"How can I know what I think until I read what I write?" – Henry James


There are a few lone voices willing to utter heresy. I am an avid follower of Ilusion Monetaria, a blog by ex-Bank of Spain economist (and monetarist) Miguel Navascues here.
Dr Navascues calls a spade a spade. He exhorts Spain to break free of EMU oppression immediately. (Ambrose Evans-Pritchard)

sábado, 3 de septiembre de 2011

EL verdadero sentido de la ley de Say

La ley de Say ha sido punto crucial de divergencia entre economistas. Unos dicen que es una ley que se cumple siempre; los otros dicen que es una falacia. Como veremos, si leemos las propias palabras de Say, todo queda aclarado.
La ley dice: "toda oferta genera su propia demanda" (o: no puede haber demanda sin oferta). Esto es, visto serenamente, una tautología. Dice que toda producción de un bien, genera una renta entre los factores de producción (capital y trabajo) que se convertirá en demanda de otros bienes. Si una parte no se gasta, y se ahorra, no importa: es un lapso hasta que ese ahorro financia un gasto de inversión o consumo. Luego al final, toda oferta efectivamente crea su propia demanda.
Pero Say le daba un valor de ley universal: que se cumple en todo tiempo y condición.
Pero qué pasa cuando se contrae esa renta porque la producción de ese y otros bienes se reducen por factores exónenos, como un imprevisto? Se sigue cumpliendo la ley: lo producido sigue generando una renta que se gasta. Eso sí, puede que el nivel producido sea menor que antes del choque inesperado.
Sólo he conocido a un economista, David Glasner, del bando dos, que defiende la ley. La defiende en ese sentido: el nivel de producción genera una renta idéntica al valor de lo producido que se convierte, con un lapso breve, en gasto.
En realidad, el mismo Say reconoce implícitamente que el dinero juega un papel crucial en su Ley: según su esquema, todos quieren deshacerse de él. En esas condiciones, la ley claro que se cumple:
[...] Un producto terminado ofrece, desde ese preciso instante, un mercado a otros productos por todo el monto de su valor. En efecto, cuando un productor termina un producto, su mayor deseo es venderlo, para que el valor de dicho producto no permanezca improductivo en sus manos. Pero no está menos apresurado por deshacerse del dinero que le provee su venta, para que el valor del dinero tampoco quede improductivo. Ahora bien, no podemos deshacernos del dinero más que motivados por el deseo de comprar un producto cualquiera. Vemos entonces que el simple hecho de la formación de un producto abre, desde ese preciso instante, un mercado a otros productos.(J.B. Say, 18031 ) (ver  http://es.wikipedia.org/wiki/Ley_de_Say)
Es decir, Say mismo reconoce que el productor debe estar deseando deshacerse del dinero que ha ganado.  Está hablando del caso especial en que la demanda de dinero es estable. Entonces, necesariamente, la oferta global es igual a la demanda global. Si quitamos esa condición, si el productor quiere, por las razones que luego veremos, aumentar su colchón de liquidez, ya no se cumple. Él mismo está indicando que si hay perturbaciones de dinero, la ley no se cumple.
La Ley se ha tomado como bandera del modelo liberal/conservador, que dice que la autoregulación de las unidades de producción lleva a la mejor solución social. La economía de libre mercado lleva a su propia estabilización a través de las reacciones individuales a un choque.  Keynes, con su introducción de la liquidez como un activo deseado en determinadas condiciones, y Friedman, con su teoría y trabajo histórico del dinero,  pusieron en cuestión la ley.
Según los liberales/RBC, si se produce paro, se debe a disfunción de algunos mercados, que no bajan con suficiente velocidad los precios y salarios a la nueva relación oferta-demanda que, como dice la ley, son idénticas.
Cualquier caída del volumen de bienes y de empleo es por imperfección institucional (del estado que restringe la libertad), según los defensores de la ley. La microeconomía (economía de individuos) es suficiente para explicar el nivel de producción y bienestar, la macroeconomía (economía del conjunto), es redundante.
Hemos visto que la ley es una tautología, y por ello no explica nada sino es bajo la condición de demanda de dinero estable.
