por la unificación, al alza naturalmente, de los impuestos.
De todas formas, a estas alturas, ni una generosa actitud de Alemania garantizaría la salvación.
Aquí, John Kay ofrece un sencillo y excelente artículo -como ven, todos los artículos de firma del presente son melancólicos- que dice por qué se ha hecho y por qué ha fallado. Los dos primeros párrafos son tan diafanos que no me resisto a ponerlos:
Sí, se suponía que el mercado de crédito sustituiría con éxito los mercados que habían funcionado hasta ahora conjuntamente: el de divisas y el de crédito. Pero no ha sido así: durante nueve años, el euro parecía garantizar la ausencia de quiebra, cuando era todo lo contrario: los tipos de interés bajaron hasta hacerse casi iguales, gracias a las operaciones de arbitraje que con un pequeño diferencial daban beneficios jugosos en poco tiempo.In the 1990s, when European monetary union was a plan but not a reality, I would explain to students that the effect was to replace currency risk by credit risk. With exchange rates free to float, loose monetary and fiscal policies would lead sooner or later to a fall in the exchange rate. That expectation implied higher interest rates. Currency markets would limit the scope for bad economic policies.Monetary union meant sovereign governments could no longer print money. That change put them in the same position as any other borrower: and substantially increased the likelihood of default. Like businesses or households, governments would find that profligacy made loans more and more costly and difficult to obtain. Credit markets would limit the scope for bad economic policies.
Why were interest rate spreads in Europe so small? Many participants simply did not care about default possibilities. If there was any interest rate differential at all between eurozone countries, a profitable carry trade was to be long the weaker country and short the stronger one, to finance Greek assets with German liabilities. In a banking book, such a position necessarily yielded regular profits until an actual event of default took place, which would certainly not happen within the next few months. And modern bankers rarely have longer time horizons than a few months.Luego la teoría que avalaba el euro falló estrepitosamente. Ahora se trata de salvarnos del caos, pero parece que los que pueden no lo desean, y los que lo desean no pueden.
Stiglitz, citado antes, nos alecciona sobre lo que habría que hacer, advirtiendo, una vez más, lo crucial de la reunión de mañana, para el mundo entero:
Europe faces a critical juncture on Thursday – one that may determine not only whether the euro will survive, but whether the global economy will be once again plunged into turmoil. To an economist what needs to be done is simple and clear: Greece’s debt has to be brought to a sustainable level. That can only be done by lowering the interest rate that Greece pays, lowering its indebtedness, and/or increasing gross domestic product. There are several ways this can be accomplished. But the institutional details are less important than an understanding of what will, and what will not, work.
Economists may differ on whether the austerity prescription will work – though the evidence from Ireland, Greece, Spain, Latvia, and host of other experiments shows that the ensuing economic downturns reduce tax revenue, so the improvement in the fiscal position is inevitably disappointing – but the market has rendered its verdict: it too is signalling that more of the same will not work. Lowering GDP worsens debt-sustainability (typically measured by the debt to GDP ratio) every bit as much as increasing indebtedness. The speculators have been handed an opportunity, and they have seized it. They make money from volatility. Of this we can be certain: Europe’s response so far has amplified uncertainty concerning the future of the euro. “Contagion” has now spread from the periphery to the centre, namely Spain and Italy.Para él se trata de ir más adelante en la centralización, y despliega un programa de acciones hercúleas, dignas de un Napoleón al que todo el mundo obedece. La tentación estatalista es siempre la más socorrida, pero en este caso los que podrían apropiarse de ese poder no parecen apetecerlo. En realidad la UE es una concha vacía, de funcionarios sin poder de decisión, que recae al final en los gobiernos nacionales fuertes, los cuales se pasan por el forro de sus caprichos la legislación que teje, incesantemente, Bruselas.
Stiglitz dice que no hay barreras económicas, sino políticas. Me temo que no. Por supuesto que hay barreras políticas para salvarnos de la caída al infierno, pero las barreras económicas existen para que el euro funcione, están bien explicitadas en la literatura que empieza en las condiciones expuestas por Mundell, y la crisis del euro nos ha enseñado otras cuantas más.
El euro, mejor no hubiera existido. Lo malo es que dejarlo crujir sería terrorífico.
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