De Paul Krugman, un magnífico discurso en contra del austerismo. Intenta explicar el porqué del éxito entre los políticos del austerismo monetario/fiscal, que se impuso en una cumbre del Grupo del G-7 en Canadá en 2009. Poco de pues empezó a caer Grecia, bajo el peso de círculo viciosos de la austeridad y la contracción económica.
Krugman señala la importancia decisiva que han tenido algunas aportaciones teóricas que han servido de apoyo a los líderes mundiales en su suicidio austérico. Naturalmente se refiere al papel de Reinhart & Rogoff, que pretendia demostrar con abaoluta precisión que una deuda del 90% el PIB impedía creer, y el trabajo de Alesina y otros, que demostraba "contundentemente" que una política de reducción del gasto público tenía efectos positivos para la producción privada.
Depende del momento: la economía no puede ser una ciencia precisa. La economía es contingente, lo que quiere decir que en cada momento te encuentras con condicionantes que te impiden apoyarte en una sola teoría. Hay ejemplos recientes, en la década de los,noventa, de un largo periodo de crecimiento sin recesiones, sin inflación y con una tasas de paro muy baja, en la qe se practicaron sin problemas consolidaciones fiscales que no frenaron a la economía. Por el contrario, esas consolidaciones (tanto en EEUU por Clinton como en España por Aznar), elevaron el prestigio de la marca de esos países. Otros países europeos como Francia y Alemania, en el mismo periodo, no lo siguieron, simplemente porque no crecían.
Durante ese periodo se fue cociendo larvadamente la burbuja, en la que la confianza del periodo de la Gran Moderación jugo un papel importante en anestesiar el sentido del riesgo. Como dice Krugman, el problema no fue la burbuja, sino el enorme apalancamiento con que se financió. La burbuja estalló y nos dejó cargados de deudas. Lo pero que se podía hacer y se hizo fue aplicar la misma política de austeridad fiscal que tanto éxito tuvo el la década anterior.
Los austéricos (en sentido amplio) son muy proclives al error de aplicar las mismas reglas a distintas circunstancias. Tanto si están aferrados a cuatro reglas, como los rallistas, como si son matemáticos, como los del Ciclo Real (los ciclos son de la economía real, no monetarios) preconizan siempre lo mismo: austeridad fiscal y rigor monetario, como si los peligros no fueran exactamente los contrarios.
Pero tampoco el dictamen puramente monetario es suficiente, como pretenden los Market Monetarists. Es obvio que en el Euro, ahora mismo, una política muy expansiva del BCE no garantizaría que llegará a todas las familias y empresas de la zona, como se ve día a día en España. Hay una asimetría financiera que se suma a la asimetría de una zona monetaria no óptima (referente a los efectos reales de un tipo de cambio fijo). Los MM consideran irrelevante el nivel de las deudas, aunque nunca he entendido la simpleza de su argumento: que las deudas de unos son activos de otros, y que su redención no supone más que un cambio de manos de un poder adquisitivo que se gastará. No tienen en cuenta ni la caída de los activos, ni el aumento de la incertidumbre, ni que los pagos de la deuda se retrasa y se complica porque, por mucho dinero que insufles, hay fricciones insalvables.
Estamos en una crisis de deuda con derrumbe de los activos que cubrían esas deudas, y cinco años atascados sin encontrar la salida porque han fallado las instituciones del euro que se suponía iban a ser muy potentes. Ahora es mucho más difícil salir. Han muerto empresas improductiva, pero también empresas fiables por falta de financiación. Han quedado en la cuneta 6 millones, muchos de los cuales tendrán difícil trabajar. Esos dos cosas suponen una pérdida de capital productivo incalculable. No creo ni por un segundo que haya sido necesario pagar ese precio.
Krugman señala la importancia decisiva que han tenido algunas aportaciones teóricas que han servido de apoyo a los líderes mundiales en su suicidio austérico. Naturalmente se refiere al papel de Reinhart & Rogoff, que pretendia demostrar con abaoluta precisión que una deuda del 90% el PIB impedía creer, y el trabajo de Alesina y otros, que demostraba "contundentemente" que una política de reducción del gasto público tenía efectos positivos para la producción privada.
Depende del momento: la economía no puede ser una ciencia precisa. La economía es contingente, lo que quiere decir que en cada momento te encuentras con condicionantes que te impiden apoyarte en una sola teoría. Hay ejemplos recientes, en la década de los,noventa, de un largo periodo de crecimiento sin recesiones, sin inflación y con una tasas de paro muy baja, en la qe se practicaron sin problemas consolidaciones fiscales que no frenaron a la economía. Por el contrario, esas consolidaciones (tanto en EEUU por Clinton como en España por Aznar), elevaron el prestigio de la marca de esos países. Otros países europeos como Francia y Alemania, en el mismo periodo, no lo siguieron, simplemente porque no crecían.
Durante ese periodo se fue cociendo larvadamente la burbuja, en la que la confianza del periodo de la Gran Moderación jugo un papel importante en anestesiar el sentido del riesgo. Como dice Krugman, el problema no fue la burbuja, sino el enorme apalancamiento con que se financió. La burbuja estalló y nos dejó cargados de deudas. Lo pero que se podía hacer y se hizo fue aplicar la misma política de austeridad fiscal que tanto éxito tuvo el la década anterior.
Los austéricos (en sentido amplio) son muy proclives al error de aplicar las mismas reglas a distintas circunstancias. Tanto si están aferrados a cuatro reglas, como los rallistas, como si son matemáticos, como los del Ciclo Real (los ciclos son de la economía real, no monetarios) preconizan siempre lo mismo: austeridad fiscal y rigor monetario, como si los peligros no fueran exactamente los contrarios.
Pero tampoco el dictamen puramente monetario es suficiente, como pretenden los Market Monetarists. Es obvio que en el Euro, ahora mismo, una política muy expansiva del BCE no garantizaría que llegará a todas las familias y empresas de la zona, como se ve día a día en España. Hay una asimetría financiera que se suma a la asimetría de una zona monetaria no óptima (referente a los efectos reales de un tipo de cambio fijo). Los MM consideran irrelevante el nivel de las deudas, aunque nunca he entendido la simpleza de su argumento: que las deudas de unos son activos de otros, y que su redención no supone más que un cambio de manos de un poder adquisitivo que se gastará. No tienen en cuenta ni la caída de los activos, ni el aumento de la incertidumbre, ni que los pagos de la deuda se retrasa y se complica porque, por mucho dinero que insufles, hay fricciones insalvables.
Estamos en una crisis de deuda con derrumbe de los activos que cubrían esas deudas, y cinco años atascados sin encontrar la salida porque han fallado las instituciones del euro que se suponía iban a ser muy potentes. Ahora es mucho más difícil salir. Han muerto empresas improductiva, pero también empresas fiables por falta de financiación. Han quedado en la cuneta 6 millones, muchos de los cuales tendrán difícil trabajar. Esos dos cosas suponen una pérdida de capital productivo incalculable. No creo ni por un segundo que haya sido necesario pagar ese precio.
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