No admite que pueda haber una discrepancia entre producción deseada y producción vendida, o planes frustrados, y ajustes que aumenten la desconfianza, lo que puede llevar a un proceso de autocorreción no siempre equilibrante; es más, si el choque imprevisto es lo suficientemente fuerte, puede que se origine un proceso acumulativo a la baja en el que cada uno, racionalmente, quiere retener lo que tiene, vender lo que pueda, y engrosar su línea de liquidez. Se reduce la producción total y el empleo. Esto se debe a que el cambio de un estado normal de confianza a uno de incertidumbre aumenta el deseo de acumular dinero (billetes, depósitos) o cuasi dinero (letras del tesoro), lo que retira ese dinero guardado de los mercados y del flujo de renta. Si los mercados de activos se ven afectados por ese impulso, porque la gente quiere vender posesiones para atesorar dinero, los movimientos sen acentúan. Se generaliza la preferencia por la liquidez, que a su vez aumenta la incertidumbre sobre el futuro.
Luego lo que racionalmente hace una unidad en su interés no lleva a un nuevo equilibrio mejor para todos. Lleva a una cascada de retracciones, de revisiones a la baja de expectativas, y los mercados de capitales se hacen muy volátiles. Recuperar la normalidad, las millones de confianzas entre unidades, entre bancos en el interbancario, del productor sobre mantener o no sus empleados más cualificados... es más difícil cuanto más dure la caída.
Creo que es en este sentido en que David Glasner explica su defensa de la ley de Say (el único no conservador que defiende la ley).
La ley funciona si se "congela" el dinero en el modelo como algo no problemático. Sin embargo, lo mismos defensores de Say dicen que el dinero es peligroso: crea inflación. Si es así, ¿por qué su problemática no es simétrica? Me parece poco honrado intelectualmente acusar el dinero de un fallo, y no del contrario. La demanda de dinero no es estable; responde con brusquedad a los imprevistos, y su desaparición de los mercados produce consecuecias reales.
Pero todo el mundo persigue un colchón de seguridad líquida, la gente de la calle, los bancos, las empresas, en torno al cual deciden sus operaciones de riesgo rentables. Como explica Minsky, el gasto en inversión y consumo no se decide sólo obre una corriente futura de ingresos o satisfacciones en comparación con su coste financiero, sino también en cuanto riesgo de liquidez conlleva. Ese colchón puede variar bruscamente en condiciones adversas y tardar mucho en volver a su nivel normal. Por otra parte, esa prima de liquidez es muy subjetiva y cambiante, desdeñada en tiempos de euforia o muy alta cuando se produce una crisis. Minsky explica muy bien el problema fundamental de la inestabilidad financiera, que es el primer sector proclive al riesgo sistémico, la prueba contundente de que el ajuste individual no lleva al ajuste colectivo, sino al revés. Para Minsky, sin finanzas no habría ciclos pronunciados, pero tampoco habría el nivel de desarrollo alcanzado, porque las finanzas son las únicas capaces de conectar a los oferentes de fondos (ahorradores) con los diseñadores de inversión y sus expectativas de ganancias. Y en estas expectativas radica la inestabilidad, pues la confianza de los proyectores de grandes inversiones a largos plazos son muy sensibles a los cambios de los condicionantes: sus inversiones no son líquidas, son inmovilizaciones que si van mal, arruinan. ¿Hay un proyecto alternativo disponible a sustituirle inmediatamente?
La economía no es una coordinación de unidades pequeñas y escasas de decisiones atemporales y reversibles. La ley de Say sólo se cumple en un mundo de fantasía: reversibilidad de las decisiones, no incertidumbre, dinero siempre disponible (igual a la demanda), atemporalidad.
Una vez que la producción está en marcha en el tiempo, muchas decisiones son irreversibles, y un súbito aumento de la desconfianza desbarata la estructura deseada de las carteras, la liquidez se enrarece, y todos quieren recuperarla, poniendo en venta sus activos, que nadie quiere comprar. Cuanto más complejo y eficaz sea el entramado financiero (complejidad que lo hace accesible a todo el mundo), más mercados se verán afectados. Mientras, las deudas siguen en vigor, pero los activos que las respaldaban han caído de valor.
Estamos gobernados por la ley de Say, al menos implícitamente, al no tener en consideración la importancia del dinero y su demanda inestable. De estos errores vienen 30 años de considerar los bancos centrales como responsables de la estabilidad de precios, pero sólo en sentido alcista, inflacionario. También de esos errores se deriva la enseñanza de que el dinero no importa, no tiene inestabilidad ni la genera,  y sus efectos reales son desdeñables: lo mejor es una inflación lo más baja posible, que el sector real se ajusta por sí sólo (a través del ajuste de las unidades individuales).Pero éstas se desconciertan y no tiene información para reajustarse a la nueva situación óptima, que no saben cuál es. Por ejemplo, el BCE persigue un sólo objetivo: una inflación de IPC "un poco por debajo del 2%". La crisis de 2008 ha hecho saltar por los aires es nonada.

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